Las Aventuras de Melissa y David
En un barrio lleno de risas y juegos, vivían dos hermanos llamados Melissa y David. Desde que eran chiquitos, siempre habían sido inseparables. Les encantaba explorar juntas, inventar historias y jugar en su jardín. Un día, decidieron hacer un castillo de cartón. Con muchas cajas, pinturas y algo de cinta, pasaron toda la tarde construyendo y decorando su fortaleza.
"¡Mirá, David! ¡Es el castillo más grande de todos!" - exclamó Melissa con una sonrisa radiante.
"¡Y lo más importante, es nuestro!" - respondió David, orgulloso.
Cuando terminaron, se sentaron en su castillo a descansar. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del arbusto cercano.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Melissa intrigada.
"No sé, pero tenemos que investigar. ¡Puede ser un dragón!" - dijo David emocionado, mientras agarraba una rama como si fuera una espada.
Los dos hermanos salieron cautelosos de su castillo. Se acercaron al arbusto y, con un gran salto, ¡descubrieron que era un pequeño perro perdido!"¡Mirá, es un cachorro! ¿Qué hacemos?" - preguntó Melissa, acariciando al suave pelaje del perrito.
"¡Debemos ayudarlo!" - respondió David. En ese momento, decidieron que lo llevarían a casa y le darían un nombre.
Pasaron horas jugando con el nuevo amigo. Decidieron llamarlo —"Bobby" . Sin embargo, al caer la tarde, se dieron cuenta de que Bobby parecía triste, como si extrañara a alguien.
"¿Cómo podemos ayudarlo?" - preguntó Melissa, preocupándose por su nuevo amigo.
"Tal vez esté buscando a su dueño. Tenemos que encontrarlo" - sugirió David.
Los hermanos, sin pensarlo dos veces, se pusieron a buscar por el barrio. Llamaron a la puerta de cada casa, preguntando si alguien había perdido a un perro. Todos respondían con amabilidad, pero nadie parecía conocer a Bobby.
Después de un rato, justo cuando ya comenzaban a desanimarse, vieron a una niña que lloraba en el parque.
"¡Hola! ¿Por qué estás triste?" - le preguntó Melissa.
"He perdido a mi perrito, se llama Bobby y es muy pequeño" - sollozó la niña.
Los ojos de David y Melissa se iluminaron.
"¡Nosotros tenemos a Bobby!" - exclamó David.
Corrieron con la niña hacia su casa y, efectivamente, allí estaba Bobby, que hizo un pequeño salto de alegría al ver a su dueña. La niña lo abrazó con fuerza y sus lágrimas se convirtieron en una enorme sonrisa.
"¡Gracias, gracias! ¡No saben cuánto los aprecio!" - dijo la niña.
"Nos alegra haberlo encontrado" - respondió Melissa y David, felices de haber ayudado.
Después de despedirse, los hermanos regresaron a su castillo de cartón.
"Hoy fue una aventura increíble, ¿no?" - dijo David, mirando a su hermana.
"Sí, ¡y aprendimos que ayudar a los demás es muy importante!" - afirmó Melissa con una gran sonrisa.
Desde ese día, no solo disfrutaron de sus juegos, sino que también se comprometieron a ayudar a quienes lo necesitaran, convirtiendo sus aventuras en horas llenas de risas, aprendizajes y, sobre todo, amigos nuevos. Y así, siguieron explorando el mundo juntos, inseparables y siempre dispuestos a ayudar.
FIN.