Las Aventuras de Tomi y el Elfo Travieso
Era una fresca mañana de diciembre en la pequeña ciudad de Villanieve. Tomi, un niño de siete años, estaba muy emocionado porque en unas semanas llegaría la Navidad. Pero lo que más lo emocionaba era la visita del elfo travieso de Papá Noel, que siempre venía a su casa para ver cómo se había portado durante el año.
Sin embargo, aquella mañana, cuando se despertó, encontró una carta sobre su mesa de desayuno. Era de su amigo elfo, y decía:
- ¡Hola Tomi! Soy tu elfo travieso. Lamentablemente, no podré visitarte esta Navidad porque no lograste completar los 11 retos que te propuse a lo largo del año. Recuerda que cada uno era para ayudarte a ser mejor, a aprender y a divertirte.
Tomi se sintió desilusionado.
- Pero yo quería que vinieras, elfo - dijo, mientras miraba la carta con tristeza.
- ¡No te preocupes! Si durante el próximo año logras cumplir esos retos, volveré para ver cómo te has portado. Ah, y no olvides que la magia de la Navidad está en las cosas pequeñas y en el esfuerzo que pones en ser la mejor versión de ti mismo. ¡Hasta el año que viene! - respondió el elfo en la carta.
Tomi pensó en los retos que no había superado. Había algunos que había olvidado y otros que simplemente no había intentado. Decidido a hacerlo mejor, armó un plan.
En enero, se comprometió a ayudar a su mamá en las tareas de la casa. En febrero, decidió leer un libro nuevo cada semana. En marzo, se propuso hacer una buena acción al día.
Pasaron los meses, y Tomi se dedicó a cumplir los retos que había dejado pasar. Empezó a disfrutar de las pequeñas cosas, como ayudar a su hermana menor a hacer los deberes o plantar algunas flores en el jardín. Cada mes que pasaba, sentía que estaba creciendo y aprendiendo.
A medida que se acercaba diciembre del año siguiente, Tomi se sintió emocionado. Ha cumplido todos los retos y estaba ansioso por saber si el elfo vendría a visitarlo. Ya había aprendido tanto, pero también se dio cuenta de que el verdadero reto no solo era completarlos, sino también aprender de ellos.
El 1 de diciembre, Tomi recibió otra carta en su casa:
- ¡Hola de nuevo, Tomi! Estoy muy orgulloso de ti. Este año completaste todos los retos, y eso me ha llenado de alegría.
Tomi saltó de felicidad al leer la carta.
- ¡Voy a comenzar las preparaciones para tu visita! - gritó emocionado.
Días después, la casa de Tomi estaba llena de luces y decoraciones navideñas. La noche de Nochebuena, se quedó despierto esperando la llegada del elfo travieso. De repente, escuchó un susurro suave cerca del árbol de Navidad:
- ¡Ho, ho, ho! ¡Tomi, aquí estoy!
Tomi corrió hacia la voz y encontró al elfo -
- ¿Viniste a verme? - preguntó, asombrado.
- Claro que sí, Tomi. Te estuve observando durante todo el año, y creo que has logrado convertirte en un mejor niño. Sabés, cada pequeño esfuerzo cuenta, y lo que más importa es lo que llevas en el corazón. ¿Preparado para una nueva aventura?
- ¡Estoy listo! - contestó Tomi.
El elfo sonrió, y juntos comenzaron a hablar sobre las nuevas aventuras y retos que les esperaban para el próximo año. Tomi se dio cuenta de que más allá de los desafíos, lo importante era aprender cada día y ayudar a los demás.
Así, Tomi no solo esperaba la llegada del elfo cada Navidad, sino también aprender del camino que estaba recorriendo. Y desde entonces, cada diciembre se convirtió en un momento especial lleno de magia, amor y crecimiento.
A través de los retos, Tomi había encontrado algo más: la verdadera esencia de la Navidad.
- ¡Nos vemos el año que viene, elfo! - gritó Tomi entregado a su emoción.
Y así, la aventura de Tomi y su elfo travieso comenzó una nueva historia, llena de aprendizajes y risas, que nunca olvidaría.
FIN.