Las aventuras de las vocales divertidas



Érase una vez en la ciudad de Vocalópolis, un lugar mágico donde vivían las cinco vocales: A, E, I, O, y U. Todo el mundo decía que esas vocales eran muy divertidas, pero un día, se dieron cuenta de que estaban un poco aburridas. Así que decidieron hacer algo al respecto.

- “¡Chicas y chicos! ¡Necesitamos una aventura! ” - gritó la letra A, saltando de alegría.

- “¿Y si hacemos una competencia de rimas? ” - sugirió la E con una sonrisa traviesa.

- “¡No! Lo que de verdad necesitamos es un concurso de chistes! ” - exclamó la I, mientras hacía un gesto dramático.

- “Me gusta la idea, pero necesitamos un jurado” - intervino la O, que siempre estaba pensando en lo que era correcto.

- “¡Podemos pedirle a las consonantes que nos ayuden! ” - dijo U, con su vocecita suave.

Las vocales se pusieron en marcha para organizar el concurso y enviaron un mensaje a las consonantes. Fui llamando a los amigos:

- “¡Amigos, vengan a Vocalópolis! ¡Vamos a hacer un concurso de chistes! ¡La risa será contagiosa! ”

Los consonantes, emocionadas, aparecieron: la B, la C, la D, la F… todos estaban listos para participar. El gran día llegó, y el parque central de Vocalópolis estaba lleno de letras. La A fue la primera en contar un chiste:

- “¿Cuál es el animal más antiguo? ¡La cebra! Porque está en blanco y negro desde hace mucho tiempo.”

Todos fueron riendo, pero la B tenía un chiste aún mejor:

- “¿Por qué las focas miran siempre hacia arriba? ¡Porque ahí están los focos! ”

Y así, cada letra iba contando sus chistes, y pronto el aire se llenó de risas contagiosas. Sin embargo, la R, que era conocida por ser un poco rencorosa, decidió organizar un plan para hacer que las vocales dejaran de ser el centro de atención.

- “Voy a hacer el chiste más malo de todos… para que nadie quiera reírse más” - planeó la R, con una mirada maliciosa.

Cuando llegó su turno, se aclaró la voz y dijo:

- “¿Qué le dijo el uno al diez? Para ser como yo, ¡tenés que ser de uno en uno! ”

El silencio fue abrumador. Las vocales no sabían si reírse o preocuparsi, y la R se sentía poderosa. Sin embargo, las vocales no iban a dejar que un solo chiste malo arruinara su diversión. Así que la E, después de un momento de reflexión, dijo:

- “Espera un segundo... vamos a usar nuestro poder de vocales para animarte, querida R.”

De repente, todas las vocales unieron sus voces y empezaron a cantar:

- “R, R, te necesitamos, no te pongas triste, ¡te queremos divertido!

Es cierto que el chiste fue muy malo, pero hay que corregirlo, no todo está acabado.”

La R se sonrojó, y al sentirse incluida, empezó a reír.

- “¡Está bien! Acabo de recordar uno que es buenísimo. Escuchen:

- “¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba! ”

Las vocales explotaron en risas y la competencia se transformó en un gran festín de chistes. Todos estaban felices y, al finalizar el evento, se dieron cuenta de algo; la risa es mucho mejor cuando se comparte.

- “La mejor parte de esta aventura fue unirnos y reír juntos” - dijo la U, con una gran sonrisa.

Las vocales, junto a las consonantes, se abrazaron y prometieron tener una reunión de risas cada semana. Desde entonces, en Vocalópolis, las vocales aprendieron que aunque a veces haya chistes malos, la alegría de estar juntos siempre puede cambiar las cosas. Y así, entre risas y diversión, las vocales y consonantes vivieron felices para siempre, creando nuevas palabras y historias llenas de risas.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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