Las Aventuras de Pinna, el Bebé Arco Iris



Una soleada mañana, Pinna, un encantador bebé arco iris, estaba ansioso por celebrar su primer cumpleaños. Sus tres amigos animals, Julia, Bartolo y Juliancito, estaban listos para un emocionante día lleno de sorpresas.

"- ¡Feliz cumpleaños, Pinna! - ladró Juliancito, moviendo su cola emocionado. - Hoy será un día especial!"

"- Sí, ¡vamos a divertirnos! - respondió Pinna, erguido en su cuna, con los ojos llenos de brillo. - ¿Qué haremos?"

"- Podríamos ir al Parque de los Animales! - sugirió Julia, tranquila y serena, asegurándose de que Pinna estuviera bien abrigado. - Hay un montón de amigos para conocer."

"- ¡El parque! - gritó Bartolo, que siempre estaba un poco aburrido. - Suena bien, pero sólo si hay cosas traviesas que hacer."

"- Claro que sí, Bartolo - dijo Juliancito con una sonrisa. - Uno de esos animales podría hacer algo divertido. Vamos a buscar aventuras juntos."

Y así, con sus corazones llenos de alegría, Pinna y sus tres perros salieron al parque. Al llegar, se encontraron con un mundo lleno de colores y sonidos. Un grupo de patos nadaba en un estanque cercano mientras un grupo de ardillas corría de un árbol a otro.

"- ¡Miren! - señaló Juliancito. - ¡Vamos a jugar con esas ardillas!"

Decididos a unirse a la diversión, los cuatro amigos corrieron hacia los árboles. Pinna se reía sin parar mientras los perros intentaban atrapar a las ardillas, aunque estos solo se burlaban de ellos.

"- ¡Son súper rápidas! - exclamó Bartolo, frustrado pero divertido. - Nunca las atraparé."

"- No te enojes, Bartolo - dijo Julia, acercándose a él. - A veces es más divertido ser espectador. Y, ¡mira! Hay un lugar donde podemos hacer una carrera. ¡Veamos quién corre más rápido!"

"- ¡Yo! ¡Yo quiero correr! - gritó Pinna llenándose de entusiasmo."

Y así hicieron una carrera, donde todos se sintieron libres y felices. Sin embargo, a mitad de la competencia, algo inesperado ocurrió. Una colorida bandada de aves voló sobre ellos, haciendo que Bartolo, asustado, se detuviera.

"- ¡Oh no! - ladró Bartolo. - ¡Las aves me asustan!"

"- No te preocupes, Bartolo - dijo Pinna con dulzura. - Son solo aves volando muy alto. Aprovechemos para alegrarnos."

"- ¡Mira el arco iris! - gritó Juliancito, señalando al cielo. - ¡Esa es tu esencia, Pinna!"

Pinna miró hacia arriba y sonrió. La vista del arco iris lo llenó de alegría. Recordó cómo le decían sus padres, que era un regalo de amor y esperanza. Entonces, tuvo una idea.

"- ¿Qué tal si hacemos una búsqueda del arco iris? - propuso Pinna. - ¡Podemos encontrar cosas de cada color!"

"- ¡Esa es una gran idea! - dijeron a coro sus amigos, llenos de energía nuevamente.

Así comenzó su búsqueda. Pronto encontraron flores rojas, calas amarillas, frutos naranjas y hasta un pequeño pez azul en el estanque.

"- ¡Miren esto! - exclamó Juliancito emocionado. - ¡Un pez azul! ¡Es como un pedazo de cielo!"

Mientras buscaban, Bartolo, por su lado, decidió que debía hacer algo travieso. Se escabulló y empezó a jugar con uno de los globos de la fiesta. Al intentar atraparlo, soltó una risa estrepitosa. El globo voló alto hasta pasar por encima de la cabeza de un pato que, muy confundido, siguió a Bartolo.

"- ¡Oh no! ¡El pato está detrás de mí! - gritó Bartolo a toda velocidad, mientras Pinna y los demás se partían de risa.

"- ¡Sigue corriendo, Bartolo! - animó Julia con una sonrisa. - ¡Es la carrera del día!"

Y así, entre risas y juegos, el día continuó, lleno de aventuras. Al final del parque, Pinna, cansado pero feliz, comprendió que lo más importante era compartir esos momentos con sus amigos.

Cuando volvieron a casa, se sentaron todos juntos, disfrutando de un delicioso pastel de cumpleaños. Pinna miró a sus amigos con cariño y dijo: "- Gracias, chicos, por este día tan especial. ¡Los quiero mucho!"

"- ¡Y nosotros a vos, Pinna! - respondieron todos al unísono, llenos de amor y amistad. Y así, en ese día tan especial, Pinna aprendió que la verdadera felicidad se encuentra en la compañía de quienes amas.

Pronto, el sol se escondió y las estrellas comenzaron a brillar. Julia se acomodó a su lado, mientras Bartolo y Juliancito seguían jugando.

Con una gran sonrisa en su rostro, Pinna se quedó dormido, soñando con nuevas aventuras y colores, que le recordarían que cada día puede ser tan especial como el primero.

FIN.

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