Las Aventuras Espaciales de María y Jacinta



Era una calurosa tarde de verano en el pequeño pueblo de Las Estrellitas, donde vivían dos niñas muy valientes, divertidas y curiosas: María y Jacinta. Ambas compartían el mismo sueño: conocer el espacio y vivir aventuras increíbles.

Un día, mientras jugaban en el parque, vieron un viejo telescopio abandonado entre unos arbustos.

"¡Mirá Jacinta! ¿Qué hacemos con esto?" - dijo María, con sus ojos brillando de emoción.

"No lo sé, pero parece que necesita una nueva dueña. ¡Podríamos usarlo para observar las estrellas!" - respondió Jacinta, saltando de alegría.

Tras llevar el telescopio a casa, las chicas decidieron que era hora de hacer un viaje a lo grande. Juntaron un montón de materiales: cajas vacías, papel de colores, cartones y todo lo que pudieron encontrar.

"Vamos a construir una nave espacial, así podemos ir al espacio" - sugirió María.

"¡Sí! ¡Y también tenemos que prepararnos para cualquier aventura!" - agregó Jacinta.

Durante días trabajaron sin parar. Al final, construyeron una increíble nave espacial que llamaron "Estrellas Viajeras". Decoraron la nave con dibujos de planetas y estrellas, y se aseguraron de que tuviera suficiente espacio para ellas y sus snacks favoritos.

Una noche, cuando el cielo estaba despejado y llenísimo de estrellas, María y Jacinta se pusieron sus cascos de papel de aluminio (porque creían que eso las haría más valientes) y subieron a su nave.

"¿Estás lista para despegar?" - preguntó María mientras giraba una rueda hecha con cartón.

"¡Listísima! ¡Que empiece la aventura!" - respondió Jacinta con una gran sonrisa.

Las niñas cerraron los ojos y comenzaron a contar en voz alta.

"¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno, despegue!" - gritaron, y aunque no se movieron físicamente, su imaginación las llevó a un viaje impresionante.

De repente, se encontraron en el espacio. Las estrellas brillaban como nunca antes, y pudieron ver planetoides que jamás habían imaginado.

"¡Mirá ese planeta! ¡Es violeta!" - exclamó María, apuntando hacia una esfera llamativa.

"¡Debemos ir a explorar!" - respondió Jacinta.

Sin pensarlo dos veces, aterrizaron en ese planeta misterioso. Cuando bajaron de su nave, se dieron cuenta de que el suelo era suave como algodón de azúcar y que el aire olía a frutillas.

Pero pronto, se dieron cuenta de que no estaban solas. Unas criaturas adorables, que parecían mezclar un perro con un canguro, se acercaron curioso. Los pequeños seres tenían orejas grandes y brillantes como estrellas.

"¡Hola! Somos los habitantes de Estrella Frutillo. ¿Cómo se llaman?" - preguntó uno de ellos, moviendo su cola de peluche.

"¡Hola! Soy María y ella es Jacinta. Venimos de la Tierra" - respondió María, llena de asombro.

Las criaturas las invitaron a unirse a su festival de la fruta, donde había juegos, colores y muchas sorpresas. Había carreras de aros interplanetarios, danza de las estrellas y una lluvia de frutillas que caía del cielo.

"¡Esto es increíble!" - gritó Jacinta, mientras se caía de risa al resbalar en un charco de mermelada.

Pasaron un tiempo maravilloso con sus nuevos amigos, olvidándose del tiempo. Sin embargo, al mirar al cielo, se dieron cuenta de que era hora de regresar a casa.

"No quiero que esta aventura termine" - lamentó Jacinta, mientras caminaban de vuelta a su nave.

"Pero siempre recordaremos este lugar y a nuestros amigos. Y siempre podemos volver a soñar" - añadió María, sonriendo con fuerza.

Se despidieron de los habitantes de Estrella Frutillo, prometiendo que algún día volverían. Al llegar a la nave, se miraron emocionadas.

"¿Crees que nuestras familias estarán preocupadas?" - preguntó Jacinta.

"Tal vez un poquito, pero vamos a contarles nuestra aventura. ¡Les encantará!" - respondió María mientras iniciaban su viaje de regreso.

Finalmente, en un parpadeo, se encontraron de nuevo en el parque, con el telescopio a su lado y las estrellas brillando sobre ellas. Con una gran sonrisa y el corazón lleno de emoción, sabían que la aventura no había terminado.

"¿Qué vamos a hacer ahora, Jacinta?" - preguntó María.

"Soñar más fuerte, y buscar nuevas aventuras. ¡El espacio es infinito!" - exclamó Jacinta, llena de energía.

Y así, con su valentía, diversión y curiosidad, María y Jacinta prometieron seguir soñando, descubriendo y explorando no solo el universo, sino también el maravilloso mundo que las rodeaba, recordando siempre que lo más importante era la amistad y la imaginación que nunca tiene fin.

FIN.

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