Las Aventuras del Conejo y el Árbol de Azúcar



(En un bosque mágico, había un árbol muy especial. Este árbol no solo era enorme y frondoso, sino que también daba dulces de azúcar. Su sombra era el lugar favorito de todos los animales del bosque. Un día, un pequeño conejo llamado Roco decidió explorar más allá de su hogar en el bosque. Él siempre había soñado con conocer las montañas que se veían a lo lejos).

Roco se acercó al árbol de azúcar y le dijo a su amigo, el loro Lula:

"Lula, ¿te gustaría venir conmigo a conocer las montañas? ¡Dicen que hay un lugar allí donde la nieve es como azúcar!"

"¡Qué emocionante, Roco! Pero, ¿cómo llegaremos?"

"Podemos seguir el río hasta la cima de la colina y luego buscar un camino entre los árboles. ¿Qué te parece?"

"¡Me parece una gran idea!"

A la mañana siguiente, Roco y Lula empacaron un poco de azúcar del árbol y se pusieron en marcha. Mientras caminaban, Roco llevaba un par de medias de colores brillantes que había encontrado en un arbusto. Él estaba muy orgulloso de sus medias y no paraba de mostrarlas a Lula.

"¡Mirá qué lindas son mis medias!"

"¡Sí! ¡Son geniales! Tal vez puedas usarlas para hacer saltos en la nieve cuando lleguemos a las montañas!"

Después de un rato, comenzaron a subir por un sendero pedregoso. Al principio era divertido, pero pronto se dieron cuenta de que el camino se hacía más difícil. Las rocas eran resbaladizas y algunos árboles bloqueaban el paso.

"Esto es más complicado de lo que pensé, Lula. Nunca había salido tan lejos antes"

"No te preocupes, Roco. ¡Juntos podemos lograrlo! Cada paso que damos nos acerca más a la cima!"

Cruzaron el sendero y, cuando se asomaron a un claro, los dos se quedaron boquiabiertos. Delante de ellos había un hermoso paisaje de montañas cubiertas de nieve. Era un espectáculo impresionante.

"¡Mirá, Roco! ¡Lo logramos!"

"¡No puedo creerlo! ¡Mirá cuánta nieve hay!"

"Vamos a tocarla!"

Roco se lanzó a la nieve y empezó a rodar, riendo mientras se cubría de blanco. Lula, no muy lejos, empezó a hacer ángeles en la nieve. Ambos estaban disfrutando de su aventura. Sin embargo, de repente, vieron a un grupo de animales intentado escalar la montaña, pero parecían tener problemas.

"¡Mirá los otros animales, Lula! Están tratando de subir, pero se ven agotados!"

"Quizás podamos ayudarlos, Roco. Vamos a ver qué necesitan."

Cuando se acercaron, notaron que un pequeño zorro tenía dificultades porque se había caído y no podía volver a levantarse.

"Hola! ¿Estás bien?"

"No, me lastimé la pata y no puedo seguir"

"No te preocupes, ¡te ayudaremos!"

Roco utilizó sus medias coloridas para hacer una trenza y con ella, ató a su amigo zorro y, poco a poco, lo ayudaron a levantarse con cuidado. Los demás animales hicieron una cadena humana y, entre todos, lograron ayudar al zorro a levantarse.

"¡Gracias, amigos! No sé qué haría sin ustedes!"

"¡Para eso están los amigos!"

Luego, Roco tuvo una idea:

"¿ y si hacemos una pista de trineo con la nieve, así todos pueden volver a casa más rápido?"

"¡Es una idea brillante! ¡Vamos a hacerla!"

Todos los animales trabajaron juntos para hacer una increíble pista de trineo. Lanzaron montones de nieve hacia los lados y construyeron pequeñas rampas. Roco, emocionado, se puso de pie en su trineo improvisado, estiró las manos con sus medias coloridas y gritó:

"¡Aaahhh! ¡Esto es genial!"

Uno a uno, los animales se turnaron para deslizarse por la pista. Roco y Lula reían mientras iban tras cada uno de ellos. Finalmente, llegó el turno del pequeño zorro.

"¡Yo voy a probarlo!"

"¡Ten cuidado!"

El zorro tomó impulso y se lanzó, logrando un vuelo impresionante por el aire antes de caer suavemente en la nieve. Todos aplaudieron y celebraron su hazaña.

Al caer la tarde, todos estaban cansados, pero felices. Comprendieron que juntos podían lograr maravillas. Se despidieron de las montañas y regresaron al bosque, donde el árbol de azúcar los esperaba con sus dulces.

"Fue la mejor aventura de todas, Lula. ¡Gracias por acompañarme!"

"Y gracias a vos, Roco, por hacerme parte de algo tan especial. ¡Aprendí que un árbol, unas medias, y un grupo de amigos pueden hacer del mundo un lugar lleno de dulzura y alegría!"

Y así, cada vez que miraban las montañas desde el bosque, sabían que siempre podían contar con el apoyo de sus amigos. Y, por supuesto, una buena dosis de azúcar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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