Las Aventuras de Martina



Martina era una joven curiosa de 13 años, conocida en su barrio por su espíritu aventurero. Siempre había algo nuevo que explorar y descubrir. Una mañana de verano, decidió que era el día perfecto para vivir una nueva aventura. Sabía que el bosque detrás de su casa estaba lleno de secretos y misterios, así que se preparó con una mochila llena de provisiones: un bocadillo, una botella de agua y su fiel cuaderno para anotar todo lo que encontraba.

Mientras caminaba por el sendero del bosque, se encontró con su mejor amiga, Sofía.

"¡Hola, Sofía! ¿Te gustaría unirte a mi aventura en el bosque?"

"¡Sí! Siempre hay cosas interesantes aquí. ¿Qué vamos a buscar?"

"No lo sé, pero estoy segura de que encontraremos algo increíble. ¡Vamos!"

Las dos chicas se adentraron en el bosque, riendo y disfrutando del cálido sol entre los árboles. De repente, escucharon un ruido extraño. Era un pequeño animal atrapado entre unas ramas. Era un conejito blanco que parecía asustado.

"¡Pobrecito!" exclamó Sofía.

"No te preocupes, lo ayudaremos." dijo Martina.

Con cuidado, ambas chicas comenzaron a liberar al conejito de las ramas. Después de unos minutos, lograron liberar al pequeño animal que, en agradecimiento, saltó y se quedó mirando a las chicas.

"Creo que nos está agradeciendo, ¿verdad?" rió Martina.

"Claro, ¡es un conejito muy agradecido!"

Siguieron su camino y, al poco tiempo, encontraron un arroyo cristalino. El agua brillaba bajo el sol.

"¡Mirá, Sofía! Vamos a ver qué hay más adelante.“

- “Sí, pero cuidado, el barro puede estar resbaloso.”

Mientras se acercaban al arroyo, notaron que había piedras de diferentes colores y tamaños. Martina fue la primera en tocar una.

- “¡Que hermosa! Es una piedra de cuarzo.”

- “¡Wow, me encanta! ¿Podemos llevarnos algunas? ”

- “Sí, pero solo las que estén sueltas en el suelo, no podemos dañar el lugar. Recordá que siempre debemos cuidar la naturaleza.”

Continuaron recogiendo piedras hasta que un susurro resonó en el aire. Las chicas se miraron, intrigadas.

- “¿Escuchaste eso? ” preguntó Sofía.

- “Sí, parece como si alguien nos llamara.”

- “Vamos a investigar, ¡puede ser otra aventura! ”

Siguiendo el sonido, las chicas llegaron a un claro del bosque donde encontraron un hermoso árbol con hojas doradas que brillaban como oro.

- “¡Es hermoso! ” exclamó Martina.

- “¿Por qué brillan las hojas? ”

- “No lo sé, pero deberíamos cuidarlo.”

Decidieron hacer un pequeño picnic bajo el árbol, compartiendo galletitas y contando historias.

- “¿Creés que el árbol tiene algún poder especial? ” preguntó Sofía.

- “Tal vez, podemos hacerle preguntas y ver si nos responde de alguna manera.”

Ambas niñas tocaron el tronco con las manos y, mientras cerraban los ojos, desearon que el árbol les revele sus secretos. En ese momento, las hojas comenzaron a moverse suavemente, como si una brisa mágica recorriera el aire.

- “¡Mirá! ¡Se está moviendo! ”

- “Creo que sí… ¡Pregunta algo! ”

- “¿Cuál es el mejor consejo que nos puedes dar, querido árbol? ”

Las hojas susurraron y, aunque no entendieron las palabras, sentían una paz interior.

- “Siento que debemos ser siempre amables con los animales y la naturaleza.” manifestó Martina.

- “¡Eso es! ”

Las chicas, llenas de entusiasmo, decidieron que a partir de ese día, harían un club de guardianes de la naturaleza.

- “Vamos a organizar actividades para ayudar a cuidar el bosque.” sugirió Sofía.

- “¡Sí! ¡Como una limpieza del arroyo! ”

Días más tarde, Martina y Sofía invitaron a otros niños del barrio. Juntos, limpiaron el arroyo, plantaron flores y aprendieron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

- “Esto es genial, ¡gracias, Martina! ”

- “¡No, gracias a todos por unirse! ”

Las chicas se dieron cuenta de que la verdadera aventura no solo estaba en descubrir cosas nuevas, sino en hacer la diferencia en su comunidad y proteger lo que amaban. Con el tiempo, el árbol dorado se volvió símbolo de su esfuerzo. Las hojas seguían brillando y, aunque nadie sabía su secreto, el misterio se mantenía vivo en sus corazones.

Así, Martina no solo vivió aventuras en el bosque, sino que también se convirtió en una heroína de la naturaleza, inspirando a otros a cuidar su entorno. Cada vez que alguien pasaba junto al hermoso árbol, podía ver su brillo especial, recordando la magia que había en cuidar lo que teníamos, por más pequeño que fuera. Y así, su vida se llenó de aventuras, amistad y de un profundo amor por la naturaleza.

FIN.

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