Las Aventuras de los Siete Amigos



Era una mañana soleada en Sabadell y un grupo de siete amigos y amigas de cinco años se preparaba para un nuevo día lleno de aventuras. Todos iban al mismo jardín de infantes y, además de estudiar, siempre buscaban algo divertido por hacer después de clase. Los amigos eran: Sofía, el líder del grupo, siempre llena de ideas y entusiasmo; Tomás, el amigo más creativo que nunca paraba de dibujar; Valentina, que adoraba leer cuentos; Lucas, el más aventurero que soñaba con ser explorador; Martina, la amiga más dulce y siempre dispuesta a ayudar; Felipe, que hacía reír a todos con sus chistes; y Clara, que siempre tenía historias emocionantes para compartir.

Un día, después de clases, Sofía propuso:

"¡Chicos! ¿Qué les parece si hacemos una búsqueda del tesoro en el parque?"

Todos aplaudieron emocionados y comenzaron a planear cómo sería su aventura.

Tomás, emocionado, dijo:

"¡Podríamos elaborar un mapa!"

Valentina agregó:

"Y yo puedo escribir pistas para que encontremos el tesoro."

Lucas, con ojos brillantes, exclamó:

"¡Sí, y podríamos usar binoculares para mirar desde lejos!"

Se pusieron a trabajar. Cada uno tenía una tarea y se sintieron un gran equipo. Al día siguiente, la búsqueda del tesoro comenzó. Los amigos se distribuyeron por el parque buscando las pistas.

Mientras caminaban, encontraron la primera pista escondida detrás de un arbusto.

"¡Aquí está la primera!" gritó Felipe, saltando de alegría.

La pista decía: "Bajo las sombras donde los pájaros cantan, el siguiente mensaje deben buscar". Todos miraron a su alrededor.

"¡Ah! ¡Podría ser el gran árbol!" sugirió Clara.

"¡Vamos a buscar!" respondieron al unísono.

Luego de correr hacia el gran árbol, encontraron otra pista. Pero esta vez, era diferente. Decía: "El verdadero tesoro se encuentra en lo que hacemos juntos."

"¿Qué significa eso?" preguntó Martina, confusa.

"Quizás el tesoro no sea un objeto, sino algo más especial" reflexionó Sofía.

Continuaron buscando, pero se dieron cuenta de que se habían alejado bastante del lugar donde comenzaron. De repente, se dio cuenta de que ya no tenían idea de cómo regresar.

"¡Estamos perdidos!" exclamó Clara asustada.

"No, no lo estamos!" intentó calmar Tomás. "Solo necesitamos recordar lo que hicimos al principio".

Juntos empezaron a recordar. Uno a uno, cada amigo compartió qué habían visto.

"Recuerdo que pasamos por el columpio al entrar al parque" dijo Lucas.

"¡Y vimos la fuente!" recordó Valentina.

"¡Y el banco donde nos sentamos a descansar!" agregó Felipe.

Con la memoria de cada uno, comenzaron a seguir los pasos de regreso. Mientras lo hacían, se dieron cuenta de que, aunque habían buscado un tesoro, su verdadera aventura era la diversión de estar juntos, explorando y superando desafíos.

Finalmente, llegaron al punto de encuentro donde habían comenzado. Allí se sentaron, riendo y compartiendo sus cuentos sobre cómo se sintieron al explorar juntos.

"¡El verdadero tesoro somos nosotros!" dijo Sofía emocionada.

"Sí, porque juntos podemos hacer cualquier cosa" añadió Clara con una sonrisa.

Fue entonces que el grupo decidió que, cada semana, harían una nueva aventura en lugar de preocuparse por encontrar un objeto. Se convirtieron en un grupo famoso en su jardín de infantes, conocidos como "Los Siete Aventureros".

Juntos, aprendieron que la verdadera diversión está en compartir momentos, risas y aventuras, y que siempre podían contar el uno con el otro.

Y así, pasaron sus días, no buscando tesoros materiales, sino creando recuerdos que durarían toda la vida.

FIN.

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