Las Aventuras de Lucas en el Supermercado



Era un día soleado cuando Lucas, un niño de diez años, se encontró en el pasillo de un supermercado. Un lugar lleno de colores, sonidos y olores. Pero, ¿qué hacía ahí? Lucas preferiría estar explorando el parque o jugando al fútbol con sus amigos. Había ido con su mamá porque ella necesitaba comprar algunas cosas y, aunque no era lo que más le gustaba, decidió que podría ser divertido.

Mientras su mamá miraba las listas de precios, Lucas se emocionó al ver una sección con juguetes. "Mamá, ¿puedo mirar los juguetes un ratito?" - preguntó.

"Claro, hijo. Pero no te alejes demasiado, ¿sí?" - respondió su mamá.

Lucas corrió hacia la sección de juguetes y comenzó a inspeccionar cada estante. Allí vio un tren de juguete que tenía luces brillantes. "¡Qué genial!" - exclamó. Justo en ese momento, el sonido del celular de su mamá lo interrumpió. "Un momento, Lucas, tengo que atender este llamado" - dijo su mamá mientras salía de la sección.

Lucas, impaciente, decidió que era hora de explorar un poco más. Mientras caminaba, se encontró con un pasillo lleno de golosinas. "¡Nunca había visto tantas cosas ricas!" - pensó mientras sus ojos brillaban. En su camino, conoció a Pía, una niña de su edad que parecía tan emocionada como él.

"¡Hola!" - saludó Lucas. "Yo soy Lucas. ¿Te gustan las golosinas también?"

"¡Hola! Soy Pía!" - respondió ella con una sonrisa. "¡Me encantan! Pero mi mamá dice que no puedo comer muchas."

"Sí, lo mismo dice mi mamá. Pero a veces, solo un poquito no hace daño, ¿verdad?" - Lucas hizo una mueca traviesa.

Ambos comenzaron a reír y a charlar sobre sus golosinas favoritas. Sin embargo, Lucas notó que Pía lucía un poco preocupada.

"¿Pasa algo?" - le preguntó Lucas.

"No sé qué elegir para llevarle a mi hermanito. Le prometí que le traería algo, pero no sé qué le gusta" - dijo Pía con tristeza.

"Podríamos preguntarles a los demás, ¿te parece?" - propuso Lucas.

Juntos, comenzaron a preguntar a otros niños en la sección de golosinas. Algunos sugerían chocolates, otros gomitas. Después de un rato, decidieron que lo mejor para el hermanito de Pía sería una bolsa de gomitas de diferentes sabores.

"¡Gran elección!" - exclamó Lucas, mientras el rostro de Pía se iluminaba. "Ahora solo falta que elijas algo para ti. ¿No te gustó nada?" -

"Sí, quería uno de esos caramelos en forma de estrella. ¡Voy a buscar uno!" - dijo Pía, y corrió mientras Lucas la esperaba.

Mientras esperaba, Lucas escuchó a una señora que estaba discutiendo con un empleado sobre si un producto era muy caro. "¡Pero es por calidad!" - decía el empleado.

"No puede ser tan caro, necesitamos soluciones accesibles!" - insistía la señora.

"Quizás deberían hacer una encuesta para saber qué prefieren comprar. Siempre hay formas de ayudar y encontrar un equilibrio" - pensó Lucas, recordando las charlas que había tenido en la escuela sobre economía y cómo podía afectar a todos.

Cuando Pía regresó, Lucas le dijo lo que había visto. "¿Qué pasa si hacemos una encuesta con otros clientes que estén en la tienda?" -. Pía, emocionada, aceptó enseguida. Juntos, recorrieron los pasillos y comenzaron a preguntar a los adultos si consideraban que los precios eran justos y qué alternativas sugerirían.

Luego de hacer su pequeña encuesta, fueron a las cajas, donde contaron lo que habían descubierto. "Creemos que es importante que el supermercado escuche a sus clientes. Si muchas personas sienten que están pagando demasiado, deberían ajustar los precios. Uno nunca sabe si su opinión puede hacer una gran diferencia" - dijo Lucas animado.

Al final, después de tantas aventuras, ambos se dieron cuenta de que había mucho más en un simple pasear por el supermercado. A veces, lo que parece aburrido puede de repente volverse una gran oportunidad para ayudar, aprender y hacer nuevos amigos.

"Me alegro de que hayamos venido al supermercado. ¡Hiciste que un paseo normal se volviera especial!" - le dijo Pía a Lucas mientras se marchaban con sus sorpresas.

"¡Yo también! ¡Definitivamente haremos esto otra vez!" - sonrió Lucas. Y así, con una bolsa llena de dulces y un nuevo proyecto en mente, Lucas y Pía se despidieron.

Y así, un día cualquiera en el supermercado se transformó en una aventura inolvidable.

FIN.

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