Las aventuras de Luz, Kaká y Mónica



Había una vez tres amigas inseparables: Luz, Kaká y Mónica. Ellas habían decidido emprender un viaje en caravana por la hermosa Argentina. Con su mapa en la mano y mucha emoción en sus corazones, partieron en busca de aventuras y risas.

En la primera parada, en un pintoresco pueblito, decidieron visitar una feria. Allí, Luz vio unas empanadas que ni siquiera pudo resistir.

"¡Mirá esas empanadas, son enormes!" - exclamó Luz, señalando un puesto.

"Seguramente son las mejores del mundo. ¡Vamos a probarlas!" - gritó Mónica con un brillo en los ojos.

Y así fue como se acercaron al puesto. Pero mientras estaban eligiendo, Kaká notó un concurso de comer empanadas.

"¡Chicas! ¡Vamos a participar!" - dijo Kaká entusiasmada.

"¿No es un poco loco?" - preguntó Luz, un poco dudosa.

"¡Nada es loco cuando estamos juntas!" - respondió Mónica.

Las tres se inscribieron y comenzaron con el concurso. La competidora más feroz era una abuelita que parecía imbatible. Pero Luz, Kaká y Mónica, llenas de energía, comenzaron a devorar empanadas. Entre risas, cada vez que una empanada desaparecía, ¡una bocanada de harina salía volando y llenaba de alegría a todos los presentes!

Finalmente, a pesar de que la abuelita ganó, ellas se llevaron una medalla de participación y una gran experiencia. Desde ese momento, se hicieron promesas de volver a visitar ese pueblito y comer más empanadas.

Luego, las amigas decidieron visitar una reserva natural. Justo al llegar, vieron a un grupo de llamas que las miraban con curiosidad.

"¡Son tan adorables!" - gritó Mónica emocionada.

"¡Quiero acariciarlas!" - expresó Luz.

Y mientras se acercaban, una de las llamas decidió dar un pequeño salto y salió corriendo en dirección contraria.

"¡Ahí va!" - exclamó Kaká, riendo mientras corría detrás de la llama.

Las llamas comenzaron a seguir a Kaká, como si estuvieran jugando. Luz y Mónica no podían contener la risa mientras veían a su amiga rodeada de llamas saltarinas.

Después de un rato, las llamas se detuvieron y, en un giro inesperado, Kaká terminó enredada en una planta. Luz y Mónica corrieron a ayudarla, pero no podían dejar de reír.

"¡¿Cómo te metiste ahí? !" - dijo Mónica, casi sin poder hablar de la risa.

"No lo sé, ¡pero esto es más divertido de lo que pensé!" - dijo Kaká, riéndose también.

Después de liberar a Kaká, decidieron hacer una pausa y descansar junto a un lago. Mientras estaban allí, comenzó a soplar una fuerte brisa. Mónica, que tenía un sombrero muy grande, comenzó a volar.

"¡Agárrenme!" - gritó, mientras el viento hacía bailar su sombrero.

Luz y Kaká la sujetaron de las manos, pero no antes de que el sombrero despegara y aterrizara en la cabeza de un pato, que se veía muy confundido.

"¡Ese pato ahora es el nuevo rey del lago!" - bromeó Luz, mientras se retorcían de risa.

Finalmente, decidieron que era momento de regresar a casa. Habían vivido momentos inolvidables y, más importante aún, se habían divertido muchísimo juntas.

"A veces las mejores aventuras son las más inesperadas" - reflexionó Mónica mientras miraba por la ventana del auto.

"Exactamente, lo mejor es tener amigas como vosotras" - afirmó Kaká.

"¡Vamos a planear nuestro próximo viaje!" - concluyó Luz con una sonrisa", desafiando las normas de la realidad y llenando su corazón de alegría.

Y así, Luz, Kaká y Mónica aprendieron que cada viaje, por pequeño que sea, puede convertirse en una gran aventura si se comparte con las personas adecuadas.

FIN.

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