Las Aventuras de los Cerditos Contadores



Había una vez tres cerditos muy divertidos que vivían en un hermoso bosque. Se llamaban Pipo, Lili y Toto. Cada mañana, salían a jugar y a explorar. Un día decidieron que debían contar todo lo que encontraban en sus aventuras.

- ¡Contemos! - dijo Pipo, emocionado.

- Sí, ¡contemos! - saltó Lili, moviendo su colita.

- ¡Yo quiero contar, yo quiero contar! - gritó Toto, dando vueltas en el aire.

Así que se pusieron en marcha. En su camino, encontraron un gran árbol lleno de manzanas.

- ¡Miren cuántas manzanas hay! - exclamó Pipo.

Empezaron a contar: 1, 2, 3, 4, 5...

- ¿Cuántas hay? - preguntó Lili.

- ¡Hay 10 manzanas! - respondió Toto.

- ¡Vamos a recogerlas! - dijo Pipo. Y juntos comenzaron a llenar sus mochilas con las manzanas.

Pero justo cuando estaban a punto de irse, se dio vuelta una gran y curiosa abeja.

- ¡Hola, cerditos! - zumbó. - ¿Contaron las flores también?

- No, no hemos contado flores - dijo Lili.

- Entonces ¡vamos a contar juntas! - dijo la abeja. Y comenzaron a contar: 1, 2, 3, 4, 5...

- ¡Hay 8 flores hermosas! - dijo Toto.

- ¡Son preciosas! - exclamó Pipo.

- ¡Debemos volver a jugar! - sugirió Lili, que tenía mucho entusiasmo.

Siguieron su camino y llegaron a un pequeño arroyo. Allí encontraron piedras de todos colores.

- ¡Miren cuántas piedras hay! - gritó Lili.

- Contemos las piedras - dijo Pipo.

- ¡Sí! - dijo Toto.

Y empezaron a contar las piedras brillantes: 1, 2, 3, 4...

- ¡Hay 6 piedras! - dijo Lili.

- ¡Son como joyas! - exclamó Toto.

Entonces, mientras jugaban con las piedras, de repente apareció un pato muy chistoso.

- ¡Hola, cerditos! - graznó el pato. - ¿También contaron cuántas plumas tengo?

- No, pero ¡hagámoslo! - dijo Pipo.

Y entonces, el pato se agachó y comenzó a remover sus plumas.

- 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7… ¡Tengo 10 plumas! - dijo orgulloso.

- ¡Qué divertido! - dijo Lili. - ¡Todos contamos cosas diferentes!

Así pasaron el día, contando manzanas, flores, piedras y plumas. Al atardecer, decidieron regresar a casa.

Cuando llegaron, su mamá cerdita estaba esperándolos.

- ¿Qué aventuras tuvieron hoy, cerditos? - les preguntó.

- Contamos muchas cosas, Mamá. - dijo Toto. - Manzanas, flores, piedras y plumas.

- ¡Eso suena muy divertido! - dijo la mamá cerdita. - Eso significa que aprendieron a contar.

Y los cerditos sonrieron satisfechos. Después contaron a su mamá todo lo que habían aprendido y cómo sumaron las cosas en su día.

Aunque habían comenzado contando objetos, terminaron contando sonrisas, risas y un sinfín de cosas divertidas. Y así, los tres cerditos descubrieron que cada día es una nueva aventura por contar.

Desde entonces, cada vez que salían a jugar, recordaban contar todo lo que encontraban, porque en cada aventura había siempre algo nuevo y sorprendente. Y así, los cerditos siguieron disfrutando de su vida en el bosque, llenos de alegría y contando con amor su mundo lleno de magia.

Y colorín colorado, ¡hasta la próxima aventura!

FIN.

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