Las aventuras de Renato y Mila



Había una vez en el hermoso pueblo de Chacabuco, un niño llamado Renato. Tenía tan solo 5 meses de edad y era el bebé más amado por sus papás, Antonela y Andrés.

Desde que nació, llenó de alegría y amor la vida de su familia. Renato estaba aprendiendo a comer alimentos sólidos. Todos los días, Antonela preparaba ricas frutas y verduras para él. El pequeño Renato disfrutaba mucho probando nuevos sabores y texturas.

A veces hacía gestos graciosos cuando algo le gustaba o no le gustaba demasiado. Una de las cosas que más divertía a Renato era jugar a que le daban tos.

Hacía un ruidito gracioso con su garganta y movía sus manitas rápidamente como si estuviera tosiendo. Sus papás se reían a carcajadas cada vez que lo veían hacerlo. Además, Renato adoraba estar en brazos de sus papás.

Cuando quería que lo levantaran, extendía sus bracitos hacia arriba y movía las piernas emocionado. Antonela o Andrés siempre corrían a tomarlo en brazos para darle todo el amor del mundo. Pero Renato no estaba solo en esta aventura llamada vida.

Tenía una compañera muy especial: Mila, una perrita caniche blanca. Desde que llegó al hogar de Renato, Mila se convirtió en su fiel amiga y protectora. Mila siempre estaba cerca del pequeño bebé, cuidándolo y velando por su seguridad.

Cuando Renato lloraba, ella acudía corriendo para lamerle la carita y hacerlo sentir mejor. Juntos, Renato y Mila vivían muchas aventuras en el jardín de su casa.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Renato descubrió algo muy emocionante: ¡las mariposas! Eran coloridas y volaban tan alto que parecían bailar en el cielo. Renato extendió sus bracitos hacia ellas, intentando atraparlas. Mila se dio cuenta de lo fascinado que estaba Renato con las mariposas y decidió ayudarlo.

Saltó ágilmente al aire e intentó atrapar una mariposa con su hocico. Pero por más rápido que fuera, las mariposas siempre lograban esquivarla. Renato reía a carcajadas cada vez que Mila saltaba para tratar de atrapar una mariposa. Era un juego divertido entre ellos dos.

Aunque nunca lograran atrapar ninguna mariposa, disfrutaban mucho compartiendo ese momento juntos. Los papás de Renato miraban desde la ventana cómo su hijo jugaba con Mila y sonreían orgullosos.

Sabían que estaban criando a un niño lleno de amor, curiosidad e imaginación. Con el tiempo, Renato fue creciendo y aprendiendo muchas cosas nuevas. Aprendió a caminar, a hablar y a explorar el mundo que lo rodeaba.

Siempre tenía a Antonela, Andrés y Mila cerca para guiarlo y protegerlo en cada paso del camino. Y así fue como Renato creció rodeado de amor incondicional y amistad verdadera.

Siempre recordaría esos momentos especiales junto a su perrita Mila y llevaría consigo el espíritu aventurero y curioso que lo caracterizaba.

FIN.

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