Las aventuras deportivas de Carol
Era un hermoso lunes por la mañana, y Carol estaba lista para su clase de educación física en la escuela. Desde pequeña, siempre le había gustado el deporte. Mientras otros niños preferían el fútbol o el básquet, a ella le fascinaban los deportes alternativos: el ultimate, el kin-ball, y hasta el frisbee golf.
- ¡Hoy tenemos una sorpresa! - anunció la profesora Ana, mientras entraba al gimnasio con una gran caja llena de equipos.
- ¿Qué será? - murmuró uno de sus compañeros, Matías, con curiosidad.
- Espero que sea algo divertido - agregó Clara, que también estaba emocionada.
La profesora sonrió y comenzó a sacar los objetos de la caja. Eran discos voladores y conos de colores.
- Hoy aprenderemos a jugar al disc golf. - explicó. - Es un deporte muy divertido y fácil de jugar. La idea es lanzar el disco hacia unos aros que están en diferentes partes del campo.
- ¡Suena genial! - exclamó Carol, iluminándose al instante.
Los niños se organizaron en equipos, y tras una breve explicación sobre las reglas, comenzaron a jugar. Carol estaba entusiasmada; cada vez que lanzaba el disco, lo hacía con mucha precisión, logrando acercarse al aro.
Sin embargo, hubo un momento inesperado: el disco de Carol se desvió y aterrizó en un arbusto.
- ¡Oh no! - exclamó, preocupada. - ¿Y ahora qué hago?
Sus compañeros comenzaron a reírse.
- No te preocupes, Carol. ¡Es parte del juego! - dijo Matías mientras la ayudaba a buscar el disco.
Después de un rato, lo encontraron, y Carol decidió lanzarlo de nuevo. Esta vez, se tomó un momento para respirar y concentrarse. Al lanzar el disco, ¡sorpresa! ¡Entró en el aro!
- ¡Lo logré! - gritó, saltando de alegría.
A medida que pasaban los días y seguían practicando, Carol se dio cuenta de que no solo le gustaba jugar, sino que también le encantaba aprender sobre la historia de cada deporte. Un día, mientras investigaba, se enteró de la existencia de un torneo de deportes alternativos en su ciudad.
- ¡Tengo que conseguir que mi clase participe! - pensó.
Cuando Carol le propuso a la profesora Ana la idea del torneo, la profesora la alentó a que hablara con sus compañeros sobre el tema.
- ¿Qué piensan si nos inscribimos en el torneo de deportes alternativos? - propuso Carol a sus amigos durante el recreo.
Los rostros de sus compañeros mostraban duda.
- No sé, Carol. ¿Y si no somos buenos? - dijo Clara.
- Pero eso es lo que hace divertido el deporte, ¡ser parte de un equipo y pasarlo bien! - contestó Carol, con entusiasmo.
Después de mucha charla y convicción, sus compañeros decidieron unirse. Juntos comenzaron los entrenamientos para el torneo, aprendiendo no solo sobre el disc golf, sino también sobre el ultimate y el kin-ball. Carol se convirtió en el espíritu del equipo, motivando a todos a dar lo mejor de sí.
El día del torneo llegó, y el aire estaba lleno de emoción.
- ¡Vamos a disfrutarlo! No importa el resultado, lo que importa es aprender y divertirnos juntos - los animó Carol antes de que comenzara el primer juego.
Los partidos fueron reñidos, pero el equipo de Carol se divirtió mucho. Cuando llegó el momento de la final, lo dieron todo en la cancha. Al final del día, aunque no ganaron, todos se sintieron felices y satisfechos.
- ¡Fue increíble! - exclamó Matías. - Aprendimos tanto y jugamos juntos como un verdadero equipo.
- Sí, ¡y fue gracias a vos, Carol! - dijo Clara.
Desde aquel torneo, Carol se convirtió en la líder de su grupo, siempre invitando a los más nuevos a probar deportes alternativos. Aprendieron a valorar el juego, la amistad y el trabajo en equipo, y aunque Carol seguía siendo fanática de los deportes alternativos, descubrieron que lo más importante era disfrutar cada momento juntos.
Y así, con el tiempo, Carol no solo se volvió una gran deportista, sino también una inspiradora para todos sus compañeros, enseñando la importancia de diversificar sus pasiones y abrirse a nuevas experiencias.
Desde entonces, nunca dejaron de jugar y seguir explorando el mundo de los deportes alternativos.
FIN.