Las aventuras de Lía y el secreto de las estaciones
Había una vez, en un pequeño y colorido bosque, una ardillita llamada Lía. Lía era una ardilla curiosa y siempre hacía muchas preguntas. Un día, mientras recogía nueces, se encontró con su amigo el búho Berto, que era muy sabio.
"Hola, Berto. ¿Por qué cambian las estaciones del año?", preguntó Lía, mirando hacia los árboles que empezaban a cambiar de color.
"¡Eso es un gran enigma, Lía!", respondió Berto, agitando sus alas. "Las estaciones cambian por la forma en que la Tierra gira alrededor del sol. Vamos a averiguarlo juntos".
Empezaron su aventura y se dirigieron a la colina más alta del bosque para obtener una mejor vista del sol. Allí encontraron a su amiga la mariposa Mili, que revoloteaba de un lado a otro, disfrutando de la luz del sol.
"¡Mili!", exclamó Lía. "¿Sabés por qué las hojas se ponen de colores en otoño?".
"¡Claro!", contestó Mili emocionada. "Cuando los días se hacen más cortos, los árboles dejan de producir clorofila, la sustancia que les da ese verde brillante. Por eso se vuelven amarillos, naranjas y rojos antes de caer".
"¿Y qué pasa en invierno?", preguntó Lía, mientras un suave viento la hacía temblar.
"En invierno, muchos árboles se preparan para descansar. La nieve cubre el bosque, pero eso no significa que todo esté muerto. Solo están guardando energía para la primavera", explicó Mili dulce y tranquilamente.
Lía estaba fascinada, pero todavía tenía muchas más preguntas.
"¿Y qué hay de la primavera?", insistió.
Berto sonrió y dijo, "La primavera es cuando la vida regresa a todo. Las flores empiezan a brotar y los árboles se llenan de hojas otra vez. Es como si el bosque se despertara de un largo sueño".
"¡Y en verano es cuando todo está vibrante y lleno de vida!", agregó Mili, haciendo un giro en el aire.
"¡Sí!", gritó Lía. "Todo es tan emocionante. Pero, ¿por qué a veces los días son más largos y a veces son más cortos?".
"Eso se debe a la inclinación de la Tierra y a cómo gira a su alrededor. Cuando el hemisferio norte se inclina hacia el sol, tenemos más luz y calor, y es verano. Pero cuando se aleja, los días se acortan y llega el invierno", explicó Berto con paciencia.
De repente, vieron a un grupo de pequeños animales correteando por el prado.
"¿Qué hacen esos animales?", preguntó Lía intrigada.
"Están recolectando comida para el invierno", respondió Mili. "Siempre hay que prepararse para el cambio de estaciones, porque cada una trae algo especial".
Lía miró a su alrededor, maravillada por la sabiduría de sus amigos. Tenía tanto que aprender aún. Entonces decidió que, no solo quería entender, sino también ayudar a sus amigos a prepararse para cada estación.
"¿Puedo ayudar también? Me gustaría estar lista para el invierno", dijo Lía con determinación.
"¡Por supuesto!", dijeron Berto y Mili al unísono. Así, comenzaron a recolectar nueces y semillas. Ayudaron a otros animales a encontrar refugio y prepararse para el frío.
Pasó el tiempo y, con cada estación, Lía aprendió algo nuevo. En primavera, ayudó a plantar flores y observar cómo todo despertaba. En verano, jugó y se refrescó en el río, disfrutando del calor.
Cada estación traía sus propios avatares. Y cuando llegaba el otoño, recordaba cómo las hojas se caían y las cosas se preparaban para el invierno. Lía comprendía que el cambio de estaciones no era algo a lo que temer, sino un ciclo hermoso y necesario.
Un día, mientras disfrutaban de una tarde soleada, Berto le dijo a Lía:
"¿Ves todo lo que hemos aprendido? Cada estación tiene su magia y su propósito. El secreto está en abrazar el cambio y disfrutar de lo que cada una nos ofrece".
Lía sonrió, llena de gratitud. Nunca se sintió sola en sus preguntas y exploraciones. Con sus amigos aprendió que cada cambio en la naturaleza también era un recordatorio de lo hermoso que es la vida.
"¡Gracias, Berto y Mili! No puedo esperar por la próxima primavera. Cada estación es una nueva aventura", exclamó Lía alegremente.
Y así, Lía, Berto y Mili continuaron celebrando las estaciones, disfrutando de cada momento y aprendiendo siempre uno del otro, mientras el bosque se llenaba de colores y sonidos, formando un ciclo perfecto de vida.
Desde aquel día, Lía no solo entendió el cambio de estaciones, sino que también aprendió que cada pequeña parte de la naturaleza juega un papel especial en el gran espectáculo de la vida.
FIN.