Las Aventuras de Lucho y Sus Rutinas
Érase una vez un pequeño y curioso niño llamado Lucho, que vivía en un barrio alegre lleno de colores y amigos. Cada mañana, cuando el sol asomaba por encima de las casas, Lucho sabía que era hora de empezar su emocionante día, pero a veces no estaba muy seguro de cómo hacerlo. ¡Hoy sería un día especial!
- ¡Despertate, Lucho! - gritó su mamá desde la cocina.
- ¡Ya estoy, ya estoy! - respondió Lucho, frotándose los ojos como un osito perezoso.
Lucho se levantó de su cama, la cual siempre era un océano de mantas y almohadas, y decidió que hoy iba a hacer algo diferente. Así que, en lugar de simplemente levantarse y dejar la cama hecha un desastre, se asomó por la ventana y vio a sus amigos jugando en la vereda.
- ¡Hoy es un gran día! - exclamó Lucho mientras corría hacia el baño.
Primero, saltó a la ducha, y mientras el agua caía sobre él, imaginó que estaba bajo una cascada en la selva.
- ¡Splash! - gritó mientras se enjabonaba todo, haciendo burbujas que rebotaban por el baño.
Luego fue el turno de cepillarse los dientes.
- ¡Dale, a cepillarse! - se animaba a sí mismo. - ¡Mis dientes son como estrellas!
Con una sonrisa brillante, Lucho se cambió, se peinó y, antes de salir de su habitación, decidió hacer una sorpresa.
- ¡Voy a tender mi cama como un rey! - dijo feliz mientras acomodaba las sábanas y almohadas.
Cuando salió a la cocina, su mamá lo estaba esperando con un delicioso desayuno.
- ¡Hola, campeón! - dijo ella mientras servía unas tostadas con mermelada. - ¡A comer para tener energía! -
- ¡Gracias, mami! - dijo Lucho, devorando su desayuno como si fuera un superhéroe.
Luego, dirigió su camino al CDI (Centro de Desarrollo Infantil). En el camino, cantó una canción sobre jugar y aprender.
- ¡Hoy voy a ver a mis amigos y a jugar un montón! - dijo emocionado mientras caminaba.
Al llegar al CDI, sus amigos lo recibieron con abrazos.
- ¡Lucho! ¡Estábamos esperándote! - gritaron todos.
Durante el día, jugaron en la plaza, contaron historias y hasta hicieron un mural gigante.
- ¡Esto es un verdadero arte! - dijo su amiga Sofía mientras llenaban el papel de colores.
A la hora del lonche, cada uno compartió algo especial de su casa.
- Hoy traigo galletitas - dijo Lucho mientras todos se sentaban a disfrutar.
Después de un día lleno de juegos y risas, Lucho regresó a casa con su mamá.
- ¡Qué día increíble, mami! - dijo al aire.
- Sí, Lucho, pero ahora es hora de almorzar - ella contestó, sirviendo un plato delicioso.
Lucho comió como un campeón y luego le tocó una siesta bien merecida.
- ¡A dormir como un oso! - decía mientras cerraba los ojos.
Después de su siesta, Lucho se despertó lleno de energía y listo para jugar con su familia.
- ¡Vamos a jugar al fútbol, papá! - invitó emocionado.
Jugaron hasta que el sol empezó a esconderse. Después de una tarde de risas, Lucho volvió a casa y se preparó para la cena.
- ¡A cenar! - anunció su mamá, sirviendo un plato humeante.
- ¡Qué rico huele! - dijo Lucho mientras saboreaba cada bocado.
Antes de irse a dormir, se cepilló los dientes de nuevo y se puso su pijama de superhéroe.
- ¡Hoy fue un día grandioso! - pensó mientras se metía en la cama, deseando que todos los días fueran así.
Y así, Lucho aprendió que cada parte de su rutina era especial, llena de risas, juegos y amor. Al cerrar los ojos, se hizo un propósito:
- ¡Mañana será otro día increíble! - y se quedó dormido soñando con nuevas aventuras.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.