Las Aventuras de Tellus en la Vía Láctea



En un rincón brillante de la Vía Láctea, un planeta azul y verde llamado Tellus, conocido en la Tierra como nuestro planeta, estaba lleno de vida y maravillas. Los árboles danzaban con el viento, los ríos cantaban su canción, y los animales jugaban entre sí. Pero, a pesar de toda su belleza, Tellus estaba preocupado. Nadie parecía prestarle atención a lo que sucedía en su superficie. Los humanos caminaban apurados, miraban sus pantallas y se olvidaban de ver las estrellas.

Un día, Tellus decidió que era hora de hacerse escuchar. "Hola, Tierra, ¿me escuchás?"- dijo con una voz suave como el murmullo de las hojas. El planeta se sorprendió al ver una pequeña estrella que giraba a su alrededor, era Lúmina, una estrella curiosa que brillaba intensamente.

"¡Hola, Tellus! Claro que te escucho. ¿Por qué te ves tan triste?"- preguntó Lúmina, iluminando todo a su alrededor.

"Siento que nadie cuida de mí. Los humanos se olvidan de ver las maravillas que tengo para ofrecer. Quiero mostrarles lo hermoso que es el universo, pero no sé cómo"- suspiró Tellus.

Lúmina, que siempre había soñado con una aventura, tuvo una idea. "¡Vamos a organizar un espectáculo estelar! Invitemos a los otros planetas. Sería una forma de mostrarle a la humanidad lo que sucede en nuestro cielo"- proponía emocionada.

Y así, Lúmina y Tellus comenzaron a llamar a sus amigos del espacio. Planetitas como Júpiter, con su gran tormenta, y Saturno, con sus elegantes anillos, aceptaron asistir. Cada uno lograría realizar algo especial para la humanidad.

Días después, al caer la noche, una multitud se juntó en la superficie de Tellus, mirando hacia el cielo. Comenzaron a preguntarse qué sucedía, y de repente... ¡Brillaron todas las estrellas!"¡Miren hacia arriba!"- gritó un niño. "¡Es como un festival de luces!"-

Lúmina brilló más que nunca, y con la ayuda de sus amigos, comenzaron a crear formas en el cielo. El gran Júpiter lanzó burbujas de colores mientras Saturno giraba elegantemente, haciendo que su anillo se transformara en un arco iris.

"¡Esto es increíble!"- exclamó una chica entusiasmada. "Nunca había visto algo así. Esto es mucho mejor que mirar la pantalla de mi celular"-.

Con cada forma mágica, la gente empezó a recordar lo que realmente importaba. Se miraron entre sí y notaron la belleza de estar juntos, riendo y disfrutando del espectáculo. Tellus sonrió al ver que su mensaje estaba llegando.

Sin embargo, no todo salió como lo esperaban. Una fuerte tormenta, que había decidido no atender a la invitación, apareció de repente. "¡No permitiré que este espectáculo continúe!"- retumbó el trueno. Era Tempestad, un antiguo aliado de Tellus que a menudo traía lluvia y rabia en su corazón, porque había olvidado cómo ser feliz.

Lúmina, asustada pero decidida, voló hacia el nublado. "Tempestad, esto no es un lugar para la tristeza. ¡Los humanos están disfrutando y queremos que lo sientan también!"- le gritó.

"¿Y qué me importa? Estoy cansado de que me ignoren"- respondió Tempestad, mientras relámpagos iluminaban su oscuro rostro.

Lúmina se acercó valientemente. "No estamos aquí para ignorarte, ¡sino para invitarte! Ven, únete a nosotros. Puedes ser parte de este espectáculo en lugar de destruirlo"-

Tempestad la miró, y sintió un pequeño destello de esperanza. "¿De verdad puedo?"- preguntó, su voz más suave.

"Sí, ven. ¡Deja que tu lluvia llueva sobre nosotros!"- invitó Tellus.

Así, Tempestad dejó caer sus gotas, pero en lugar de causar caos, creó una danza de colores que reflejó en el suelo, llenando el aire de risas.

La gente aplaudió y danzó bajo la lluvia brillante. "¡Esto es maravilloso!"- gritó un niño. "¿Qué pasa si miramos hacia arriba y hacia abajo?"- Todos se unieron en ese canto de felicidad, que resonó en la Vía Láctea.

Al final de la noche, los humanos aprendieron una gran lección. "El universo nos ama y nosotros debemos cuidarlo. Desde hoy, veré las estrellas y cuidaré mi hogar"- prometió un abuelo mientras abrazaba a su nieta.

Y así, con la amistad renovada entre Tempestad y los demás, un nuevo vínculo entre la humanidad y Tellus continuó creciendo. Al mirar las estrellas en el cielo, cada noche se recordarían que no estaban solos, y que todo el universo, con sus planetas brillantes, les decía: "¡Cuiden de su hogar!"-.

FIN.

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