Las Aventuras de Maryam y Manuel en la Playa



Era un día soleado y brillante cuando Maryam, una niña dulce y amorosa, se preparaba para su emocionante viaje a la playa con su familia. Desde la mañana, no podía dejar de hablar de las historias de princesas que tanto adoraba.

"Mamá, ¿crees que en la playa habrá alguna princesa escondida?" preguntó Maryam emocionada.

"Quizás, mi amor. Pero recuerda, las verdaderas aventuras están en la tierra y en el mar", respondió su mamá con una sonrisa.

Junto a ella, su hermano Manuel, un pequeño travieso, se movía de un lado a otro, ansioso por jugar en la arena y chapotear en el agua.

"¡Apúrate, Maryam! Quiero hacer castillos de arena y correr hacia el agua antes que te vuelvas una princesa de verdad", gritó Manuel mientras saltaba de felicidad.

Cuando llegaron a la playa, el mar brillaba como si estuviera cubierto de diamantes. Maryam, con su vestido de flores, miraba las olas con ojos de maravilla.

"¡Mirá, parece que el mar me está llamando!", dijo sorprendida.

Manuel, sin pensarlo dos veces, corrió directo hacia el agua, riendo y chapoteando.

"¡Vamos, Maryam! ¡El agua está divina!" le gritó mientras se zambullía.

Maryam dudó un poco al ver a Manuel, pero luego decidió unirse a él. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de entrar, algo brillante apareció en la orilla.

"¡Mirá, Manuel! ¿Qué es eso?" exclamó Maryam.

Ambos se acercaron curioseando y encontraron una botella de vidrio con un mensaje dentro.

"¿Crees que sea un mensaje de una princesa?", murmuró Maryam, fascinada.

Manuel, emocionado, quiso abrirla.

"¡Vamos a ver! Pero primero, ¿qué tal si construimos un fuerte? Así tenemos donde proteger nuestro tesoro", sugirió Manuel.

Juntos, comenzaron a construir un gran castillo de arena, con torres y murallas, mientras charlaban sobre lo que podría haber en la botella. Una vez terminado el castillo, intentaron abrir el mensaje.

"¡Ay! Está muy atascado", se quejó Manuel.

Con paciencia, Maryam y Manuel comenzaron a tirar de la tapa de la botella y, con un último esfuerzo, consiguieron abrirla. Dentro había un mapa dibujado a mano.

"¡Mirá! Un mapa del tesoro. ¡Debemos seguirlo!", gritó Manuel entusiasmado.

"¿Y si nos perdemos en busca de un tesoro?", preguntó Maryam con un ligero temor.

"Pero mira lo que dice: 'La verdadera aventura está en el camino, más que en el destino'", le recordó su hermano.

Maryam se sintió inspirada y, cogiendo su mano, decidieron seguir el mapa. Según este, tenían que caminar hacia la roca más grande en la playa. Mientras caminaban, tuvieron que resolver acertijos y pequeños desafíos.

"Si quieres ser una princesa, debes ser valiente. ¿Cuál es el primer reto?" preguntó Manuel, señalando un acertijo escrito en una piedra: 'Si hablo sin boca y escucho sin oídos, soy...'

"¡Ecos!", respondió Maryam, riendo al recordar una historia que le había contado su mamá.

"¡Correcto! Ahora, ¿qué hay del siguiente?" dijo Manuel, mirando el mapa.

Finalmente, tras un largo recorrido lleno de diversión, llegaron a la roca más grande. Allí, al borde del agua, encontraron un cofre de madera.

"¡Lo hicimos!", gritó Manuel, abriendo el cofre con fuerza. Dentro había conchitas brillantes y un pequeño espejo.

"¿Conchitas?", preguntó Maryam decepcionada. Pero al mirar en el espejo vio reflejada su sonrisa.

"Esto es un tesoro, Manuel. No son solo conchas, son recuerdos de nuestra aventura juntos. Este espejo es un recordatorio de que la verdadera riqueza está en los momentos que compartimos", explicó Maryam.

Manuel sonrió, entendiendo que su aventura había sido mucho más que buscar un tesoro. Ellos habían creado recuerdos inolvidables.

"Vamos a mostrarles a mamá y papá, seguro están orgullosos de nosotros", dijo Manuel mientras regresaban corriendo por la playa.

Desde ese día, Maryam y Manuel aprendieron que las aventuras más importantes son aquellas que compartimos con nuestros seres queridos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!