Las Aventuras de Luca el Cuenta Cuentos



Luca era un niño de seis años lleno de energía y creatividad. Siempre tenía historias increíbles en su cabeza y le encantaba contarlas a los demás. Sin embargo, a veces no encontraba las palabras adecuadas y a sus compañeros les costaba entenderlo. Esto lo hacía sentir muy triste, porque, aunque tenía muchas ganas de hacer amigos, los otros niños lo excluían.

Un día, mientras estaba en el patio de la escuela, Luca vio a un grupo de niños riendo y jugando. Se acercó con una sonrisa y les dijo: - Hola, soy Luca, ¿puedo jugar con ustedes?

Un niño del grupo lo miró y respondió: - No, no entendemos lo que decís. Mejor andá a jugar solo.

Luca sintió un nudo en su estómago, pero decidió no rendirse. Así que, en vez de irse, se sentó en un rincón y empezó a dibujar. Mientras dibujaba, se enfocó en una historia que había creado sobre un dragón que podía volar entre las nubes. Cada día, dibujaba un nuevo fragmento de su historia.

Al pasar los días, un día llega una nueva compañera a la escuela: Sofía, una niña de cabello rizado y ojos curiosos. Al ver a Luca dibujando, se acercó y le preguntó: - ¿Qué estás haciendo?

- Estoy dibujando un dragón - respondió Luca con una gran sonrisa.

- ¡Me encanta! ¿Me podés contar de qué trata? - preguntó Sofía entusiasmada.

Luca tomó una respiración profunda y comenzó a contarle la historia del dragón que tenía miedo de volar. A medida que hablaba, Sofía lo escuchaba con atención y le hizo muchas preguntas. Pronto, otros niños comenzaron a acercarse. Uno de ellos, Tomás, dijo: - ¡Yo quiero escuchar también!

Luca se sintió feliz y emocionado. Nunca había tenido tantos ojos en él. Todos se sentaron alrededor, incluidos algunos de los niños que antes lo habían excluido.

Luca, lleno de confianza, decidió escuchar la historia de su dragón de otra manera. - El dragón se llamaba Flami y quería ser el primer dragón volador en hacer acrobacias en las nubes. Pero a veces no estaba seguro de sí mismo. -

Tomás intervino: - ¡Yo puedo dibujar al dragón volando en las nubes!

Sofía asintió: - Y yo puedo ayudar a contar la historia. Si Flami necesita amigos, ¡podemos ser sus amigos!

Luca no podía creer lo que estaba sucediendo. No solo escuchaban su historia, sino que la estaban construyendo juntos. Los niños repentinamente se unieron, y también empezaron a compartir sus propias historias.

- Yo tengo uno sobre un gato que sueña que es un superhéroe - dijo Tomás.

- Y yo tengo un cuento sobre una princesa que salva a su reino - agregó Sofía.

Con el tiempo, Luca dejó de preocuparse por las dificultades que tenía al hablar. Se dio cuenta de que no tenía que contarlo todo perfecto. Lo importante era la conexión que estaba creando con sus nuevos amigos y cómo todos juntos podían ayudar a dar vida a las historias.

Unos días después, Luca, Sofía, y Tomás decidieron organizar un pequeño espectáculo en el patio, donde contarían sus cuentos. Invitaron a sus compañeros y ella difundió un aviso en la clase. Para sorpresa de todos, muchos niños se acercaron a escuchar. Luca, nervioso pero feliz, reparó en que ya no era el niño que estaba solo en un rincón.

- ¡Vamos, Luca! ¡Contá tu historia! - le animaron Sofía y Tomás.

Luca sonrió, tomó un profundo respiro y comenzó: - Érase una vez un dragón llamado Flami…

Los niños lo miraban encantados. Luca sintió que cada palabra que decía lo acercaba más y más a sus nuevos amigos.

Al final de la historia, todos aplaudieron. Anidándose en su corazón, Luca sintió que, aunque a veces se tratara de un desafío comunicarse, con amistad y un poco de creatividad se podían superar los obstáculos.

Y así, Luca no solo se convirtió en un gran cuenta cuentos, sino también en un amigo querido por todos.

Al finalizar el día, mientras caminaba hacia su casa con Sofía y Tomás, Luca sonrió y exclamó: - ¡Quiero contar más historias en el futuro!

- ¡Y nosotros queremos escucharlas! - dijeron al unísono.

Esa fue la forma en la que Luca aprendió que, a veces, las palabras no son lo único que forman las amistades. A veces, los dibujos, la creatividad y la empatía son la magia para conectar con los demás.

FIN.

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