Las Aventuras de Tomás, Christian y el Guardián del Bosque



Era un día soleado en la ciudad de San José, y los mejores amigos Tomás y Christian estaban ansiosos por explorar el famoso Bosque Encantado que se encontraba en las afueras de su barrio. Pero había un pequeño detalle: todos los chicos del vecindario hablaban de un extraño personaje que habitaba en ese bosque, ¡una criatura asombrosa llamada (;゜0゜)! Según las leyendas locales, if (;゜0゜) era el guardián del bosque y solo permitía la entrada a quienes demostraran ser valientes y dignos.

"Vamos Tomás, tenemos que averiguar si es cierto lo de (;゜0゜)!", dijo Christian emocionado, mientras se ataba los agujeros de sus zapatillas.

"Sí, pero ¡tenemos que ser cautelosos! No sabemos qué puede pasar en ese lugar", respondió Tomás, un poco dudoso.

Con sus mochilas llenas de provisiones (y un par de galletitas), comenzaron su caminata hacia el bosque. La entrada estaba marcada por grandes árboles que parecían susurrar secretos entre sí. Al cruzar el umbral, se sintieron inmediatamente rodeados de magia.

"¡Mirá esas flores!" exclamó Christian, señalando unas plantas multicolores que nunca habían visto. Tomás sonrió, pero siguió mirando a su alrededor con atención. De repente, escucharon un crujido detrás de un arbusto.

"¿Qué fue eso?" murmuró Tomás. Christian se acercó al arbusto y, para su sorpresa, se encontró frente a frente con (;゜0゜), un ser que parecía una mezcla entre un duende y un pequeño dragón, con ojos enormes y centelleantes.

"¡Hola! Soy (;゜0゜)! ¿Por qué han venido al Bosque Encantado?" preguntó con una voz melódica.

"Venimos a explorar y a conocerte", respondió Christian, intentando disimular su asombro.

"Hmm, veo que tienen curiosidad, pero para entrar en el corazón del bosque, deben superar tres pruebas. ¿Aceptan?" desafió (;゜0゜).

"¡Sí! ¡Aceptamos!" dijeron los chicos al unísono, llenos de determinación.

La primera prueba consistía en encontrar la Flor de la Amistad, que solo florecía en la luz de la luna. "¿Dónde la podemos hallar?" preguntó Tomás. (;゜0゜) los llevó a un claro iluminado por un hermoso destello. Al ver la flor brillante, Christian tuvo una idea.

"¡Vamos a trabajar en equipo!" dijo. Ambos comenzaron a recoger pisadas de los animales que vivían allí, intentando comprender el camino que llevaban hacia la flor. Tras un rato de búsqueda, lograron encontrarla. "¡Lo logramos!" gritaron, emocionados.

La segunda prueba fue una carrera a través del río cantarín sin mojarse. "Esto es imposible" dijo Tomás, pero Christian had another plan.

"Si seguimos las piedras planas, podemos salir sin caer", sugirió Christian. Con mucho sigilo y atención, caminaron de piedra en piedra. Cuando llegaron al otro lado, soltaron un grito de triunfo.

"¡Dos pruebas superadas! Solo queda una más," dijo (;゜0゜) asintiendo con aprobación. "La última prueba es la más importante: deben mostrar que se cuidan y se apoyan entre ustedes."

Tomás y Christian se miraron, sabían que la amistad era lo más valioso que tenían. Resolvieron hacer una carrera hacia un tronco caído para demostrar su vínculo. Pero en medio de la carrera, Tomás tropezó.

"¡Tomás!" gritó Christian, corriendo detrás de él para ayudarlo. "Estás bien?"

"Sí, pero sigo sintiéndome mal por haber caído."

"No importa, porque estamos juntos en esto. Te levantaré, amigo. ¡Cada uno se apoya!" dijo Christian, ofreciendo su mano. Con el apoyo de su amigo, Tomás se levantó, y juntos cruzaron la línea de meta.

Al llegar, (;゜0゜) sonrió de oreja a oreja. "Han demostrado que son verdaderos amigos, ¡han pasado las pruebas!"

Con su valiente corazón, Tomás y Christian fueron aceptados en el corazón del bosque, donde encontraron un mundo lleno de maravillas.

"Gracias, (;゜0゜), por mostrarnos la importancia de la amistad y del trabajo en equipo," dijo Tomás, con una gran sonrisa.

"Siempre, chicos. Este bosque será su refugio, ¡y podrán regresar siempre que quieran!" respondió (;゜0゜).

Así, los chicos regresaron a su hogar satisfechos y llenos de energía, recordando siempre que juntos podían superar cualquier obstáculo. Días después, aún hablaban de sus aventuras, y cómo un pequeño guardián los ayudó a descubrir una de las más grandes lecciones de la vida: la verdadera amistad siempre se apoya y da fuerza.

FIN.

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