Las Aventuras de Nicolás en el País de las Tradiciones
En un pequeño pueblo chileno, vivía un niño llamado Nicolás. Nicolás era un niño curioso y lleno de energía que amaba descubrir nuevas cosas sobre su país. Un día, mientras ayudaba a su abuela a cocinar empanadas, se dio cuenta de que se acercaba la celebración de las Fiestas Patrias. Esto lo llenó de emoción, ya que sabía que iba a poder jugar con sus amigos y disfrutar de las tradiciones chilenas.
"Abuela, ¿me enseñás a bailar la cueca para la celebración?" - preguntó Nicolás con ganas.
"Claro, mi niño, pero primero tenés que practicar con un poco de trompo y cuerda. ¡Las tradiciones son importantes!" - respondió su abuela con una sonrisa.
Esa tarde, Nicolás salió al patio y decidió invitar a sus amigos: Sofía, Benjamín y Mateo. Cada uno traía un juego tradicional. Sofía trajo un trompo brillante, Benjamín una cuerda y Mateo, un juego de canicas.
"¡Vamos a jugar!" - gritó Sofía emocionada.
Los cuatro niños comenzaron a jugar. Nicolás se sorprendió al ver cómo el trompo giraba velozmente.
"¡Mirá! ¡Soy un campeón de trompo!" - exclamó Nicolás mientras el trompo danzaba sobre el suelo. Benjamín, con una sonrisa, se colocó la cuerda alrededor de su cintura y dijo:
"Ahora a saltar, ¡le toca a los especialistas de la cuerda!" - y comenzó a saltar al ritmo de las risas de sus amigos.
Después de un rato, comenzaron a jugar a las canicas. Sin embargo, mientras jugaban, los niños se dieron cuenta de que había una nueva niña en el barrio. Se llamaba Valentina.
"Hola, Valentina, ¿querés jugar con nosotros?" - la invitó Nicolás.
Valentina era tímida, pero se unió al juego. A medida que jugaban canicas, los niños se dieron cuenta de que Valentina era muy buena.
"¡Eres increíble!" - la elogió Mateo.
Valentina sonrió y dijo:
"Gracias, en mi antiguo barrio, este juego era muy popular. ¡Me encanta jugar con ustedes!"
Con el paso de los días, los niños se acercaron más y juntos empezaron a practicar cueca.
"¡Es importante que aprendamos todos juntos!" - mencionó Sofía.
El día de la celebración llegó. La plaza del pueblo estaba decorada con banderas y había una mesa llena de empanadas. Nicolás y sus amigos se pusieron sus mejores trajes y estaban listos para mostrar lo que habían aprendido. Sin embargo, justo antes de comenzar a bailar, Nicolás se sintió nervioso.
"No sé si podré, no quiero fallarle a nadie" - confesó.
"Es normal estar nervioso, pero todos estamos aquí para apoyarnos" - lo alentó Valentina.
Los niños se tomaron de las manos y comenzaron a bailar la cueca. Todo el pueblo los estaba mirando, y al final, ¡les dieron un gran aplauso!"¡Lo hicimos!" - gritaron todos contentos.
Después de bailar, se sentaron a comer empanadas y entre risas, recordaron las aventuras de esos días.
Nicolás miró a sus amigos y dijo:
"Hoy entendí que las tradiciones no solo son sobre juegos, sino también sobre la amistad y compartir momentos juntos".
Los amigos sonrieron, sabiendo que esas historias quedarían grabadas para siempre en su memoria.
Y así, en el corazón de cada niño de ese pequeño pueblo chileno, las tradiciones vivieron siempre, llenas de risas y juegos.
FIN.