Las Aventuras de Suma y Resta en el País de las Operaciones
Había una vez, en el colorido y mágico País de las Operaciones, dos amigos inseparables: Suma y Resta. Suma era una niña llena de alegría, siempre sumando nuevos amigos y experiencias. Resta, en cambio, era un niño un poco más serio, que siempre pensaba en cómo restar problemas y preocupaciones de su vida.
Un día, mientras disfrutaban del sol en el Bosque Aritmético, Suma y Resta se encontraron con un viejo libro mágico que decía: "En este país, las operaciones pueden cambiarse entre sí. ¡Imagina lo que pasaría si Suma se convierte en Resta, y Resta en Suma!". Ambos se miraron con ojos brillantes y decidieron probarlo.
"¿Qué tal si hacemos un experimento, Resta?" propuso Suma entusiasmada.
"No sé, Suma. ¿Y si no funciona?" dudó Resta.
"¡Vamos! Todo gran descubrimiento viene de un riesgo!" insistió Suma.
Resta accedió y ambos comenzaron a leer las páginas del libro. Al pronunciar las palabras mágicas, Suma se sintió extraña y, en un giro de luces, ¡se convirtió en Resta! Resta, por su parte, se sintió más alegre y divertido, transformándose en Suma.
"¡Mirá, Resta! ¡Soy Suma ahora!" dijo Suma emocionada.
"Y yo... ¡soy Resta! Esto es extraño, pero divertido. Aunque también me siento un poco confundido..."
Los dos amigos decidieron que era hora de experimentar. Se adentraron en el bosque, ondeando felices, cuando de repente se topan con Multiplicación. Ella estaba en una encrucijada, debatiéndose entre dos caminos.
"¿Qué camino debo tomar?" preguntó Multiplicación desesperada.
Suma, que ahora era Resta, respondió:
"Tomá el camino que se suma a tu felicidad".
"No sé cuál es..." contestó Multiplicación, un poco perdida.
"¡Yo puedo ayudar!" exclamó Resta, queriendo recordarle que la vida también tiene momentos de alegría y diversión.
"Mirá, juntos, ¡podemos multiplicar nuestras decisiones y restar las dudas!" propuso Resta, con la alegría de Suma brillándole en los ojos.
Multiplicación hizo una pausa, sonrió y dijo:
"Tienen razón. ¡Hagámoslo juntos!". En ese momento, Suma, ahora en el cuerpo de Resta, le ofreció su mano.
Los tres empezaron a caminar, pero pronto encontraron una gran roca en medio del camino. Era División, que los miraba preocupada.
"¡Ayuda! ¡No puedo dividir los caminos porque hay una roca en el medio!" dijo Division, angustiada.
Suma, ahora en el cuerpo de Resta, pensó un momento y dijo:
"¿Quizás podríamos sumar nuestras fuerzas para moverla?".
Resta, al escuchar la idea, se unió y dijo:
"¡Y así, dividimos el trabajo!".
"Eso es genial, Resta y Suma. ¡Sumemos nuestras habilidades para resolver esto!" añadió Multiplicación, asociando todo lo que habían aprendido. Juntos, empujaron y empujaron, y después de un gran esfuerzo, la roca finalmente se movió.
Division sonrió, aliviada:
"¡Lo hicimos! Ahora puedo dividir el camino por el que podemos seguir. ¡Gracias!".
Los cuatro operativos se despidieron y continuaron su aventura. Así, viajaron por el País de las Operaciones, enfrentando desafíos, aprendiendo a trabajar juntos y a comprender que cada operación tenía su valor especial. Al final del día, se dieron cuenta de que no era necesario cambiar las operaciones de lugar: lo importante era cómo se unían para resolver cualquier inconveniente.
Cuando finalmente llegaron a casa, Suma y Resta decidieron regresar al bosque y devolver el libro mágico. Al llegar, se dieron cuenta de que no tenían que cambiar para ser especiales: cada uno ya lo era en su propia forma.
"¡Volvamos a ser quienes somos!" exclamó Suma.
Y así lo hicieron. Al regresar, Resta sonrió y dijo:
"Este día me enseñó que como amigos, ¡podemos hacer tanto!".
Desde ese día, Suma y Resta continuaron explorando el maravilloso País de las Operaciones, siempre recordando su gran aventura, donde lo más importante no eran los roles que desempeñaban, sino el poder de la amistad y la colaboración.
Fin.
FIN.