Las Aventuras de Sofía y Andrea en la Carrera Solidaria
Era un soleado sábado en la ciudad de Buenos Aires y Sofía y Andrea estaban listas para participar en la carrera solidaria que se organizaría en el parque de su barrio. La emoción las envolvía, ya que habían estado entrenando durante semanas. La meta era ayudar a una fundación que apoyaba a chicos en riesgo, y eso les daba un motivo aún más especial para correr.
-Acabamos de llegar, Sofía. ¿Estás lista? - preguntó Andrea, con una sonrisa que reflejaba su entusiasmo.
-Sí, estoy lista... ¡y un poco nerviosa! Pero creo que vamos a hacerlo genial- respondió Sofía, ajustándose su número en la camiseta.
Mientras se acercaban a la línea de salida, las dos amigas se encontraron con un montón de caras sonrientes y amigos que también estaban participando. El ambiente estaba lleno de música y color, lo que hacía que la energía fuera aún más contagiosa.
Sin embargo, justo antes de que comenzara la carrera, un nublamiento inesperado cubrió el cielo. Las amigas se miraron preocupadas cuando las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer.
-Oh no, ¿y ahora qué hacemos? - preguntó Andrea, mirando hacia arriba.
-Podemos seguir corriendo, ¡no dejemos que unas gotas nos detengan! - exclamó Sofía.
Ambas se llenaron de valor y decidieron seguir adelante. El disparo de inicio sonó y comenzaron a correr. Primero, todo iba muy bien; las risas entre ellas y los gritos de ánimo del público las impulsaban. Sin embargo, a medida que avanzaban, comenzó a llover con más fuerza y el camino se volvió resbaloso.
-¡Cuidado! ¡No te caigas! - gritó Sofía cuando vio que Andrea dudaba al dar un paso.
-Estoy bien, pero necesito más concentración - respondió Andrea, ajustando su gorra para protegerse del agua.
Cuando estaban cerca del kilómetro dos, Sofía tropezó con una piedra y cayó. Andrea se acercó rápidamente a su amiga.
-¿Estás bien? - preguntó, ayudando a Sofía a levantarse.
-Sí, sólo un rasguño. No puedo dejar que esto me detenga. Vamos, terminemos la carrera juntas- respondió Sofía, y aunque su rodilla dolía un poco, le sonrió a Andrea.
Siguieron corriendo, pero a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que muchos de los corredores se habían retirado. La lluvia seguía cayendo y el frío las envolvía. Al llegar a un puesto de hidratación, vieron que algunos participantes estaban sentados, desanimados.
-¡Vamos, chicas! ¡No se rindan! - les gritaron algunos amigos. Pero Andrea, al sentir el frío, comenzó a dudar.
-Yo no sé si puedo seguir... parece imposible- dijo con un susurro.
Sofía, mirando a su amiga, recordó cómo siempre se apoyaban en los momentos difíciles.
-Andrea, piénsalo de esta manera: cada paso que damos es un paso hacia la meta, y cada paso que damos también es un paso hacia ayudar a esos chicos - dijo Sofía, intentando dar ánimo.
-¿Pero y si me resbalo otra vez? - preguntó Andrea, preocupada.
-Es parte de la aventura. Si te caes, te levantas. Siempre. Y si necesitas una ayudita, estoy aquí para eso- le respondió Sofía apretando la mano de Andrea.
Respirando hondo, Andrea dejó de dudar. -Tenés razón. Vamos por esos chicos que nos necesitan- dijo, y juntas retomaron el camino. La lluvia seguía, pero esta vez no las desanimaba.
Finalmente, llegaron al último kilómetro. La meta no parecía tan lejana ahora. Una valla de personas aplaudía y alentaba a los que quedaban. Sofía y Andrea se miraron y comenzaron a correr más rápido.
-¡Lo logramos, Sofía! ¡Ya casi estamos! - gritó Andrea llena de energía.
Sofía, agotada pero feliz, empujó sus piernas al máximo. ¡Iban a cruzar juntas la meta! A medida que la línea de llegada se aproximaba, se dieron un último empujón y cruzaron la línea con una sonrisa en el rostro.
-¡Lo hicimos! - gritaron al unísono. Estaban empapadas, cansadas, pero muy felices.
Después de la carrera, el apoyo de todos hizo que se sintieran aún más orgullosas.
-Gracias por no dejarme rendirme, Sofía- dijo Andrea, abrazando a su amiga.
-Y gracias a vos por siempre estar a mi lado. ¡Lo que vivimos hoy fue increíble! - respondió Sofía, sonriendo.
Ambas sabían que, aunque hubo dificultades, lo importante era nunca rendirse y siempre apoyarse mutuamente. Así aprendieron que las carreras son un poco como la vida: a veces llueve, a veces hay obstáculos, pero con determinación y compañía, todo se puede superar.
FIN.