Las Aventuras Espaciales de Evangelina, Natasha y Jazmín
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y tres amigas, Evangelina, Natasha y Jazmín, se encontraban en el parque jugando a ser astronautas. Las nubes en el cielo parecían naves espaciales, y sus risas resonaban como estrellas brillantes.
"¡Mirá! Esa nube se parece a un cohete gigante!" dijo Evangelina, señalando al cielo.
"¡Claro! Y el viento puede ser nuestro impulso hacia el espacio", respondió Natasha con una sonrisa.
"Vamos a imaginar que estamos en una misión secreta para encontrar un planeta mágico", agregó Jazmín emocionada.
Las tres amigas se pusieron a crear su nave espacial. Con hojas, cartones y cintas de colores, construyeron un gran cohete en el que se sentaron juntas.
"¡Listas para el lanzamiento!" gritó Evangelina.
"Contemos hasta tres, ¡y despegamos!" dijo Natasha.
"¡Uno, dos, tres! ¡Despegue!" exclamaron al unísono.
De repente, empezaron a brincar en su cohetito, mientras imaginaban que el cielo se llenaba de estrellas. Sin embargo, un curioso gato llamado Tomás se acercó, buscando jugar. Salto sobre el cohete y lo desestabilizó, haciendo que Evangelina, Natasha y Jazmín rodaran por el césped.
"¡Tomás! ¡Tienes que ser un astronauta también!" rió Jazmín mientras acariciaba al gato.
"Pero Tomás no puede volar, ¡es un gato!" dijo Evangelina con un guiño.
"¡Eso es! ¡Podemos inventar un traje espacial para él!", reveló Natasha con una chispa en los ojos.
Las tres amigas comenzaron a buscar materiales para hacerle un traje a Tomás. Reunieron trozos de tela y botones viejos. Mientras trabajaban, se dieron cuenta de la importancia del trabajo en equipo.
"Si unimos nuestras ideas, podemos hacer algo increíble", sugirió Evangelina.
"¡Sí! Como el cosmonauta, podemos ser amigos y aventureros al mismo tiempo!" agregó Jazmín.
Después de un rato, Tomás lucía un colorido traje espacial improvisado. Las chicas no podían parar de reír al ver al gato todo vestido, y decidieron que Harían una carrera de cohetes en la próxima etapa de su aventura.
Al día siguiente, decidieron invitar a otros niños del parque a unirse y formar una tripulación.
"¡Hola a todos! ¡Hoy lanzamos nuestra misión especial al planeta mágico!" anunció Natasha.
A medida que más amigos se unían, las ideas y las risas se expandían.
"¡Podemos jugar a recoger estrellas de papel!" sugirió un chico llamado Leo.
"Y después, haremos una fiesta en el espacio", completó otra niña, Martina.
Así, comenzaron a crear una serie de actividades para el día, donde todos participarían. En un momento dado, uno de los niños se sintió triste porque no tenía materiales para hacer su propio cohete.
"¡No te preocupes! Todos podemos compartir nuestro material. ¡Hay suficiente para todos!" dijo Jazmín al instante.
"Así podemos volar juntos y ayudar a otros a conocer el espacio", añadió Evangelina.
Entonces trabajaron como equipo: compartieron sus materiales, ideas y, sobre todo, se divirtieron juntos. Cuando terminaron, había en el parque una verdadera flota de cohetes, cada uno más original y colorido que el otro.
"¡Estamos listos para el lanzamiento! ¡Contemos hasta diez!" dijo Natasha emocionada.
Mientras contaban, todos los niños miraban al cielo con alegría, listos para empezar su aventura imaginaria. La fiesta y la risa llenaron el aire. Cuando llegaron a —"despegue" , algunos comenzaron incluso a bailar como si estuvieran en el espacio.
Sin embargo, justo en ese momento, Tomás hizo un salto y cayó en un charquito.
"¡Tomás! ¡Eres un verdadero astronauta de la tierra! ” gritó Jazmín riendo.
"¡Espera! Hay que ayudarlo a volver al cohete", dijo Evangelina.
Así, todos los niños corrieron a ayudar a Tomás, quien se sacudió digno como un verdadero héroe.
"Después de esta aventura, hay que cuidar de cada astronauta, ¡sean gatos o no!" remarcó Natasha.
Al final del día, todos acordaron siempre ayudar a otros y compartir sus cosas para que las aventuras sean más divertidas.
"Hoy fue espectacular. ¿Deberíamos seguir explorando nuevos mundos?" propuso Evangelina.
"¡Sí! La próxima misión nos llevará a buscar planetas de colores y juegos!" finalizó Jazmín con una gran sonrisa.
Y así, las pequeñas astronautas de Buenos Aires continuaron creando y explorando, aprendiendo que en el camino de la diversión, la amistad y la colaboración son las mejores herramientas para lograr sus sueños.
El sol se ponía en el horizonte, y en el parque, las risas y los sueños de los pequeños astronautas brillaban más que nunca, como si fueran estrellas en el cielo.
FIN.