Las Aventuras de Matilda



Matilda era una niña muy curiosa y siempre estaba lista para aprender cosas nuevas. Así que cada mañana, después de despertarse, se sentaba en su cama y hojeaba sus libros favoritos.

- ¡Mamá, mira! -exclamó Matilda mientras señalaba las imágenes de un libro de animales-. Este es un elefante, ¿verdad? - Sí, así es. Y ese otro es un león -respondió su mamá con una sonrisa.

Después del desayuno, Matilda se puso su mochila y cruzó la calle para ir al jardín. Allí se encontró con sus compañeritos y juntos jugaron a construir torres con bloques de colores.

- ¡Mira lo alto que la hemos hecho! -dijo uno de los niños mientras señalaba la torre más grande. - ¡Guau! Eso es impresionante -respondió Matilda emocionada. Después de jugar durante un rato, la maestra les enseñó a identificar diferentes formas y colores. Matilda estaba fascinada por todo lo que aprendía en el jardín.

Cuando llegó la hora del almuerzo, todos volvieron a casa. La mamá de Matilda les había preparado unas deliciosas empanadas caseras que devoraron rápidamente. Después del almuerzo, era hora de dormir la siesta.

A pesar de que a veces no quería dormir porque prefería seguir jugando o aprendiendo cosas nuevas, sabía que necesitaba descansar para estar lista para el resto del día. Cuando despertó de su siesta, Matilda tenía muchas ganas de seguir explorando el mundo.

Así que decidió que quería aprender a contar hasta diez. - Mamá, ¿me enseñas a contar? -preguntó Matilda con una sonrisa en el rostro. - Claro, hija. Mira, así se cuenta: uno, dos, tres...

-respondió su mamá mientras le mostraba los dedos de la mano. Matilda practicó y practicó hasta que finalmente logró contar hasta diez sin ayuda. ¡Estaba muy orgullosa de sí misma! Finalmente llegó la hora del baño.

Matilda se metió en la bañera y jugueteó con sus patitos de goma mientras su mamá le lavaba el cabello y le quitaba toda la suciedad del día. - ¿Te divertiste hoy en el jardín? -preguntó su mamá mientras secaba su cabello con una toalla. - Sí, mucho.

Aprendí a identificar diferentes formas y colores y también aprendí a contar hasta diez -respondió Matilda con una gran sonrisa. - Eso es genial, hija.

Si sigues así, pronto podrás conquistar el mundo entero -dijo su mamá entre risas mientras le daba un beso en la frente. Matilda se quedó dormida esa noche pensando en todo lo que había aprendido ese día y emocionada por lo que vendría mañana.

Sabía que cada día era una nueva aventura llena de descubrimientos e historias por vivir.

FIN.

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