Las Aventuras de los Geométricos
Érase una vez, en un colorido mundo geométrico, donde las figuras vivían en armonía, cada una brillando en su propia esencia. En este mundo, un círculo llamado Carlitos, un cuadrado llamado Cuadrado, un triángulo llamado Tri y un rectángulo llamado Recti eran los mejores amigos. Todos tenían sueños distintos, pero compartían una pasión: explorar su mágico mundo de formas.
Un día, mientras jugaban en el Parque de las Figuras, Carlitos saltó con alegría.
"¡Vamos a aventurarnos más allá de las Colinas de los Polígonos!" - exclamó.
"¡Súper idea!" - gritó Tri, agitando sus vértices puntiagudos.
"No sé, chicos. Es posible que nos perdamos, y me gusta que todo sea cuadrado y seguro" - dijo Cuadrado, acomodándose un poco.
"¡Pero hay un mundo esperándonos! No podemos quedarnos siempre dentro de la misma forma" - insistió Recti, elongándose para hacerse más alto.
Finalmente, todos estuvieron de acuerdo en que era tiempo de aventurarse. Se despidieron del Parque de las Figuras y comenzaron su viaje. Caminando por las Colinas de los Polígonos, encontraron un misterioso Bosque de las Curvas.
En el bosque, cada figura sentía algo nuevo y diferente. Carlitos rodó rápidamente entre las ramas, disfrutando de su fluidez.
"¡Miren cómo me deslizo!" - dijo Carlitos, feliz.
Tri, con sus vértices afilados, observó con curiosidad.
"¿No crees que nos hagas daño si caes?" - le preguntó.
"No, cada forma tiene su propio estilo; ¡a mí me encanta rodar!" - respondió Carlitos.
Recti observaba cómo los árboles eran curvos y flexibles.
"Me siento un poco fuera de lugar aquí, con tantos caminos irregulares" - dijo confuso.
"Pero eso es lo fantástico de este bosque. Las curvas pueden ser igual de bellas que nuestras esquinas" - comentó Tri.
De repente, un viento sopló profundamente en el bosque, y una figura extraña apareció. Era la Sombra, un personaje que parecía estar formado de múltiples formas pero sin definirse del todo.
"Hola, amigos geométricos. ¿Están perdidos?" - preguntó la Sombra, jugueteando entre sus múltiples vértices y curvaturas.
"Estamos explorando..." - dijo Cuadrado, un poco nervioso.
"¿Es que no pueden ver las maravillas que hay aquí?" - cuestionó la Sombra, su voz resonando con eco entre los árboles. "¿Por qué no unirse a mí en esta búsqueda de la forma más hermosa de todas?"
Carlitos, emocionado por la idea, rápidamente aceptó.
"¡Sí! Mostranos el camino, por favor!" - pidió, lleno de alegría.
Pero Cuadrado levantó una esquina.
"Esperen, ¿y si la belleza de la Sombra es distinta a la nuestra? ¿No deberían quedarse más en su propio terreno?"
"La belleza no tiene un solo molde, amigo Cuadrado. Cada forma tiene su lugar y su función" - le explicó Tri con convicción.
La Sombra comenzó a guiarlos, llevándolos a través de sorpresas llenas de contrastantes figuras. Aprendieron sobre círculos cóncavos, triángulos escaleno y cuadrados de diferentes tamaños.
En un momento, se encontraron frente a un Valle de Espirales.
"¡Miren!" - dijo Recti, mientras observaba como las espirales giraban en danzas fluidas. "¿Puedo ser... diferente también?"
La Sombra, con un suave susurro, agregó:
"¡Claro! Lo que te hace especial es tu forma, y eso no cambia; lo único que importa es cómo decides reaccionar al cambio, cómo te adaptas al mundo que te rodea."
Finalmente, llegaron a una cumbre desde donde podían ver todo el mundo geométrico: un espectáculo lleno de colores, formas, y armonía.
"Esto es maravilloso..." - murmuro Cuadrado, percibiendo la belleza del mundo que lo rodeaba.
"Y todo esto existe gracias a nuestras diferencias. Cada figura tiene su propio brillo, ¿no lo ven?" - dijo Cuadrado con una sonrisa más amplia.
La Sombra se despidió, dejando en cada uno de ellos una chispa de inspiración. Cuando regresaron al Parque de las Figuras, ya no eran solo Carlitos, Cuadrado, Tri y Recti; eran un grupo de amigos que ahora apreciaban la diversidad de formas y colores.
Desde ese día, nunca volvieron a jugar de la misma manera. Aprendieron que cada figura tenía su propia historia que contar, y que al unirse, podían crear magia. Juntos, exploraron sin miedo a ser diferentes y descubrieron un mundo de posibilidades además de su forma.
"¡Vamos a hacer actividades mezclando nuestras formas!" - sugirió Carlitos con una sonrisa.
"¡Sí, a jugar con colores y texturas diversas!" - se unieron Tri y Cuadrado, mientras Recti asentía, feliz.
Así, en su hogar geométrico, todos siguieron jugando y creando juntos, aceptando sus diferencias y aprendiendo que cada forma tenía su magia. Y así, cada día era una nueva aventura llena de amistad, donde la diversidad era celebrada y nunca olvidaron lo que aprendieron en el Bosque de las Curvas.
FIN.