Las Aventuras de Minina, la Gata Juguetona



Era un soleado día en la ciudad de Buenos Aires, y Minina, una gata con un hermoso pelaje atigrado y unos ojitos brillantes, estaba más juguetona que nunca. Cuando su dueña abrió la puerta para sacar la basura, Minina vio la oportunidad perfecta y se escapó al exterior. "¡Voy a explorar!"- pensó, saltando de alegría.

Minina corrió hacia el parque, donde los árboles se meciían con el viento. Juntó un montón de hojas secas y empezó a jugar con ellas, haciéndolas volar por los aires. "¡Mirá, un ovillo!"- exclamó mientras perseguía una hoja. Pero, de repente, una brisa fuerte la llevó lejos de su refugio. Al darse cuenta de lo lejos que estaba, un escalofrío le recorrió la cola. "¿Dónde estoy?"- murmuró, sintiéndose un poco perdida.

Decidida a encontrar el camino de vuelta, Minina se dirigió a la plaza central. Allí, brillaban las fuentes y había niños jugando. Ella se acercó a un grupo de chicos. "¿Vieron el camino a casa?"- preguntó, pero los chicos sólo se rieron mientras la acariciaban. "¡Sos re linda!"- dijeron, y Minina se sonrojó, pero no encontró la ayuda que necesitaba.

Sin desanimarse, continuó su aventura y, tras recorrer algunas calles, llegó a un enorme centro comercial. Estaba llena de luces y música, ¡y olía tan bien! En la entrada, conoció a un perrito llamado Max. "Hola, gatita, ¿estás perdida?"- le preguntó él, meneando la cola.

"Sí, me perdí mientras exploraba"- contestó Minina.

"No te preocupes, yo te ayudo a encontrar tu camino. Pero, primero, ¡hay que divertirse!"- dijo Max, guiándola hacia un carrusel de luces. Juntos comenzaron a jugar, y Minina olvidó por un momento su preocupación.

Después de un rato, regresaron a la entrada del centro comercial donde conocieron a un loro llamado Paco. "¡Hola!"- gritó Paco. "Yo sé muchas cosas, ¡incluyendo caminos! ¿Dónde es tu casa?"- Minina, ansiosa, respondió: "No lo sé exactamente, pero vivo cerca del parque. ¿Puede alguien ayudarme?"-

"Claro que sí!"- afirmó Paco. "Max, tú conoces la ciudad, y yo puedo volar y ver desde arriba"-.

Así que, los tres amigos se pusieron en marcha. Max llevó a Minina por las calles que conocía, mientras Paco volaba alto, buscando el barrio donde vivía Minina. La búsqueda no fue fácil. Tuvieron que atravesar calles, esquivar coches y preguntar a varios animales, pero nunca se rindieron.

De repente, mientras Max ladraba a unas palomas, Paco gritó desde el cielo: "¡Los vi! ¡Es por ahí!"- señalando con su ala. Minina sintió una chispa de esperanza.

Corrieron hacia donde Paco les indicó. Al llegar, Minina pudo reconocer la pequeña entrada de su casa. "¡Sí, es mi casa!"- gritó emocionada.

Max y Paco la esperaron mientras Minina se acercaba a la puerta. "Muchas gracias, amigos. Sin ustedes, no podría haber encontrado el camino"- dijo, llena de gratitud.

"¡No hay de qué! ¡Siempre estamos aquí para ayudar!"- ladró Max.

"Y acuérdate, ¡la aventura siempre vale la pena!"- chilló Paco.

Finalmente, Minina entró a su casa y, al verla, su dueña corrió a abrazarla. "¡Minina! ¡Estuve tan preocupada!"- exclamó. Minina sólo se acomodó en su regazo, contenta por estar a salvo, y nunca olvidó la aventura que vivió.

Esa noche, mientras soñaba, Minina aprendió que aunque a veces uno se pierde, siempre hay amigos dispuestos a ayudar y que la curiosidad puede llevarte a los mejores lugares, pero siempre es bueno recordar el camino a casa.

FIN.

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