Las Aventuras de Villa Quichitines



Era una soleada mañana de verano en Villa Quichitines, donde tres niñas y dos niños, Sofía, Valentina, Lucas y los mellizos Tomás y Camila, vivían contentos en una granja rodeada de campos verdes y animales juguetones. Ellos pasaban su tiempo cuidando de las gallinas, alimentando a las cabras y corriendo por los prados.

Un día, los padres de Sofía les dijeron que recibirían a dos niños de la ciudad que vendrían de vacaciones.

"¿Quiénes son?" - preguntó Valentina curiosa.

"Se llaman Mateo y Julieta, y seguramente están emocionados por vivir una aventura en el campo" - respondió su mamá.

Mientras tanto, en Villa Alegría, un pueblito cercano, dos niñas y tres niños, que eran un poco más reacios a salir, se sentaban en casa viendo televisión o jugando videojuegos. Se llamaban Luz, Esteban, y los dos hermanos, Pedro y Ana. Por más que les decían que salgan a jugar al aire libre, ellos siempre respondían:

"¡Nosotros preferimos quedarnos aquí!"

El primer día de las vacaciones, Mateo y Julieta llegaron a la granja visiblemente asombrados. Sofía, Valentina y Lucas los recibieron con entusiasmo.

"¡Hola! Bienvenidos a Villa Quichitines!" - gritó Lucas.

"¿Quieren hacer un recorrido por la granja?" - preguntó Valentina.

"¡Sí!" - dijeron Mateo y Julieta al unísono.

Los cinco niños recorrieron la granja: dio vueltas con las cabritas, jugaron con los patitos y hasta aprendieron a ordeñar a una vaca llamada Margarita.

"Es increíble aquí!" - exclamó Julieta, llena de alegría.

"¿No quieren que vayamos a Villa Alegría para invitar a los otros chicos?" - sugirió Sofía.

"Pero, ¿y si no quieren salir?" - decía Lucas un poco dudoso.

"Podemos hacer algo divertido para convencerlos" - respondió Valentina.

Despertaron la curiosidad de Mateo y Julieta, quienes se ilusionaron con la idea. Planearon una gran fiesta en el campo donde invitarían a todos los niños de Villa Alegría. Decidieron hacer actividades, como una búsqueda del tesoro.

Cocinaron galletas, prepararon juegos y volvieron a Villa Alegría.

"¡Toc, toc!" - dijo Sofía al golpear la puerta de Luz, Esteban, Pedro y Ana.

"¿Hay alguien en casa?" - llamó Valentina.

Al principio, nadie salió. Luego, finalmente, Luz asomó la cabeza.

"¿Qué quieren?" - preguntó desinteresada.

"¡Haremos una fiesta! Tendremos juegos y hasta galletas!" - exclamó Lucas con entusiasmo.

Esteban miró a sus amigos y dijo:

"Podríamos probar, pero no estamos seguros de que sea nuestro tipo de diversión..."

"Anímense, ¡la diversión está afuera!" - insistió Julieta, a lo que Pedro y Ana se miraron.

Después de pensarlo un rato, accedieron. Al llegar a la granja, los niños de Villa Alegría, sorprendidos por el lugar, comenzaron a sonreir al sentir la brisa fresca y ver el hermoso paisaje.

La fiesta resultó ser un éxito. Con risas, buscaron el tesoro escondido, compartieron historias y disfrutaron de las galletas.

"¡Esto es mejor que estar en casa viendo televisión!" - dijo Esteban, sorprendido.

"¡Sí! Quiero volver a jugar aquí!" - exclamó Ana.

El sol comenzaba a ponerse cuando se dieron cuenta de que el tiempo había volado.

"Gracias por la mejor aventura!" - dijo Mateo.

"No puedo esperar para volver a jugar con ustedes" - agregó Julieta.

Y así fue como tres niñas y dos niños de Villa Quichitines abrieron las puertas de su granja a dos niños de la ciudad y, a través de una fiesta, lograron que unos niños poco activos se dieran cuenta de lo divertido que era jugar al aire libre en la naturaleza. Desde ese día, la amistad se fortaleció entre los niños de ambos pueblos y cada verano pasaban juntos momentos inolvidables en la granja.

La experiencia les enseñó que la diversión estaba fuera de casa, en compañía de amigos y en medio de la naturaleza. Todos aprendieron a apreciar más su entorno y nunca más dejaron de salir a jugar y explorar. ¡Y así, Villa Quichitines y Villa Alegría se convirtieron en lugares aún más felices!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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