Las aventuras de Lily y sus amigos reales
En un país muy lindo, Colombia, vivía una chica que se llamaba Lily. Lily nació en Bogotá, pero un día su familia decidió mudarse a un pueblito hermoso llamado Madrid, en Cundinamarca. Aunque el lugar era muy bonito, para Lily todo era extraño y solitario. No conocía a nadie y se sentía un poco triste.
Un día, mientras exploraba su nuevo hogar, Lily decidió dar un paseo por el parque. Mientras caminaba, vio un grupo de niños que se reían y jugaban a la pelota. Se acercó tímidamente, pero cuando estaban por notar su presencia, se dio vuelta rápidamente para escapar.
- ¡Espera! - gritó uno de los chicos. Era Tomás, un niño con una sonrisa amplia. - ¿Por qué te vas? Ven a jugar con nosotros.
Lily se detuvo, sorprendida por la invitación. - Yo... no sé jugar muy bien. No quiero que se rían de mí.
- No tienes que ser la mejor, solo ven y diviértete - insistió Tomás.
Finalmente, Lily decidió unirse al grupo y, para su sorpresa, se divirtió mucho. La tarde pasó volando entre risas y juegos. Al final del día, Lily estaba feliz.
- Gracias por invitarme - dijo. - Nunca pensé que podría ser tan divertido.
- Siempre habrá espacio para más amigos - contestó Tomás. - ¿Te gustaría venir mañana también?
Desde ese día, Lily comenzó a ir al parque todos los días y gradualmente se hizo amiga de los otros niños: Sofía, la más creativa, y Pablo, que tenía una gran habilidad para contar cuentos. Juntos exploraron el bosque cercano, inventaron juegos nuevos y hasta organizaron una búsqueda del tesoro.
Un sábado, decidieron hacer una fogata en el parque para contar historias. Lily estaba ansiosa y empezó a sentir un poco de miedo de no saber qué contar.
- ¡Lily, queremos escuchar una historia tuya! - la animó Sofía.
- Pero no tengo ninguna buena... - respondió Lily, mirando hacia abajo.
- No te preocupes. Lo importante es que sea de tu corazón. - dijo Pablo muy emocionado.
Con un poco de nervios, Lily comenzó a contar la historia de una niña que logró hacer amistad con un grupo de extraños en un lugar nuevo. Todos escuchaban embobados. A medida que avanzaba en su relato, notó que sus amigos sonreían y estaban con una atención especial.
Cuando terminó, todos estallaron en aplausos.
- ¡Fue increíble, Lily! - exclamó Tomás. - Deberías contar más historias.
Esa noche, Lily se dio cuenta de que había encontrado un lugar donde podía ser ella misma, y que su voz tenía valor. A partir de entonces, la amistad de Lily se hizo más fuerte con cada aventura. No solo aprendió a jugar a la pelota, a crear cuentos y a relajarse, sino que también se dio cuenta de que no estaba sola.
Con el tiempo, Lily se convirtió en una gran narradora de historias, y cada vez que contaba una, sus amigos sabían que podían ser parte de la aventura. Un día, decidieron que su grupo se llamaría "Los Aventureros de Madrid" y juntos vivieron mil y una historias que nunca olvidarían.
Lily descubrió que lo importante no es ser la mejor en algo, sino disfrutar el camino y rodearse de buenos amigos. Y así, en un pueblito hermoso, una niña aprendió el verdadero significado de tener amigos reales.
FIN.