Las aventuras de Nima y Taki
Era un hermoso día en la selva amazónica, donde los árboles se alzaban como torres verdes y los pájaros cantaban melodías alegres. Nima, una niña shipibo de ojos curiosos, decidió aventurarse más allá de su aldea. "Nima, me voy a explorar el río", dijo mientras se ajustaba la mochila. Taki, su mejor amigo, con pelo rizado y una sonrisa contagiosa, la miró con determinación. "¡Yo voy contigo!".
Juntos, caminaron por el sendero que los guiaba hacia el río. Durante el trayecto, Nima miraba las plantas y los animales que encontraban. "Ikoto, ¿viste a ese loro rojo?", preguntó Nima, señalando al ave que se posaba sobre una rama. "Sí, Nima, ¡me encanta su color!" respondió Taki.
Al llegar al río, el agua cristalina relucía bajo el sol. "Taki, ¿crees que podamos pescar algo?", preguntó Nima emocionada. Taki se rió y respondió, "¿Siza? Solo hay peces pequeños, pero podemos intentar". Los niños comenzaron a hacer una trampa para atrapar peces, riendo y disfrutando de la calidez del día.
Mientras tanto, Nima recordó un cuento que su abuela le había narrado sobre el espíritu del río, un ser sabio que protegía a todos los seres que vivían cerca. "Si encontramos al espíritu, podríamos pedirle que nos dé un deseo", dijo Nima emocionada. "Sí, eso haría que esta aventura sea aún más especial".
Después de un rato, mientras jugaban, escucharon un sonido extraño proveniente de entre los árboles. "¿Escuchaste eso, Taki?", preguntó Nima un poco asustada. "Sí, deberíamos investigar. Quizás sea el espíritu del río". Decididos, se acercaron al lugar donde provenía el sonido. Al llegar, se encontraron con un pequeño delfín, atrapado en una trampa hecha de cañas.
"¡Pobrecito!", exclamó Nima, sintiendo compasión. "Tenemos que ayudarlo, Taki!", dijo con firmeza. Juntos, comenzaron a liberar al delfín, trabajando en equipo. "Mira, estoy aquí, pequeño amigo", dijo Taki mientras cortaba las cañas. Finalmente, el delfín pudo escapar y saltó al agua, girando felizmente. "¡Lo logramos!" gritaron al unísono, llenos de alegría.
De repente, una suave brisa sopló y, ante sus ojos, apareció una figura luminosa. Era el espíritu del río. "Nima y Taki, han demostrado gran valentía y bondad. ¿Qué desean?". Los niños se miraron y Nima preguntó: "¿Podemos pedir que siempre haya abundancia en nuestra selva?".
El espíritu sonrió. "Vuestra bondad hacia los demás traerá abundancia siempre y cuando cuiden de su hogar". Con un movimiento de su mano, bendijo a los niños y desapareció. Al volver a casa, Nima y Taki se sintieron felices y satisfechos de haber ayudado. "Creo que esta aventura nos enseñó que ayudar a los demás es lo más importante", reflexionó Nima. "Sí, y también que la naturaleza siempre necesita nuestro cuidado", agregó Taki.
Desde aquel día, Nima y Taki se convirtieron en los guardianes de la selva, promoviendo el amor y respeto por la naturaleza en su comunidad. Y así, su valiente acto no solo salvó al delfín, sino que también fortaleció la unión entre los niños y la selva que los rodeaba.
Años después, cuando Nima y Taki miraban hacia el río desde su aldea, recordaban aquella aventura como un momento especial que marcaría sus vidas para siempre. La selva floreció, llena de vida y belleza, gracias a la bondad de sus corazones.
Cada año celebran el Día del Río, donde agradecen por la abundancia y siempre cuentan la historia de aquel delfín y el espíritu del río que les enseñó que cuidar de la naturaleza es cuidar de uno mismo.
Vocabulario:
- Siza: pez pequeño.
- Ikoto: loro.
- Nima: protagonista, nombre de niña.
- Taki: protagonista, nombre de niño.
La selva y el río nunca olvidaron las aventuras de Nima y Taki, quienes siempre fueron valientes y solidarios. Y así, los cantos de la selva seguían resonando, narrando la historia de estos dos amigos que aprendieron a proteger su hogar, inspirando a siguientes generaciones a cuidar lo que realmente importa.
FIN.