Las Aventuras de Sole, Gabi y Eve en el Bosque Didáctico
Era un hermoso día soleado cuando Sole, Gabi y Eve decidieron faltar a la clase de didáctica. Siempre había algo diferente en el ambiente cuando se pensaban las clases. Sole, la más curiosa del grupo, sugirió:
"¿Y si hoy vamos a explorar el bosque? Hay un montón de cosas locas para aprender ahí!"
"¡Sí! En vez de estar encerradas en el aula, podemos ver todo lo que nos enseñan en la naturaleza!" exclamó Gabi.
"Pero, chicas, ¿y si nos perdemos?" preguntó Eve, un poco preocupada.
"No se preocupen, solo hay que seguir el sendero y volver antes de que caiga la tarde" aseguró Sole.
Así que las tres amigas hicieron sus mochilas, llenándolas con frutas, galletas y agua, y se marcharon hacia el bosque encantado.
Una vez en el bosque, todo parecía mágico. Los árboles eran altos como rascacielos y las flores brillaban con colores que nunca habían visto antes. Mientras caminaban, se encontraron con un pequeño arroyo.
"¡Miren eso!" gritó Gabi.
"Podemos aprender sobre los diferentes tipos de rocas y agua, ¡es como una clase en vivo!" dijo Eve, emocionada por la idea.
"Les apuesto que si tiramos una piedra, podemos escuchar el sonido y ver cómo se salpica el agua!" propuso Sole.
Las chicas empezaron a experimentar, lanzando pequeñas piedras al agua y observando cómo salpicaban.
"¡Wooow! Miren cómo forman círculos!" gritó Eve.
"¡Esto es mejor que la clase de didáctica!" rió Gabi.
"Y también podemos aprender sobre la gravedad, ¡mira cómo cae la piedra!" dijo Sole, con una sonrisa.
De repente, mientras exploraban, se encontraron con un árbol gigante, con un agujero en su tronco.
"¿Creen que hay algo dentro?" preguntó Gabi, llena de curiosidad.
"Vamos a averiguarlo!" exclamó Eve, metiendo su mano dentro.
Pero en un instante, un pequeño ratón salió corriendo y se asustó, saltando por todos lados. Las chicas rieron a carcajadas.
"¡Era solo un ratón!" dijo Sole, mientras el ratón se metía en su agujero de nuevo.
"¿Ven? Hasta un ratón puede tener su hogar en el bosque. ¡Esto es una lección de ecología!" dijo Gabi, notando la importancia de cuidar la naturaleza.
"Sí, los animales necesitan su espacio, así como nosotros. ¡Vamos a seguir explorando!" sugerió Eve.
Con el tiempo, el sol comenzó a bajar y, al mirar el reloj, se dieron cuenta de que habían estado fuera más tiempo del que pensaban.
"¡Oh no! Tenemos que volver a casa!" dijo Sole, un poco asustada.
"No se preocupen, chicas. Solo tenemos que seguir el sendero que tomamos al venir" dijo Gabi, tratando de calmar a sus amigas.
"Voy delante, ¡síganme!" exclamó Eve, liderando el camino.
Pero mientras caminaban de regreso, las chicas se dieron cuenta de que se habían desviado del sendero.
"¿Dónde estamos?" preguntó Eve, mirando a su alrededor.
"No sé, pero lo importante es que no entren en pánico. Solo hay que pensar y buscar pistas para volver" dijo Sole, intentando mantener la calma.
Las chicas se sentaron en un tronco y comenzaron a pensar. Observaban el paisaje y recordaban por dónde habían venido.
"Miren, esa colina se parece a aquella que vimos antes de llegar al arroyo. Si subimos, tal vez podamos ver desde arriba y encontrar el camino" sugirió Gabi.
"¡Eso suena genial!" dijeron las otras dos, y juntas comenzaron a escalar la colina.
Una vez arriba, pudieron ver la entrada del bosque y los senderos.
"¡Miren! ¡Allá está el camino!" gritó Sole, señalando hacia el sendero que las llevaría de regreso.
"¡Lo logramos!" alegró Eve, sintiendo la adrenalina del momento.
"Y la próxima vez, ¡no faltaremos a didáctica!" rió Gabi, todo lo que habían aprendido en ese día se sentía mucho más valioso.
Finalmente, las chicas regresaron a casa, sintiéndose orgullosas de su aventura y de todo lo que habían aprendido.
"Nunca imaginé que un día fuera tan emocionante y educativo como este" dijo Sole.
"Desde ahora vamos a llamar a esto nuestra clase de didáctica en el bosque" agregó Gabi.
"Y prometamos no faltar, porque las lecciones más importantes pueden estar a solo un paseo de distancia" concluyó Eve.
Desde entonces, Sole, Gabi y Eve siempre recordaron que aprender podía ser divertido y que la naturaleza era una de las mejores maestras que podían tener. Y así, cada vez que faltaban, se aseguraban de que fuera para una aventura que las enseñara mucho más que días en un aula.
FIN.