Las aventuras del gnomo Miguel y Sara en el bosque
Era una mañana fresca en el bosque encantado donde vivía el gnomo Miguel. Miguel era un gnomo pequeño, de barba blanca y un sombrero rojo. Le encantaba explorar, pero también cuidaba de las plantas y los animales que lo rodeaban. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una niña llamada Sara, que había decidido aventurarse en el bosque por primera vez.
"¡Hola! ¿Quién sos?" - preguntó Miguel, asomándose detrás de un arbusto.
"¡Hola! Soy Sara. Buscaba flores para hacer un ramo, pero creo que me perdí" - respondió la niña, un poco asustada.
"No te preocupes, yo te puedo ayudar a encontrar el camino de regreso" - dijo Miguel con una sonrisa.
Sara miró al pequeño gnomo con curiosidad. Nunca había visto a un gnomo antes.
"¡Qué lindo sos!" - exclamó ella.
Miguel se sonrojó de alegría. Era raro que alguien lo encontrara lindo.
"Gracias, pero no soy hermoso, soy útil. Vamos, sigamos por este sendero, y tal vez encontremos algunas flores en el camino" - dijo Miguel mientras guiaba a Sara.
Juntos, caminaron por el bosque y pronto llegaron a un claro lleno de flores de todos los colores. Sara se iluminó al verlas.
"¡Mirá todas estas flores!" - gritó emocionada.
"Sí, pero debemos ser cuidadosos. Algunas pueden ser venenosas. Siempre hay que preguntar o investigar antes de tocar algo desconocido" - explicó Miguel con su voz de sabio.
Sara asintió y decidió que solo recogería flores que Miguel conocía. Después de un rato, llenaron su cesta y se sentaron a descansar.
"¿Qué más hay en este bosque?" - preguntó Sara, mirando hacia los árboles altos.
"Hay criaturas mágicas como hadas y duendes, pero también muchos desafíos. Algunos animales pueden estar asustados y no les gusta que les molesten" - respondió Miguel.
"¿Desafíos?" - Sara parecía intrigada.
"Sí, como el río que debemos cruzar. Algunos dicen que hay un troll que guarda el puente, pero en realidad es un viejo amigo mío. Solo hay que ser amables y contarle una buena historia" - dijo Miguel, guiándola hacia el puente.
Cuando llegaron al puente, un gran troll estaba sentado en una piedra, masticando hojas.
"¡Alto!" - gruyó el troll, mirándolos con ojos grandes y curiosos. "Solo puedo dejar pasar a quienes me cuenten una historia fascinante".
Miguel miró a Sara, que parecía nerviosa.
"No te preocupes, yo te ayudaré" - le susurró Miguel. "Ahora, pensemos en una gran aventura que cuente la historia del mago que perdió su varita mágica".
Sara comenzó a contar la historia, y el troll la escuchó atentamente.
"La historia me encantó, ¡pueden pasar!" - dijo el troll con una gran sonrisa.
Al cruzar el puente, Sara se sintió aliviada y emocionada.
"¡Lo hicimos! ¿Qué más hay adelante?" - preguntó.
"Ahora, vamos a buscar al gran roble sabio. Él conoce todas las historias del bosque y nos puede enseñar a ser mejores cuidadores de la naturaleza" - contó Miguel mientras caminaban.
Al llegar al gran roble, se sentaron a su sombra, y Miguel llamó al árbol con voz suave.
"Gran Roble, ven a contarnos lo que necesitas de nosotros para cuidar este bosque".
El árbol dejó caer algunas hojas, y su voz sonó como un susurro entre las ramas.
"Queridos amigos, lo que más necesito es que cuiden de las plantas y los animales. No los destaquen con tu ruido, y siempre recuerden que todo en la naturaleza tiene su lugar".
Sara y Miguel escucharon atentamente.
"¿Y cómo podemos ayudar?" - preguntó Sara, mostrando su interés.
"Recojan la basura, no molesten a los animales y siempre hablen con respeto a la naturaleza" - respondió el Gran Roble.
Miguel miró a Sara con orgullo.
"Vamos a ser guardianes del bosque, ¿te parece?" - le propuso.
"¡Sí! Juntos podemos hacer la diferencia” - afirmó Sara entusiasmada.
Después de pasar todo el día explorando, aprendiendo y cuidando del bosque, Sara y Miguel regresaron al lugar donde se conocieron.
"Gracias por enseñarme tanto, Miguel. Este es el mejor día de mi vida" - dijo Sara con una sonrisa.
"Y muchas gracias a vos, Sara. Cada amistad y acción cuenta, y tú has sido una gran compañera" - respondió Miguel.
Desde ese día, Sara se convirtió en la mejor amiga del gnomo Miguel, y juntos prometieron cuidar del bosque encantado como verdaderos guardianes. Y así, ambos aprendieron que cuidar de la naturaleza es una aventura que se vive con responsabilidad, amor y amistad.
FIN.