Las Aventuras de Pepa la Fresa y Erik



Una soleada mañana en el Jardín de los Sentimientos, Pepa la fresa estaba disfrutando del aroma dulce de las flores cuando vio a un niño llorando en el borde del jardín. Curiosa y simpática, Pepa decidió acercarse para ver qué le pasaba.

"Hola, ¿soy Pepa, la fresa! ¿Por qué estás llorando?" - preguntó Pepa con su voz melodiosa y alegre.

El niño, sorprendido por la fruta que hablaba, se secó las lágrimas con la mano.

"Hola, Pepa. Me llamo Erik. Estoy triste porque no puedo encontrar mi pelota y todos mis amigos están jugando juntos. Nunca me eligen para los juegos" - dijo Erik con un suspiro profundo.

Pepa, sintiendo la tristeza de Erik, decidió darle un consejo.

"A veces, cuando estamos tristes, es bueno compartir esos sentimientos. ¿Por qué no intentas hablar con tus amigos sobre cómo te sientes? No siempre es fácil, pero podría ayudarte".

Erik miró a Pepa con curiosidad.

"¿Y qué? Soy solo un niño y ellos son mis amigos. No quiero que se sientan mal por mí".

"Entiendo, pero los amigos también quieren ayudarte. A veces, hablar de tus emociones es como regar a una planta. Caminar junto a ese sentimiento puede hacerlo crecer y florecer" - respondió Pepa con una gran sonrisa, haciendo que Erik se sintiera un poco mejor.

Juntos decidieron ir en busca de la pelota. Mientras se aventuraban por el Jardín de los Sentimientos, Pepa le explicó a Erik las diferentes emociones que se pueden sentir durante un día.

"Mirá, Erik, esta es la planta de la Alegría. Cuando nos sentimos felices, es como si esta flor estuviera en plena floración" - dijo Pepa señalando una hermosa flor amarilla que brillaba bajo el sol.

"Y si tú también te sientes enojado, lo puedes expresar. Aquí, tenemos la Flor del Enfado. A veces necesitamos dejar esos sentimientos salir, pero siempre de manera tranquila".

Erik escuchaba con atención mientras empezaban a recorrer el jardín.

"Y cuando sientas miedo, recuerda que siempre hay formas de enfrentarlo. Por ejemplo, esta planta es la de la Valentía, que nos ayuda a ser valientes y enfrentar esos temores" - continuó Pepa.

De repente, vieron algo rojo y brillante en el suelo: ¡era la pelota de Erik! Pero justo al lado, había un grupo de niños riendo y jugando, y eso hizo que Erik se sintiera otra vez nervioso.

"No sé si puedo acercarme, Pepa. Tengo miedo de que no quieran jugar conmigo" - dijo Erik con un temblor en la voz.

Pepa, viendo la valentía en los ojos de Erik, le dijo:

"Ahora es el momento de mostrar tu valentía. ¿Qué tal si te acompañas y les cuentas cómo te sentís? Tal vez puedan jugar todos juntos".

Respirando hondo, Erik se armó de valor mientras Pepa lo alentaba. Se acercaron juntos al grupo de niños.

"¡Hola! Soy Erik. Me perdí mi pelota y estaba muy triste, pero ahora veo que me pueden ayudar. ¿Podemos jugar juntos?" - dijo Erik, sintiéndose un poco más seguro gracias al apoyo de Pepa.

Uno de los niños, sonriendo, dijo:

"¡Claro que sí, Erik! Nos alegra que estés aquí. ¡Vamos todos a jugar!"

Erik sonrió, y eso hizo que su tristeza desapareciera como por arte de magia.

Después de un tiempo de diversión, Erik se sintió maravillosamente feliz y agradecido.

"Gracias, Pepa. Nunca pensé que ser capaz de hablar sobre mis sentimientos sería tan bueno. Ahora se siente como si un peso se hubiera levantado de mis hombros".

"Recuerda, Erik, siempre es importante expresar lo que sentimos. Las emociones son como un arcoíris de colores; cada una es vital y necesitamos aprender a manejarlas para disfrutar cada día" - dijo Pepa sabiamente.

A partir de ese día, Erik nunca olvidó las lecciones de Pepa la fresa. Juntos exploraron el Jardín de los Sentimientos, descubriendo cómo cada emoción podía ser entendida y gestionada de una forma más positiva. Y así, cada vez que Erik sentía algo, ya sea alegría, tristeza o miedo, sabía que podía hablar con sus amigos y que, junto a Pepa, nunca estaría solo en sus emociones.

El Jardín de los Sentimientos se convirtió en su lugar especial, un lugar donde cada emoción podía ser celebrada y expresada; un verdadero tesoro en el camino hacia el autoconocimiento y la amistad.

FIN.

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