Las Aventuras del Lobo Mágico



Era una hermosa mañana en el Bosque Encantado. Las brujitas, la Abuela Maga y Sarita, estaban entusiasmadas como siempre. Decidieron que ese día sería especial, iban a buscar al legendario lobo mágico que, según decían, concedía un deseo a quien lo encontrara.

"¿Sabías, Sarita, que el lobo mágico puede ayudarnos a hacer un gran hechizo?" - dijo la Abuela Maga mientras peinaba su larga melena plateada.

"¡Sí! He escuchado historias de él! Desde que soy una brujita, siempre he querido conocerlo" - respondió Sarita, saltando de alegría.

Ambas brujitas se prepararon con sus escobas, gorras puntiagudas y un gran frasco de caramelos mágicos que les habían dado antes como merienda. Cuando se encontraron con el mago José Luis, el cual estaba practicando algunos trucos de magia.

"¡Hola amigos! ¿A dónde van con tantas ganas?" - preguntó José Luis con una sonrisa.

"¡Estamos buscando al lobo mágico!" - exclamó Sarita.

"¿El lobo mágico? He oído que vive en la Montaña de los Deseos" - dijo José Luis, mientras pensaba un poco. "Pero el camino no es fácil. Tal vez necesitemos unir nuestras fuerzas y magiecitas."

Los tres amigos se pusieron en marcha hacia la montaña. A medida que avanzaban, encontraron un río caudaloso que les bloqueó el camino.

"No podemos cruzar así, es muy peligroso" - dijo Sarita, observando las rápidas aguas.

"Déjenme intentarlo," - dijo José Luis, levantando su varita mágica. A pesar de que hizo lo posible, un gran chorro de agua lo empujó hacia atrás.

"¡Ay! No lo sé" - se lamentó.

La Abuela Maga sacó de su mochila un frasco de polvo de estrellas y lo lanzó al aire. Rápidamente, formó un puente de nubes sobre el río.

"¡Pasen, amigos!" - los animó. Juntos comenzaron a cruzar el puente, pero de pronto, unas nubes traviesas comenzaron a mover la estructura.

"¡Corre!" - gritó Sarita.

Saltaron en un movimiento ágil y lograron llegar al otro lado, riendo de la aventura pero un tanto asustados.

"¡Eso estuvo cerca!" - jadeó Sarita. "¿Qué más nos espera en el camino?"

Siguieron avanzando y, en una parte del bosque, se encontraron con un bosque de árboles parlantes.

"¿Quiénes son ustedes?" - preguntó un anciano roble, que tenía más de mil años.

"Estamos buscando al lobo mágico" - respondió la Abuela Maga con voz firme.

"¿Y qué desean hacer con él?" - preguntó el roble, muy curioso.

Todos se miraron y Sarita, llena de entusiasmo, contestó:

"Queremos aprender a ser mejores brujitas y magos, ¡y llevar magia y alegría a todos!"

"Esa es una noble misión. Les diré algo: el lobo mágico aparece cuando los corazones son sinceros" - dijo el anciano árbol. - “Sigan buscando, pero recuerden, la verdadera magia está en compartir y ayudar.”

Con esa enseñanza en mente, siguieron su camino con más determinación. Cuando llegaron a la cima de la montaña, se encontraron con un hermoso claro lleno de flores brillantes y mariposas.

"¡Mirá!" - exclamó Sarita. En el centro había un lobo blanco, suave y brillante, que los observaba con ojos profundos.

"¡Es él!" - gritó José Luis emocionado. Sin embargo, el lobo no se acercó, se mantuvo a distancia.

"¿Por qué no viene?" - preguntó la Abuela Maga, un poco frustrada.

De repente, el lobo habló con una voz suave y melodiosa:

"He estado esperando que lleguen. Sin embargo, necesito saber: ¿qué deseo tienen? Recuerden que deben ser sinceros y amables."

Los tres amigos se miraron y, sin pensarlo mucho, Sarita dijo:

"Queremos que la magia ayude a todos en el bosque, que nunca falten risas y alegría."

El lobo sonrió, y su pelaje brilló aún más.

"Por su deseo puro y lleno de amor, les concedo ese regalo. A partir de hoy, la magia del bosque será más fuerte y su luz brillará en cada corazón."

Con un aullido dulce, el lobo levantó la pata y creó un arcoíris que llenó el cielo. En ese momento, el bosque se iluminó y todos los animales comenzaron a cantar.

"¡Lo logramos!" - dijo José Luis, saltando de felicidad. "La verdadera magia es el amor, ¡y eso nunca se va!"

Y así fue, las tres criaturas mágicas prometieron usar su magia para ayudar a todos y mantener la alegría viva en el Bosque Encantado. Y cada vez que miraban al cielo, recordaban que la verdadera magia está en el corazón.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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