Las Aventuras de Matías, el Gato Travieso



Había una vez, en una hermosa granja rodeada de verdes campos y flores de colores, un gato travieso llamado Matías. Con su pelaje atigrado y sus grandes ojos verdes siempre llenos de curiosidad, Matías adoraba explorar cada rincón de la granja. Vivía junto a muchos animales: Chica, la vaca más amigable; Pipo, el gallo cantador; y Patita, una oca algo despistada.

Un día, mientras Matías se estiraba al sol, tuvo una idea brillante. "¡Voy a hacer una fiesta para todos mis amigos!"-, se dijo a sí mismo. Con el entusiasmo que solo un gato travieso puede tener, comenzó a preparar todo para la gran celebración.

Primero, fue a hablar con Chica, que estaba masticando hierba en el prado. "Chica, vamos a hacer una fiesta, ¿quieres ayudarme a preparar algo delicioso?"- preguntó Matías.

"¡Claro que sí, Matías! Puedo preparar un delicioso pastel de heno. Pero necesitaré algunos ingredientes. Vamos a buscar a Pipo primero, él siempre tiene algo sabroso para aportar."-

Matías y Chica fueron hasta el gallinero, donde encontraron a Pipo cantando con fuerza. "Pipo, ¡uy, qué bien que suena eso! Necesitamos que traigas algo rico para la fiesta. ¿Qué podés aportar?"- dijo Matías.

"¿Y qué tal unos huevitos frescos? Son perfectos para hacer una tortilla, ¡la mejor de la granja!"-, respondió Pipo, orgulloso.

"¡Perfecto! Vamos a buscar a Patita, quizás pueda traer algo divertido para todos nosotros."- sugirió Chica. Así, los tres amigos se dirigieron al estanque, donde encontraron a Patita chapoteando felizmente.

"¡Patita! ¡Ven, necesitamos tu ayuda!"- llamó Matías.

"¿Ayuda? ¿Para qué?"- preguntó Patita, con su característico tono despreocupado.

"Estamos haciendo una fiesta y queremos que traigas algunas decoraciones. Tal vez unas ramas y flores para embellecer el lugar,"- explicó Matías.

"¡Claro! Eso puedo hacer sin problema. ¡Aguarden aquí!"- exclamó Patita, zambulléndose en el agua para buscar lo que necesitaba.

Mientras tanto, Matías se sentó a pensar. "¿Y si invito a algunos animales que no siempre se unen a nosotros? Sería genial hacer que todos se diviertan juntos."-

Entonces decidió invitar a Toky, el perro guardián que siempre estaba trabajando. Se acercó a la casita de Toky con un poco de nerviosismo. "Hola, Toky. Estoy organizando una fiesta y me encantaría que vinieras. ¿Qué dices?"-

"Matías, gracias por invitarme. Pero tengo que cuidar el rebaño..."-

"No te preocupes, Toky. La fiesta será después de que termine tu trabajo. Además, será más divertido si estás con nosotros. ¡Ven a celebrar!"- insistió Matías con su encanto felino.

Toky aceptó la invitación y Matías siguió trabajando en los preparativos. Mientras tanto, Patita regresó con ramas coloridas y flores. "¡Miren lo que encontré!"- dijo, alzando su hallazgo.

"¡Está hermoso!"

"Juntos lo haremos brillar, me emociona la fiesta,"- dijo Chica, mientras ayudaba a colocar las decoraciones.

Llegó la hora de la fiesta. Todos los animales estaban allí: Chica, Pipo, Patita, y por supuesto, Toky, que llegó justo a tiempo para disfrutar de la tortilla que preparó Pipo. Matías desvinculó los hilos de la diversión, corriendo y jugando entre todos.

"¡Esto es lo mejor que he vivido!"- dijo Chica mientras reía.

"Jamás pensé que tendríamos una fiesta tan hermosa!"- añadió Patita, mientras todos comían y compartían historias.

Pero en medio de la fiesta, un pequeño ruido atrajo la atención de todos. Era un ratón, nervioso y asustado, tratando de encontrar refugio. Matías, que había estado corriendo tras la pelota, se detuvo. "Esperen, ¡no le hagan daño!"-

"Pero Matías, es un ratón. ¡No deberíamos dejar que se cuele aquí!"- dijo Pipo.

"Tal vez está perdido. Deberíamos ayudarlo,"- sugirió Chica, recordando las enseñanzas de la bondad.

Matías se acercó al ratón. "Hola, amigo. ¿Te perdiste? No te preocupes, no te haremos daño. Ven, únete a nuestra fiesta. ¡Así todos seremos amigos!"-

El ratón, sorprendido por la amabilidad del gato, se sintió aliviado. "¡Gracias! Me llamo Ramón y tenía miedo de entrar, pero me gustaría hacer nuevos amigos."

"¡Perfecto! A partir de hoy serás parte de nuestra familia de la granja. ¡Bienvenido!"- gritó Matías con alegría.

La fiesta continuó y hasta Ramón se unió, disfrutando de la tortilla y bailando alrededor. Todos se divirtieron, y Matías, lleno de felicidad, entendió una gran lección: la amistad no conoce de diferencias y siempre hay lugar para más amigos en el corazón.

La fiesta fue un éxito y desde ese día, Matías, Chica, Pipo, Patita, Toky, y ahora Ramón, compartieron muchas más aventuras juntos. Y así, el gato travieso, aprendió que ayudar y compartir son las mejores cosas que se pueden hacer, convirtiendo la granja en un hogar aún más feliz y unido.

FIN.

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