Las Aventuras de Víctor, Ángel y Jarul



Había una vez tres amigos inseparables: Víctor, Ángel y Jarul. Vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y praderas. Su curiosidad los llevaba a explorar cada rincón, y ese día decidieron aventurarse en una travesía hacia el misterioso bosque cercano.

"¿Listos para una nueva aventura?", preguntó Víctor con emoción.

"Sí, espero que hoy no nos perdamos como la última vez", respondió Ángel, recordando lo sucedido.

"No se preocupen, yo tengo el mapa", dijo Jarul mientras sostenía un viejo trozo de papel.

Con risas y emoción, los tres amigos se adentraron en el bosque. Al principio todo era diversión: corrieron, saltaron y jugaron entre los árboles. Sin embargo, al poco tiempo, llegaron a una zona llena de cactus.

"Miren, ¡qué interesantes son esos cactus!", exclamó Ángel.

"Cuidado, no se acerquen demasiado", advirtió Jarul.

"No pasa nada, ¡es solo un cactus!", dijo Víctor mientras se acercaba imprudentemente.

En un momento de descuido, Víctor tropezó y cayó sobre un cactus.

"¡Ay! ¡Eso dolió!", gritó Víctor mientras intentaba levantarse y sacarse las espinas.

"¡Estás bien, amigo!", dijo Ángel preocupado.

"Vamos, tenemos que ayudarlo", agregó Jarul.

Mientras los dos intentaban ayudar a Víctor, un rugido retumbó en el bosque. Era un león que había estado descansando cerca.

"¿Lo escucharon?", preguntó Ángel, asustado.

"¡Debemos escondernos!", sugirió Jarul, mientras miraba nerviosamente a su alrededor.

El león se acercó rápidamente y, en un giro inesperado, se llevó a Ángel en un salto.

"¡Ángel!", gritó Víctor angustiado.

"¡No, no! Esto es horrible", dijo Jarul, con lágrimas en los ojos.

Sin embargo, cuando pensaron que todo estaba perdido, se dieron cuenta de que el león no quería hacerles daño. El magnífico animal solo quería jugar. Con un movimiento ágil, dejó a Ángel caer suavemente en el suelo.

"¡Eso fue un susto!", dijo Ángel al reponerse.

"¡¿Qué pasó? ! ¡El león no nos comió!", exclamó Víctor todavía confundido.

El león empezó a jugar con ellos, corriendo entre los árboles y saltando por el campo.

"Miren, amigos, parece que solo quería compañía", dijo Ángel.

"Sí, y nos dio un buen susto", rió Jarul mientras se unía al juego.

Pasaron horas jugando con el león, y pronto se convirtieron en buenos amigos. Comprendieron que el león era juguetón y le encantaba la risa de los niños.

"Nunca pensé que un león pudiera ser tan amigable", dijo Víctor.

"Tal vez hay que conocer a los demás antes de juzgarlos", reflexionó Jarul.

Cuando la tarde comenzó a caer, sabían que era tiempo de regresar a casa. El león se despidió de ellos con una reverencia, y los tres amigos prometieron volver a visitarlo.

"Hoy aprendimos que las cosas no siempre son como parecen", dijo Víctor.

"Sí, y que hay que estar abiertos a nuevas amistades", agregó Ángel.

"¡Y que la próxima vez, debemos tener más cuidado en el camino!", concluyó Jarul.

Desde aquel día, los tres amigos siguieron explorando el bosque, y a veces volvían a jugar con el león, siempre recordando la lección que aprendieron: la importancia de la amistad y la curiosidad positiva ante lo desconocido.

Y así, vivieron muchas más aventuras, siempre juntos, siempre aprendiendo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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