Las aventuras de Lila y los espejos mágicos



Érase una vez en un colorido pueblo llamado Espejilandia, donde todos los habitantes eran conocidos por tener una gran autoestima. Sin embargo, había una pequeña niña llamada Lila que siempre se sentía insegura, y a pesar de que todos la querían, ella no podía ver lo maravillosa que era.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Lila encontró una cueva misteriosa. Al adentrarse, descubrió un grupo de espejos mágicos.

"¡Hola, Lila!" - dijo un espejo en voz alta. "¿Por qué estás tan triste?"

"No sé, siento que nunca soy suficiente y que nadie me quiere realmente", respondió Lila, mirando su reflejo con desdén.

Los espejos se miraron entre sí y un espejo grande y brillante, llamado Espejo Sabio, dijo: "Aquí en Espejilandia, todos tienen algo especial. ¿Por qué no probamos algo divertido? Podemos mostrarte lo que realmente eres."

Curiosa, Lila aceptó.

El Espejo Sabio giró y una nube de brillo la envolvió. De repente, Lila comenzó a ver diferentes momentos de su vida. Primero, vio a su mejor amiga Ana diciéndole:

"¡Gracias por ayudarme a estudiar! Sin vos no hubiera pasado el examen."

Luego, un recuerdo de su hermano menor:

"Sos la mejor hermana del mundo. Siempre sabes cómo hacerme reír."

Y también recordó cuando ella ayudó a un perrito perdido a encontrar su camino a casa.

"¡Gracias, Lila! Eres mi heroína!" - ladró el perrito.

- “¿Pero yo? ” - preguntó Lila, sorprendida. - “No hice nada tan especial…”

- “Todas esas pequeñas cosas importan mucho”, respondió el Espejo Sabio. - “Cada acción que hiciste genera un impacto grande, y por eso somos quienes somos.”

Con cada recuerdo, Lila comenzó a sonreír.

"Pero, ¿por qué no puedo verlo en el espejo?" - se lamentó.

"A veces, las cosas más importantes no se ven en la superficie", dijo el Espejo Sabio. "Debes aprender a verte como nos ven los demás."

Lila asintió, comprendiendo que debía entrenar su corazón. Así que decidió hacer una lista de todas las cosas que le gustaban de sí misma. En la noche, antes de dormir, las escribió en un papelito:

- Me encanta pintar y hacer arte.

- Soy una buena amiga.

- Tengo una sonrisa que ilumina el día de los demás.

Al día siguiente, Lila volvió a visitar a los espejos.

"¡Miren lo que hice!" - exclamó mientras mostraba su lista.

"¡Eso es un gran comienzo!" - gritó el espejo pequeño y travieso. "Ahora, cada vez que te sientas insegura, lee esto y recordá lo que valés."

Pero de repente, un espejo más pequeño, llamado Espejito Tímido, se quejó:

"Pero, ¡¿y si alguien me dice que soy feo o tonto?"

"¡No dejes que eso te afecte!" - respondió Lila. "Todos tenemos días buenos y malos, pero lo importante es cómo nos vemos a nosotros mismos. No podemos dejar que otros nos definan."

Espejito Tímido sonrió por primera vez y dijo:

"¡Sos súper valiente, Lila!"

Poco a poco, Lila fue visitando a los espejos cada día, y cada vez que se miraba, recordaba lo valiosa que era. Las inseguridades comenzaron a desvanecerse. Un día, al salir de la cueva, Lila decidió compartir lo aprendido con sus amigos.

"Chicos, quiero que hagan un ejercicio! Vamos a hacer nuestras propias listas de cosas que nos gustan de nosotros y compartirlas!"

- “¡Súper idea, Lila! ” - respondió Ana. - “Ayudémonos a recordar lo especiales que somos.”

La alegría se extendió rápidamente por Espejilandia mientras más niños compartían su lista y se animaban mutuamente. El pueblo se llenó de risas y nuevos amigos, ya que todos comenzaron a redescubrir sus talentos y cualidades.

Desde ese día, Lila se convirtió en un símbolo de confianza y cariño entre sus amigos. Espejilandia nunca volvió a ser el mismo, porque Lila aprendió que la autoestima se construye al recordarnos cada día nuestra valía.

Y así, tanto Lila como sus amigos encontraron la belleza dentro de sí mismos, riendo y jugando, sabiendo que ser uno mismo es la aventura más importante de todas.

FIN.

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