Las Aventuras en la Amazonía
Érase una vez, en un pequeño pueblo cerca de la selva amazónica, un grupo de amigos que se llamaban Martín, Sofía y Lucas. Siempre estaban buscando nuevas formas de divertirse y aprender sobre la naturaleza. Un día, mientras jugaban cerca del río, hicieron un descubrimiento asombroso.
"¡Mirá!", exclamó Sofía, señalando un mapa viejo que estaba atrapado entre las piedras.
"¿Qué será eso?", preguntó Martín, intrigado.
"Parece un mapa del tesoro, ¡hay una X marcada aquí en la selva!", dijo Lucas, con los ojos brillantes de emoción.
Decidieron seguir el mapa y, juntos, comenzaron una aventura que los llevaría a lugares inesperados. Cargaron una mochila con suministros: una cantimplora, frutas, galletas, y un cuaderno para anotar todo lo que aprendieran en el camino.
Al adentrarse en la selva, se maravillaron con los ruidos de los animales que los rodeaban.
"Escuchá eso, parece un jaguar", susurró Martín, recordando lo que había leído sobre ellos.
"Y ahí están los tucanes, mirá sus colores tan vivos", agregó Sofía, apuntando hacia los árboles.
Mientras caminaban, encontraron una cascada y decidieron tomar un descanso.
"Esto es increíble, cada rincón aquí es un descubrimiento", dijo Lucas, mientras se sentaba en una piedra.
"Sí, pero también tenemos que cuidar de la selva", recordó Sofía.
"¡Exacto!", afirmó Martín. "No podemos dejar basura ni molestar a los animales. Debemos ser responsables".
Después de disfrutar de la cascada, continuaron su camino siguiendo el mapa. Sin embargo, de repente, comenzaron a escuchar un ruido extraño.
"¿Qué es eso?", preguntó Lucas, algo asustado.
"No sé, pero tengamos cuidado", respondió Sofía, mientras se acercaban lentamente a un arbusto.
Al llegar al arbusto, se encontraron con un pequeño mono que había quedado atrapado.
"Pobre pequeño, necesita ayuda", dijo Martín con tristeza.
"Debemos liberarlo", sugirió Sofía.
"Sí, y luego veremos si podemos seguir el camino del tesoro", agregó Lucas.
Con cuidado y mucho cuidado, los amigos lograron liberar al mono. Este, agradecido, se subió a la cabeza de Lucas y comenzó a saltar de rama en rama.
"¡Mirá, nos está guiando!", gritó Sofía emocionada.
"Vamos a seguirlo!", dijo Martín, sintiendo que su corazón latía rápido de alegría.
El mono los condujo a un claro, donde encontraron una antigua cueva adornada con coloridos dibujos en las paredes.
"¡Este es el tesoro!", exclamó Lucas, al ver los hermosos grabados.
"No son monedas ni joyas, pero son historias de la selva", dijo Martín, admirando la belleza de los dibujos.
"¿Qué te parece si les contamos a otros sobre estas maravillas? Así todos aprenderán a cuidar la selva", sugirió Sofía.
Con toda la emoción, decidieron tomar notas de lo que habían visto y aprendido a lo largo del camino. Mientras regresaban a casa, sabían que la verdadera aventura no solo estaba en encontrar un tesoro, sino en cuidar y proteger la naturaleza que los rodeaba.
- “Prometamos cuidar siempre de nuestra selva”, dijo Martín alzando la mano.
- “¡Prometido! ”, gritaron Sofía y Lucas al unísono.
Y así, esos tres amigos no solo encontraron un mapa viejo, sino también un compromiso eterno con la selva amazonica y la aventura de aprender diariamente sobre el maravilloso mundo que los rodeaba.
FIN.