Las Aventuras del Conejo Saltarín



En un hermoso bosque lleno de flores brillantes y árboles altos, vivía un simpático conejo llamado Saltarín. Saltarín era un conejo muy curioso y siempre estaba listo para una nueva aventura. Un día, decidió explorar un rincón del bosque que nunca había visto.

"¡Hoy voy a descubrir cosas nuevas!" - dijo Saltarín mientras se estiraba y saltaba alegremente.

Comenzó su día contando los pasos mientras saltaba: "Uno, dos, tres...". De pronto, se encontró con un pequeño arroyo. El agua brillaba bajo el sol.

"¿Cuántos saltos necesito para cruzarlo?" - pensó Saltarín. Así que comenzó a contar: "Uno, dos, tres, ¡de un salto!". Con un gran salto, llegó al otro lado.

Más adelante, se topó con una mariposa de colores brillantes que danzaba en el aire.

"¡Hola, mariposa!" - saludó Saltarín.

"Hola, Saltarín. ¿Te gustaría jugar?" - respondió la mariposa.

Saltando de alegría, Saltarín aceptó. Jugaron a contar juntos. La mariposa decía: "Uno, dos, tres" mientras Saltarín saltaba. Pero de repente, la mariposa pidió un reto.

"¿Puedes saltar hasta el arbusto grande contando?" - preguntó.

"¡Claro!" - dijo Saltarín emocionado.

Así que comenzó a saltar: "Uno, dos, tres, cuatro...". Cada salto era más alto que el anterior y pronto llegó al arbusto.

El arbusto estaba lleno de fresas rojas y jugosas.

"Mmm, ¡fresas!" - exclamó Saltarín.

"¿Cuántas hay?" - preguntó la mariposa.

Saltarín decidió contar las fresas. Así que comenzó: "Uno, dos, tres, cuatro, cinco..." y al llegar a diez, se sintió muy orgulloso.

"¡Diez fresas!" - gritó el conejo.

"¡Qué bien! ¡Podemos hacer un picnic!" - sugirió la mariposa.

Así que se acomodaron bajo la sombra de un árbol y disfrutaron de las fresas. Pero mientras comían, escucharon un sonido extraño.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Saltarín un poco asustado.

"No lo sé, pero vamos a mirar" - aseguró la mariposa.

Al acercarse, vieron que era un pequeño ratón que había caído en un charco.

"¡Ayuda!" - gritó el ratón.

"¡No te preocupes! ¡Vamos a ayudarte!" - dijo Saltarín. Usando sus saltos y la ayuda de la mariposa, lograron sacar al ratón del charco.

"¡Gracias, amigos!" - dijo el ratón.

"De nada, ¡siempre es bueno ayudar a los amigos!" - respondió Saltarín.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Saltarín se dio cuenta de que había pasado un día maravilloso, lleno de saltos, risas y buenos momentos.

"Estoy feliz de haber compartido este día con mis amigos" - sonrió.

Moraleja: Siempre es bueno contar y ayudar a los demás. Cada aventura puede ser más divertida cuando la compartimos con amigos.

FIN.

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