Las Aventuras de Lupita, Rouss y Carito
En un pequeño pueblo lleno de colores, vivían tres hermanas: Lupita, Rouss y Carito. Cada una tenía su propia personalidad, pero había algo que las unía: el amor por su madre, que aunque trabajaba mucho, siempre encontraba tiempo para ellas.
Un día, mientras su madre estaba en el trabajo, las tres hermanas discutieron sobre el gran té que iban a invitar a sus amigos.
"¡Yo propongo que hagamos un té de flores!" - dijo Lupita, llena de entusiasmo.
"Pero no tengo tiempo para eso, quiero jugar en el parque!" - respondió Rouss, con una actitud un poco traviesa.
"Chicas, ¡no se peleen! Podemos hacer ambas cosas y a la vez ayudar a mamá" - intentó calmar a Carito, la más pragmática.
Las chicas decidieron ir al parque a jugar primero, pensando que luego podrían planear el té. Pero, cuando llegaron, se encontraron con que el parque estaba lleno de basura.
"¡Miren todo esto! No es justo para los que vienen a jugar" - lamentó Lupita.
"Es cierto, deberíamos hacer algo al respecto" - agregó Rouss.
"¿Y si recogemos la basura y hacemos un gran día de limpieza?" - propuso Carito, viendo la oportunidad de también perfectar el té.
Las tres hermanas se arremangaron y comenzaron a recoger la basura. Pronto, algunos de los niños del parque se acercaron para ayudar.
"¡Nosotros también queremos ayudar!" - dijeron dos niños con sonrisas.
"Cuantos más seamos, más rápido terminaremos y luego haremos una fiesta" - celebró Lupita.
Después de unas horas de trabajo, el parque lucía espléndido. Las hermanas, junto a sus nuevos amigos, decidieron hacer una merienda improvisada para celebrar el gran logro.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Rouss, agotada pero feliz.
"Podemos hacer el té de flores como lo quería Lupita, ¡solo que aquí en el parque!" - sugirió Carito.
Mientras preparaban el té, llamaron a su mamá para contarle su aventura.
"¡Mamá, hoy hicimos algo increíble! Limpiamos el parque y ahora hacemos una fiesta" - dijo Lupita, emocionada.
"Eso suena maravilloso, hijas. Estoy orgullosa de ustedes. ¡Pero no se olviden de cuidar siempre nuestro hogar!" - respondió su madre.
Después de que todos disfrutaron del delicioso té de flores, el sol se puso y el cielo se tiñó de colores mágicos. Las hermanas se sintieron felices, no solo por haber jugado, sino por haber hecho algo bueno por su comunidad.
En ese momento, aprendieron una lección importante: a veces, dejar un poco de lado lo que querías hacer, puede llevarlas a una aventura más grande. Y, sobre todo, que juntas podían hacer del mundo un lugar mejor.
"¡Qué día tan especial! Vamos a repetirlo!" - dijo Rouss, todavía con una sonrisa en su rostro.
"Sí! y esta vez, quizás podemos invitar a más amigos" - agregó Lupita, entusiasmada.
"Las aventuras siguen, hermanas. ¡Vamos!" - exclamó Carito, con el alma llena de alegría.
Y así, las tres hermanas continuaron viviendo aventuras, siempre unidas por el amor y la disposición de ayudar a los demás, sabiendo que juntas podían lograr todo lo que se propusieran.
FIN.