Las Aventuras en la Granaja de las Hermanitas



Erika y la pequeña Tomi vivían en una linda granja con su mamá. Erika, la hermana mayor, siempre estaba llena de energía y tenía una gran imaginación. Tomi, la bebé de la familia, era muy curiosa a su manera, observando el mundo a su alrededor desde su cuna.

Una mañana soleada, mientras mamá preparaba el desayuno, Erika decidió que era un buen día para explorar la granja. "¡Vamos a conocer a nuestros amigos!" - exclamó, moviendo la pancita de Tomi con entusiasmo.

Erika llevó a Tomi al establo donde vivía Berta, la vaca.

"¡Hola, Berta! Hoy tenemos un día de grandes aventuras" - dijo Erika, mientras Tomi sonreía con su carita redonda. Berta, que estaba masticando heno, levantó la cabeza y respondió:

"¡Buen día, Erika y Tomi! ¿Qué planes tienen para hoy?"

Erika pensó un momento y dijo: "¡Vamos a buscar al chancho!" - Ya se imaginaba correr por el barro con su hermana a cuestas. Así que partieron hacia el campo donde jugaba Chanchito.

"¡Chanchito! ¡Chanchito! ¡Ven a jugar!" - gritó Erika. El chancho salió corriendo, dándole vueltas al barro.

"¡Erika! ¡Tomi! ¡No me pongan barro!" - exclamó Chanchito, mientras se deslizaba. Tomi no pudo evitar reír al verlo. ¡Era una diversión genial!

Después de jugar un rato, Erika decidió que era hora de buscar a su amigo el caballo, Aventura.

"¡Aventura!" - llamó.

Aventura, un caballo de pelaje brillante y gallardo, se acercó con elegancia.

"Hola, chicas. ¿Qué travesuras van a hacer hoy?" - preguntó Aventura.

"Vamos a buscar al pato, ¡y luego tendremos una fiesta de barro!"

"¿Fiesta de barro? ¡Suena emocionante!" - dijo Aventura.

Cuando llegaron hasta el estanque, encontraron al pato, Pluma, que estaba chapoteando felizmente.

"¡Pluma! ¡Te invitamos a una fiesta de barro!" - dijo Erika.

"¡Una fiesta! ¡Perfecto!" - grazonó Pluma.

Juntos, los cuatro amigos se apuraron al lugar donde podían hacer su fiesta. Uno de los lados del campo tenía un gran charco perfecto para ensuciarse. Erika con la bebé Tomi a sus pies, la pasó bien lanzándose en el barro. Todo iba magnífico hasta que...

¡Oh no! Justo cuando estaban en un momento de diversión, un rayo de luz apareció a través de las nubes. "¿Qué es eso?" - preguntó Erika. De repente, el cielo se llenó de colores y apareció un hermoso arcoíris.

"¡Miren!" - gritó Pluma.

Todos se detuvieron y miraron hacia arriba. Era un espectáculo maravilloso, pero esto les recordó que la granja no debe vivir solo de aventuras. Debían cuidar de los animales y su hogar.

Erika, con gran madurez, dijo: "Deberíamos hacernos responsables de nuestros amigos. ¡Vamos a recoger el barro y ayudar a mamá!"

Con decisión, se pusieron a limpiar todo lo que habían revuelto. Chanchito trajo hojas y trozos de madera, y Berta ofreció hierba para hacer un lugar limpio. Todos colaboraron y, aunque al principio parecía difícil, se convirtieron en un gran equipo.

Cuando terminaron, la granja brillaba de nuevo y mamá salió a ver lo que habían hecho.

"¡Chicas! ¡Qué trabajo increíble! Estoy muy orgullosa de ustedes por ayudar. Las aventuras son geniales, pero cuidar de nuestra casa también es importante" - dijo mamá con una sonrisa.

Esa tarde, Erika y Tomi disfrutaron viendo el arcoíris y sintieron que habían hecho un gran esfuerzo juntos. "¿Saben qué? Podemos tener aventuras y cuidar de nuestra granja. ¡Las dos cosas son posibles!" - dijo Erika, mientras Tomi aplaudía.

Y así, las hermanitas aprendieron que en la vida, siempre hay espacio para la diversión, pero también para la responsabilidad. Juntas, descubrieron que con amistad y trabajo en equipo, podían lograr lo que se proponían. Y claro, con una buena dosis de barro, cada aventura sería aún más especial.

FIN.

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