Las Aventuras de Mr Rocket y José



Era un día soleado en el jardín de José, un niño de 5 años con una imaginación desbordante. Mientras jugaba, vio algo brillante entre los árboles. Al acercarse, se dio cuenta de que era un cohete de colores llamativos, que se movía y hacía ruidos divertidos.

"¡Hola, José! Soy Mr Rocket", dijo el cohete con una voz alegre. "¡Vamos de aventura a los planetas!"

José, maravillado, respondió: "¡Sí! ¡Quiero viajar por el espacio!"

Sin perder tiempo, Mr Rocket se preparó para despegar. Con un repentino sonido de motores, el cohete elevó el vuelo, llevándose a José a la estratosfera. Pronto, cruzaron las nubes y se encontraron entre las estrellas.

"Mirá, José, ¡allá está Marte!", exclamó Mr Rocket.

"¿Podemos aterrizar allí? Quiero ver los cuadrados rojos de la superficie", respondió José emocionado.

Y así lo hicieron. Al aterrizar, el pequeño observó cómo la arena roja brillaba bajo el sol. "Es como si estuviese en un cuadro gigante", comentó José.

Pero justo cuando comenzaron a explorar, escucharon un ruido zumbante.

"¿Qué es eso?", preguntó José con un poco de miedo.

"Es el viento que trae a los robots de Marte", explicó Mr Rocket.

Al instante, un grupo de robots amigables se acercó a ellos. Los robots les ofrecieron una pelota que brillaba, y José comenzó a jugar. Todos reían, hasta que un robot les dijo:

"¡Hay un problema! Necesitamos ayuda para encontrar la llave mágica que abre la puerta al Lago de las Estrellas. Sin ella, no podemos recoger agua brillante para nuestra fiesta marziana."

José, decidido a ayudar, le dijo a Mr Rocket: "¡Debemos encontrar esa llave!"

Así que se pusieron en marcha. Ellos y los robots siguieron las pistas en las rocas rojas, que lentamente los condujeron a una cueva oscura. Al entrar, José sintió un escalofrío.

"¿Y si hay monstruos aquí?", murmuró.

"No te preocupes, José. Estaré contigo. Además, los monstruos son solo seres diferentes a los que conocemos. Los entenderemos si les mostramos que somos amigos", respondió Mr Rocket.

Tomando aire, se adentraron en la cueva. El eco de sus pasos resonaba. De repente, un enorme dragón de colores apareció frente a ellos.

"¿Quién se atreve a entrar en mi cueva?", gruñó el dragón.

José, un poco asustado, contestó: "¡Yo soy José! Y venimos en busca de una llave mágica para los robots de Marte!"

El dragón pareció pensarlo y luego dijo: "Si me llenan de risas, tal vez pueda ayudarles. Los dragones no son monstruos, solo queremos compañía."

José empezó a contarle chistes, mientras Mr Rocket lo ayudaba con algunas mímicas divertidas. El dragón comenzó a reír y, después de un rato, se calmó.

"Está bien, pequeña estrella. Aquí está la llave que buscan. La tengo guardada para divertirme. Pero recuerden, siempre que deseen volver, ¡me pueden contar historias!"

José y Mr Rocket agradecieron al dragón y salieron de la cueva con la llave en mano.

De regreso al lago, todos los robots esperaban ansiosos. Cuando José insertó la llave en la puerta, el agua brillante comenzó a brotar como un chorro de estrellas, llenando el aire de un aroma mágico.

"¡Felicidades, José! Has salvado la fiesta de Marte!", gritaron los robots mientras celebraban con música y baile.

Después de un rato de diversión, Mr Rocket le dijo a José:

"Es hora de regresar a casa. Pero recuerda, siempre hay aventuras a la vuelta de la esquina y la amistad es la clave para resolver los problemas."

"¡Sí, Mr Rocket! ¡Lo prometo!"

Y así, el cohete voló de regreso a la Tierra, dejando atrás las estrellas, pero llevando consigo un corazón lleno de colores y risas. Cuando aterrizaron en el jardín, José sabía que tenía un amigo para siempre.

"¡Gracias, Mr Rocket por un día increíble!"

"¡Hasta la próxima aventura, José!", respondió Mr Rocket, preparándose para descansar hasta el próximo vuelo.

FIN.

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