Las Aventuras de Sabrina y Julieta
Era un día soleado en el barrio donde vivían Sabrina y Julieta. Sabrina, la hermana mayor, siempre estaba llena de energía y le encantaba explorar. Julieta, por su parte, era más tranquila y soñadora, pero admiraba a su hermana por su valentía.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Sabrina propuso:
"¡Vamos a construir una cabaña en el árbol! ¡Sería un lugar perfecto para nuestras aventuras!"
Julieta dudó un instante y respondió:
"Pero, ¿y si no podemos subir tan alto? Yo tengo miedo de caer."
"No te preocupes, te enseñaré a subir y estaremos juntas. Además, ¡quien no se aventura no tiene una buena historia que contar!" dijo Sabrina con una sonrisa.
Decidieron buscar materiales en el garage de su papá. Encontraron algunas tablas de madera, clavos y una soga. Mientras trabajaban, Sabrina se percató de que Julieta estaba un poco desanimada.
"Julieta, ¿por qué estás tan callada?"
"Es que no sé si soy lo suficientemente valiente para hacerlo..."
"Mirá, la valentía no significa no tener miedo. Es seguir adelante a pesar de él. Si construimos la cabaña juntas, ¡será una aventura increíble!"
Con esas palabras, Julieta sintió que una chispa de entusiasmo la invadía. Así que decidieron comenzar. Sabrina le mostró a Julieta cómo colocar las tablas y cómo asegurarlas con los clavos. Al principio, todo parecía un poco complicado, pero a medida que avanzaban, Julieta comenzaba a disfrutarlo.
Después de un rato, lograron construir una cabaña hermosa en el árbol. Ambas estaban muy orgullosas de su trabajo y decidieron decorarla con luces de colores que encontraron en el garage.
"Ahora sí tenemos un lugar secreto para nuestras aventuras. ¡Vayamos a explorar!" propuso Sabrina.
Y así, decidieron salir a dar un paseo por el barrio.
Mientras caminaban, se encontraron con un grupo de chicos que estaban organizando un partido de fútbol. Sabrina, emocionada, pidió unirse:
"¡Chicos, podemos jugar!"
Pero Julieta se quedó atrás.
"No sé jugar muy bien y tengo miedo de que se rían de mí."
"No digas eso, lo más importante es intentarlo. ¡Ven! Te ayudaré a jugar!" insistió Sabrina.
Con un poco de duda pero animada por su hermana, Julieta se acercó al grupo. Al principio fue torpe, pero con el apoyo de Sabrina y después de algunos intentos, empezó a disfrutar el juego. A medida que lograba pasar la pelota, su confianza iba creciendo.
"¡Buen pase, Julieta! ¡Sos una jugadora increíble!" le dijo uno de los chicos.
Al terminar el partido, ambas sintieron una gran satisfacción.
"¡Fue genial! No sabía que podía divertirme tanto. ¡Gracias por animarme, Sabrina!" dijo Julieta, con una gran sonrisa.
"Ves, a veces solo se necesita un empujoncito."
De regreso a casa, decidieron compartir sus experiencias con su mamá.
"Nuestra cabaña en el árbol nos ayudó a ser más valientes y a enfrentarnos a nuestros miedos. ¡Hoy jugamos al fútbol y fue increíble!" dijo Sabrina.
Esa noche, mientras estaban en sus camas, Julieta le confesó a su hermana:
"¿Sabés, Sabrina? Estoy empezando a entender que cada vez que me enfrento a mis miedos, crezco un poquito más."
"¡Exactamente! Y recuerda, siempre estaré aquí para apoyarte. Juntas somos más fuertes."
FIN.