Las Aventuras Emocionales de Tini
Había una vez una niñita llamada Tini, que vivía en un colorido pueblo rodeado de cerros y flores. A Tini le encantaba jugar con sus amigos, explorar la naturaleza y disfrutar de las pequeñas cosas, pero había algo que le causaba mucha curiosidad: sus emociones.
Un día, mientras jugaba en el parque, Tini se sintió un poco rara. No sabía si estaba feliz, triste, enojada o confundida.
"¿Por qué me siento así?", se preguntó Tini, rascándose la cabeza.
Decidió visitar a su gran amiga Luna, una joven búho que siempre tenía buenos consejos. Tini la encontró sentada en una rama, observando el atardecer.
"Hola, Luna!", saludó Tini. "Hoy me siento un poco extraña y no sé por qué."
"Hola, Tini!", respondió Luna con su voz suave. "A veces, nuestras emociones son como el clima: cambian todo el tiempo. ¿Por qué no me cuentas qué pasó hoy?"
Tini explicó que durante la mañana había perdido su juguete favorito y se había enojado mucho al darse cuenta, luego uniendo esa emoción con el miedo de no volver a verlo. Pero al final del día, había encontrado el juguete bajo su cama y eso la había hecho muy feliz.
"Entonces, te sentiste enojada y luego feliz. Eso es normal", dijo Luna. "¿Sabías que cada emoción tiene un color? El enojo es rojo, la felicidad es amarilla y la tristeza es azul!"
Curiosa, Tini quería aprender más sobre esos colores. Así que Luna le propuso un juego: crear un arcoíris emocional.
"Vamos a juntar cosas que representen tus emociones y los colores que les corresponden. Así podrás entenderlas mejor!"
Emocionada, Tini aceptó y juntas empezaron la búsqueda.
Encontraron flores rojas que representaban el enojo, amarillas para la felicidad, y una piedra azul que simbolizaba la tristeza. Mientras recolectaban, Tini se dio cuenta de algo.
"Luna, el azul de la piedra ¡es tan lindo!"
"Sí, Tini. A veces la tristeza también puede ser bella. ¡Así que no la escondas! Cuando entendemos nuestras emociones, podemos manejarlas mejor."
Después de su aventura, Tini llevó su arcoíris emocional a casa. Estaba tan contenta que decidió compartirlo con sus amigos. Al día siguiente, les mostró lo que había aprendido.
"¡Chicos, miren! Este es mi arcoíris de emociones. Cada color me ayuda a entenderme mejor. ¿Quieren hacer uno también?"
Sus amigos se animaron y comenzaron a crear sus propios arcoíris. Sin embargo, en medio del juego, uno de sus amigos, Tomi, se frustró porque no encontraba una piedra amarilla para representar la felicidad.
"¡No hay ninguna! ¡Esto es imposible!", gritó Tomi, molesto.
Tini recordó lo que Luna le había enseñado y se acercó a él.
"Tomi, no te enojes. A veces las cosas no salen como queremos, pero eso también es parte de aprender. ¿Qué tal si usamos algo más? A veces, la felicidad se encuentra en un buen momento."
Tomi se detuvo y pensó.
"Es verdad, ayer me reí tanto en el parque. Puedo dibujar una cara sonriente para representarla."
"¡Eso es genial! Las emociones tienen muchas formas, y podemos expresarlas de distintas maneras", dijo Tini.
Al final del día, todos estaban sentados en círculo compartiendo sus arcoíris y hablando sobre sus emociones. Tini se sintió feliz y aliviada de que todos pudieran aprender juntos a reconocer lo que sentían.
"Gracias, Luna, por ayudarme a entenderme mejor y a mis amigos también", pensó Tini mientras miraba las estrellas esa noche.
Desde entonces, Tini no volvió a tener miedo de sus emociones, ya que sabía que cada una de ellas juega un rol importante en su vida. Y así, cada vez que se sentía confundida, recordaba su arcoíris emocional y sabía que estaba bien sentir todo tipo de cosas, porque cada emoción era parte de su hermoso y colorido mundo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.