Las Aventuras de Lía y Tomás en Zorwan



En un rincón del universo, en un planeta lejano llamado Zorwan, vivía una valiente exploradora llamada Lía. Lía tenía una chispa en sus ojos y un sueño en su corazón: viajar en el tiempo y descubrir los secretos de otros mundos.

Un día, mientras Lía trabajaba en su laboratorio, encontró un antiguo mapa que pertenecía a los primeros exploradores de Zorwan. "¡Mirá esto, Lía!" -exclamó su hermano Tomás, un pequeño aventurero que siempre la acompañaba. "Parece que este mapa señala un portal de tiempo escondido en la montaña de Onsai. ¿Deberíamos ir a buscarlo?"

Lía sonrió, sabiendo que esta podría ser su oportunidad. "¡Sí, Tomás! Vamos a aventurarnos juntos y descubrir adónde nos llevará."

Los dos hermanos se prepararon para su viaje, empacando comida, agua y su espíritu aventurero. Al llegar a la montaña de Onsai, se dieron cuenta de que el camino estaba lleno de obstáculos. "¡Mirá!" -dijo Lía, señalando un río que debían cruzar. "No podemos mojar nuestras cosas. Pensá en una estrategia."

Tomás observó el río y tuvo una idea. "Podríamos construir una balsa con las ramas y hojas que hay aquí."

Con esfuerzo y trabajo en equipo, lograron hacer una balsa que los llevó al otro lado del río. "¡Lo hicimos!" -gritó Tomás, emocionado. Lía lo abrazó. "¡Vamos, que aún no llegamos al portal!"

Después de varias aventuras, encontrando criaturas mágicas y superando desafíos, finalmente llegaron al lugar marcado en el mapa. Allí, ante ellos, estaba el portal, brillando con colores asombrosos. "¿Estás lista, Lía?" -preguntó Tomás, con los ojos relucientes. "¡Siempre lista!" -respondió ella.

Ambos se tomaron de las manos y cruzaron el portal. En un instante, se encontraron en un mundo sorprendente, lleno de árboles de cristal y criaturas que nunca habían visto. "¿Dónde estamos?" -preguntó Tomás, asombrado. "Parece un mundo donde el tiempo pasa de manera diferente." -respondió Lía.

Mientras exploraban, encontraron a un anciano sabio que les contó sobre el “Reloj de la Sabiduría”, un objeto que podía otorgarles un conocimiento profundo sobre el tiempo y el espacio. "Para obtenerlo, deben responder a tres acertijos. Recuerden, el trabajo en equipo es clave."

Lía miró a Tomás y dijo "¡Esto es perfecto! Con nuestras mentes combinadas, podemos resolver cualquier cosa. ¡Vamos!"

El primer acertijo fue: "¿Qué siempre está delante de ti pero no lo puedes ver?"

"¡El futuro!" -gritaron ambos al unísono.

El segundo era: "Si me hablas, yo no te escucharé, pero si me susurras, yo te responderé. ¿Qué soy?"

"¡El silencio!" -afirmó Lía, mientras Tomás sonreía.

El tercer y último acertijo fue: "El día de ayer es solo un recuerdo, el día de mañana es una promesa; solo el día de hoy es verdad. ¿Qué soy?"

"¡El presente!" -dijo Tomás.

El anciano, impresionado por su cooperación, les entregó el Reloj de la Sabiduría. Al girarlo, vieron imágenes de todos los mundos que existían y aprendieron sobre la importancia de conocer y respetar el tiempo. "Cada segundo cuenta, no lo desperdicien", les dijo el anciano.

Con el corazón lleno de conocimiento, Lía y Tomás regresaron a Zorwan a través del portal. "Es increíble todo lo que hemos aprendido", dijo Lía, emocionada. "Sí, y lo hicimos juntos" -agregó Tomás, sonriendo.

Al volver, decidieron compartir sus aventuras y las enseñanzas del anciano con otros jóvenes exploradores de Zorwan. "Cada uno de nosotros tiene una chispa de aventurero dentro. Nunca dejen de soñar y explorar" -les decían. "Y recuerden, juntos pueden lograr cualquier cosa."

Así, con el tiempo, Zorwan se llenó de exploradores valientes y curiosos, inspirados por la historia de Lía y Tomás, quienes demostraron que la verdadera aventura no solo está en el descubrimiento de nuevos mundos, sino también en el viaje que compartimos con quienes amamos.

FIN.

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