Las Aventuras en el Hotel Doors
Era un día lluvioso y gris en la ciudad cuando un grupo de cinco amigos decidió explorar un misterioso hotel abandonado en las afueras. Se llamaba 'Hotel Doors' y, según los rumores, estaba embrujado por entidades extrañas. Ezequiel, la valiente líder del grupo, dio el primer paso.
"¡Vamos! No dejemos que la lluvia nos detenga. Hoy descubriremos qué pasa aquí dentro!" - dijo Ezequiel con entusiasmo.
Sus amigos, Valentina, Tomás, Sofía y Nicolás, lo siguieron con un poco de miedo y mucha curiosidad.
Al entrar, el ambiente era ominoso. Las paredes crujían y había ecos de risas antiguas que recorrían los pasillos.
"Esto parece una película de terror" - murmuró Valentina, mientras su mirada se paseaba por cada detalle del hotel.
Tomás, que siempre había sido un poco más escéptico, empezó a investigar.
"Chicos, todo esto puede ser solo una historia creada por la gente. Vamos a comprobarlo!" - dijo mientras revisaba una vieja habitación.
De golpe, una puerta se cerró de golpe detrás de ellos. Todos se sobresaltaron.
"¡Esto no me gusta nada!" - gritó Sofía, mientras se aferraba al brazo de Nicolás.
"No pasa nada, sólo es el viento" - trató de calmarla Nicolás, aunque él mismo temía lo que pudiera pasar si no encontraban la salida.
A medida que avanzaban más profundamente en el hotel, conocieron a los personajes que lo habitaban. Primero, se encontraron a Rush, una criatura veloz y juguetona que siempre estaba corriendo entre las sombras.
"¡Hey, chicos! ¡Recuerden que aquí no pueden correr!" - exclamó Rush mientras desaparecía entre las puertas.
"¡Pero no queremos quedarnos aquí!" - gritó Ezequiel, intentando mantener la calma.
De pronto, un susurro resonó en el aire. Era Figure, quien se materializó delante de ellos, mirando con una sonrisa tenebrosa.
"¿Por qué vienen a este lugar? No hay nada aquí para ustedes, solo el eco de sus miedos" - dijo Figure, con una mirada penetrante.
"Venimos a explorar y descubrir la verdad sobre ustedes" - respondió Valentina, con valentía.
Figure se quedó pensativa. "¡Muy bien entonces! Si logran superar mis pruebas, les dejaré salir. Si fallan, quedarán atrapados aquí para siempre junto a nosotros."
Nicolás, aunque asustado, decidió hacer una pregunta. "¿Y cuáles son esas pruebas?"
"Tendrán que resolver acertijos y enfrentarse a sus propios miedos. Si no lo logran, serán parte del hotel eternamente" - respondió Figure, mientras se desvanecía nuevamente en la oscuridad.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Sofía, visiblemente nerviosa.
Ezequiel se dio cuenta de que tenían que trabajar juntos. "Chicos, no estamos solos. Nos tenemos los unos a los otros. ¡Juntos podemos hacer esto!"
Los amigos se lanzaron a la aventura, resolviendo acertijos que los llevaban a diferentes habitaciones. Se enfrentaron a Hort, que se movía rápidamente por los pasillos y parecía querer atraparlos. "¡Rápido, no miren atrás!" - gritó Tomás mientras corrían hacia una puerta.
El desafío llegó cuando encontraron a Ambush, quien estaba listo para atraparlos en una esquina oscura.
"¡Si se mueven, están acabados!" - dijo Ambush con una voz profunda.
Ezequiel, en un momento de improvisación, empujó un mueble que cayó al suelo, haciendo ruido. "¡Ahora! ¡A la izquierda!" - les gritó a sus amigos, logrando escapar justo a tiempo.
Finalmente, se encontraron con Seek y Screetch, quienes les lanzaron un reto: encontrar la llave mágica que les permitiría salir del hotel. Los chicos buscaron en todas partes y, después de muchos intentos fallidos, Sofía encontró un antiguo cofre escondido detrás de una pintura.
"¡Aquí!" - exclamó, abriendo el cofre con emoción. Dentro estaba la llave brillante.
Con la llave en mano, se acercaron a la puerta de salida.
"¿Nos dejarán salir?" - preguntó Valentina con un brillo de esperanza en sus ojos.
"Sí, pero deben recordar lo que aprendieron aquí hoy. La valentía, el trabajo en equipo y la amistad son más fuertes que cualquier miedo" - respondió Figure, sonriendo mientras el grupo salía, dejando atrás las sombras del hotel.
Una vez fuera, los chicos miraron hacia atrás y vieron cómo las puertas del hotel se cerraban lentamente.
"¿Lo logramos?" - preguntó Nicolás, con una sonrisa de alivio.
"Sí, lo hicimos. Y nunca olvidaremos que juntos somos invencibles" - apuntó Ezequiel, mientras comenzaban a caminar bajo la lluvia, con el corazón lleno de nuevas historias por contar.
El Hotel Doors quizás estaba embrujado, pero en sus corazones, esos chicos habían encontrado la fuerza para no dejarse vencer, mostrando que la amistad y la valentía siempre abrirán las puertas del miedo.
FIN.