Las aventuras de Terr en el Bosque Mágico



Había una vez un pequeño duende llamado Terr que vivía en un frondoso bosque mágico. Aunque era famoso por su risa contagiosa y su gran corazón, Terr tenía un pequeño problema: siempre se preocupaba demasiado por lo que los demás pensaban de él.

Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó a sus amigos, los animales, hablando sobre una competencia anual donde el duende que lograra recolectar más flores brillantes ganaría un valioso trofeo.

"Terr, ¡tenés que participar!" - dijo Lila, una hermosa mariposa.

"No sé, Lila... ¿y si no soy lo suficientemente bueno?" - respondió Terr, bajando la mirada.

Lila revoloteó a su alrededor y dijo: "Lo más importante es el esfuerzo, Terr. No te preocupes por ganar, ¡diviértete!"

Terr no estaba del todo convencido, pero al ver la emoción en los ojos de sus amigos, decidió intentar participar.

Llegó el día de la competencia. Los animales estaban emocionados y comenzaron a recolectar las flores brillantes que crecían en el bosque. Terr, aunque lleno de miedo, se unió a sus amigos.

"¿Cómo empiezo?" - preguntó, un poco confundido.

"Solo tenés que seguir tu instinto. Cada flor tiene su propio brillo" - le contestó Rocco, el conejo más rápido del bosque.

Terr se adentró en el bosque, sintiendo el frescor de la brisa. Mientras recogía flores, algo empezó a cambiar en él: se dio cuenta de que cada flor que elegía no solo era hermosa, sino que también le enseñaba algo nuevo. El color de las flores lo hacía sonreír, y comenzó a disfrutar de la aventura.

De repente, escuchó un llanto cerca de un arbusto. Se acercó y vio a un pequeño erizo que estaba atrapado entre unas ramas.

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" - lloró el erizo.

Terr sintió que debía ayudar.

"No te preocupes, ¡voy a ayudarte!" - exclamó.

Con mucho cuidado, Terr movió las ramas y logró liberar al erizo.

"¡Gracias, Terr! ¡Eres muy valiente!" - dijo el erizo, sonriendo.

Terr sintió que su corazón se llenaba de alegría. No estaba pensando en la competencia, sino en el bien que había hecho.

Al regresar, todos sus amigos lo animaron.

"Terr, ¿dónde estuviste?" - preguntó Lila.

"Ayudé a un erizo a salir de un arbusto" - respondió Terr, sintiéndose orgulloso.

"Eso es más importante que ganar cualquier trofeo" - dijo Rocco.

Cuando llegó la hora de contar las flores recolectadas, Terr había reunido muchas, pero no eran tantas como las que otros habían juntado. Sin embargo, cuando se anunciaron los ganadores, el jurado decidió otorgar un premio especial a Terr por su valentía y gran corazón.

"¡Felicidades, Terr! Este trofeo es por demostrar lo que realmente importa: ayudar a los demás" - anunciaron.

Terr sonrió, sintiéndose feliz y ligero.

"Nunca pensé que ayudar a un amigo me haría tan feliz. Gracias, amigos, por convencerme de participar" - dijo Terr, abrazando a todos.

Desde ese día, Terr aprendió que la verdadera victoria no estaba en un trofeo, sino en la bondad y la amistad.

Y así, el pequeño duende siguió viviendo aventuras en el bosque mágico, siempre listo para ayudar a quienes lo necesitaban, y disfrutando de cada momento que pasaba con sus amigos.

Fin.

FIN.

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