Las Aventuras del Jardín Capullito
En un lejano mundo mágico, lleno de colores brillantes y risas, vivían hadas, duendes y brujas en perfecta armonía. Cada día era una nueva aventura y en una pequeña esquina de ese mundo, justo después del Bosque Susurrante, se encontraba el Jardín Capullito, un lugar donde los niños y las criaturas mágicas se reunían para jugar y aprender.
Una mañana, cuando el sol brillaba como una moneda dorada en el cielo, las hadas Anina y Lila decidieron contarles a los niños del Jardín Capullito sobre su última aventura.
- “¡Hola, amiguitos! ¡Hoy les contamos lo que hicimos ayer! ” - exclamó Anina, revoloteando entre las flores.
- “¡Fue increíble! Fuimos al Lago Espejo y vimos un pez que sabía cantar” - añadió Lila, sacudiendo sus alas brillantes.
Los niños, llenos de curiosidad, se acurrucaron en círculo, listos para escuchar.
- “¿De verdad un pez canta? ¡Eso suena divertido! ” - dijo Juanito, un niño de cinco años con un tambor de cartón.
- “Sí, pero había un problema: el pez no podía encontrar su voz porque le faltaba una nota musical” - explicó Anina. Los niños se miraron intrigados.
En ese momento, un duende llamado Pipo, que siempre estaba dispuesto a ayudar, se acercó.
- “¿Sabías que puedo ayudar? Puedo hacer una melodía con mi flauta mágica que le devolverá al pez su voz” - dijo Pipo con un brillo desafiante en sus ojos.
- “¡Sí, hagámoslo! ” - gritaron todos juntos.
Las hadas, Pipo y los niños se pusieron en marcha hacia el Lago Espejo. Durante el camino, Lila recordó algo importante.
- “¡Espera! Necesitamos traer algo especial para el pez. ¿Qué tal una flor del jardín? ”
- “¡Buena idea Lila! Podemos usar la Flor de la Alegría. Es la favorita de los peces” - sugirió Juanito con entusiasmo.
Al llegar al jardín, todos comenzaron a buscar la flor más hermosa que pudieran encontrar. Después de un rato, encontraron una flor brillante. Tomándola con cuidado, partieron al lago. Al llegar al lago, se acercaron al agua cristalina.
- “¡Hola! ¿Dónde estás, pez cantante? ” - llamó Lila, asomando la cabeza por encima de la orilla.
De repente, un pez resplandeciente emergió del agua, sus escamas reflejando el sol como mil diamantes.
- “Soy yo, el pez cantante, pero no puedo cantar sin mi nota musical” - añadió el pez con tristeza.
- “¡No te preocupes! ¡Tuvimos una idea! ” - dijo Pipo mientras tocaba su flauta. La melodía llenó el aire, y todo el jardín comenzó a bailar con la música.
Pero, de repente, comenzó una tormenta de colores. ¡Era una bruja traviesa llamada Mónica que estaba intentando interrumpir la fiesta!
- “¡Alto ahí! ¡No permitiré que canten sin mí! ” - gritó mientras lanzaba chispas de colores por el aire.
Las hadas, Pipo y los niños no se dejaron asustar. Juntos, empezaron a bailar y a cantar:
- “¡La música es para todos, ven a disfrutar! ”
La bruja, un poco sorprendida por la alegría de los niños, se detuvo y comenzó a escuchar.
- “¿Qué es eso tan divertido? ¿Por qué todos están tan alegres? ” - preguntó, un poco curiosa.
- “¡Es porque compartimos la música y la diversión! Únete a nosotros, Mónica. No hay que estar sola en la magia” - dijo Anina, extendiendo su mano.
Mónica dudó un momento, pero luego se rió y decidió unirse al baile.
- “¡Está bien! Tal vez la música no sea tan mala después de todo” - dijo mientras sacudía su escoba al ritmo de la melodía.
Al final, elPesebreSntante recuperó su voz, la bruja se convirtió en parte de la fiesta y todos, incluidos los duendes, las hadas y los niños, celebraron juntos.
Desde ese día, el Lago Espejo se llenó de risas, música y amistad. Cada semana, todos los miércoles, se organizaba una fiesta mágica bajo el árbol más antiguo, donde todos eran bienvenidos. Así, las aventuras de las hadas, los duendes y la bruja se contaron en el Jardín de Infantes Capullito, llenando de alegría cada rincón. Y así, en ese mundo mágico, no solo los cuentos se narraban, sino que la verdadera amistad floreció como las flores más hermosas del jardín.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.