Las Aventuras de Miedito y Oscuridad



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Luminoso, un pequeño niño llamado Miedito. Miedito era un niño muy curioso, pero tenía algunos miedos. Tenía miedo a la oscuridad, miedo a hablar en público y miedo a perder a sus amigos. Aunque le encantaba jugar, siempre se detenía ante situaciones que lo asustaban. Su amigo más especial era Luz, una niña llena de energía que siempre lo motivaba.

Una tarde, mientras jugaban en el parque, Luz le dijo a Miedito:

"¡Vamos a trepar ese árbol! ¡Es súper divertido!"

"¿Trepar? Pero... ¿y si me caigo o me duele?"

Miedito dudó. Pero Luz lo miró sonriendo, y Miedito decidió esforzarse. Con mucho cuidado, comenzó a trepar. Cuando llegó a la primera rama, sintió una mezcla de miedo y emoción.

"¡Lo logré!" exclamó Miedito. Pero su alegría duró poco cuando miró hacia abajo y vio lo alto que estaba. Se asustó tanto que empezó a temblar.

De pronto, su miedo a la altura cobró vida y formó una figura de un monstruo espeluznante.

"¡Soy el Miedoso Altimetrán! ¿No ves que estás en peligro?"

Miedito gritó.

"¡Bájate de ahí ya!"

Luz, al ver a su amigo asustado, le dijo:

"Miedito, ¡tu miedo no es real! No dejes que te frene, vos sos más fuerte!"

Decidido a superar su miedo, Miedito exclamó:

"¡No me da miedo el Miedoso Altimetrán! ¡Soy valiente!"

Para sorpresa de Miedito, el monstruo se desvaneció en una nube de humo. Miedito sonrió y bajó del árbol.

"¡Lo hice!"

Más adelante, un nuevo desafío lo esperaba. Al día siguiente, en la escuela, la maestra anunció que tendrían una presentación frente a toda la clase. Miedito sintió que su miedo a hablar en público emergía, esta vez como un monstruo llamado Silencio.

"¡Soy el Monstruo Silencio! ¡No hables, no te atrevas!"

Una vez más, se sintió paralizado y su voz se volvió un susurro.

"No lo voy a hacer..."

Pero Luz, observando la situación, se acercó a su amigo y le susurró:

"Miedito, ¡puedes hacerlo! Hacer algo que te da miedo es como ganar un trofeo. Te hará más fuerte. Habla desde el corazón."

Miedito respiró hondo. Aunque estaba aterrorizado, decidió enfrentarse al Silencio.

"¡No me da miedo el Monstruo Silencio! ¡Voy a hablar!"

Cuando Miedito comenzó a hablar, el Silencio se desvaneció y la clase lo aplaudió con entusiasmo.

"¡Bien hecho, Miedito!"

Con cada desafío, Miedito se dio cuenta que sus miedos sólo existían si los dejaba dominarlo. A partir de ahí, se convirtió en el valiente niño que siempre supo que era. Se dio cuenta de que sus miedos no eran monstruos terribles, sino parte de una aventura emocionante para descubrir su verdadero valor.

Unos días después, en el parque, Miedito y Luz se cruzaron con un nuevo amigo, una pequeña niña llamada Brisa. Ella les dijo:

"Hola, me da miedo jugar con otros niños. Siempre me quedo sola."

Miedito sonrió y le dijo:

"¡Yo también tenía miedo! Pero juntos podemos luchar contra nuestros miedos. ¡Anímate a jugar!"

Brisa dudó un momento, pero luego decidió unirse a ellos.

"¡Está bien, voy a intentarlo!"

Desde ese día, Miedito y Luz ayudaron a otros niños a enfrentarse a sus propios miedos. Y así, en Luminoso, todos aprendieron que los miedos no son monstruos, sino compañeros de aventura que se enfrentan mejor juntos. Miedito, Luz y Brisa formaron un equipo imbatible donde la amistad y el valor siempre prevalecieron. Y así vivieron felices, aprendiendo y enfrentando, juntos, cada miedo nuevo que se presentaba.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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