Las Aventuras Espaciales de María y Jasinta
Era una vez, en un pequeño pueblo argentino, dos amigas inseparables llamadas María y Jasinta. Ambas compartían una pasión desbordante por el espacio. Desde que eran muy chicas, soñaban con convertirse en astronautas y explorar las estrellas, los planetas y, por supuesto, todo lo que el universo tenía para ofrecer.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Jasinta dijo:
"María, ¿y si construimos una nave espacial con cajas y mantas? ¡Podríamos ir a la luna!"
"¡Sí! Pero necesitamos algo especial para el combustible. Tal vez un poco de hierba de nuestra huerta... o tal vez el jugo de la sandía que mamá hizo para el almuerzo", respondió María, con una sonrisa.
Las niñas comenzaron a recolectar materiales de la casa. Usaron cajas de cartón, almohadas viejas y cinta adhesiva. Pasaron horas en la construcción de su nave, riendo y contándose historias sobre cómo sería su vida en el espacio.
Finalmente, su nave "La Estrella Curiosa" estaba lista.
"¡Es perfecta! Ahora solo necesitamos un piloto. ¡Vamos a contar hasta tres y despegamos!"
"Uno, dos, ¡tres!" gritaron al unísono mientras saltaban dentro de su nave.
En su imaginación, el jardín se convirtió en un vasto espacio. Las niñas empezaron a volar hacia la luna, navegando entre planetas llenos de colores vibrantes. Pero, de repente, ¡su nave comenzó a tambalear!"¡Ay, ay, ay! ¿Qué está pasando, María?"
"No lo sé, tal vez tenemos turbulencias espaciales. ¡Agárrate fuerte!"
Justo en ese momento, un pequeño extraterrestre verde apareció, flotando fuera de la ventana de la nave. Era amistoso y tenía un gran sombrero que le cubría los ojos.
"¡Hola, amigas! Soy Zuki, el explorador de Galaxia Zeta. ¿Necesitan ayuda?"
"Por favor, Zuki. Nuestro combustible se está acabando y no sabemos cómo aterrizar."
Zuki sonrió y dijo:
"No se preocupen. Les enseñaré cómo encontrar el combustible estelar. Solo deben buscar los colores del arcoíris en el espacio. ¡Son la clave!"
María y Jasinta miraron por la ventana y vieron rayos de luz de todos los colores alrededor de ellos.
"¡Mira, Jasinta! ¡Ahí está el rojo!" exclamó María.
"Y allá el azul y el amarillo. ¿Y si recogemos un poco de cada uno?" sugirió Jasinta.
Con la ayuda de Zuki, las niñas comenzaron a recolectar los colores. Por cada uno que obtenían, sentían que su energía aumentaba.
"¡Eso es! ¡Lo están logrando! Solo falta un color más: el verde. ¿Lo ven en algún lugar?" preguntó Zuki.
María y Jasinta miraron alrededor y, al mismo tiempo, señalaron hacia un enorme planeta esmeralda.
"¡Allí! ¡Es el planeta Verde!" gritaron.
"Un momento, voy a usar mi rayo de atracción" dijo Zuki, mientras apuntaba su mano hacia el planeta. Un haz de luz surgió y atrapó el color verde.
De pronto, la nave tomó vida con una potencia increíble.
"¡Lo logramos!" gritó Jasinta.
"Ahora, a casa, chicas. ¡Con rumbo a la Tierra!" agregó Zuki.
Volaron felices a través del espacio, riendo y soñando con nuevas aventuras. Cuando llegaron al jardín, la mamá de María las llamó:
"¡Chicas, a la mesa! ¡La merienda está lista!"
"¡Ya vamos, mamá!" respondieron las niñas, aún emocionadas por su aventura.
Mientras corrían hacia la casa, María dijo:
"¿Te imaginás que algún día podamos ser astronautas de verdad?"
"¡Sí! Podemos estudiar mucho y prepararnos. Con esfuerzo y curiosidad, ¡podremos ir al espacio!" contestó Jasinta, sonriendo.
Y así, las dos amigas siguieron soñando, nunca dejando de ser valientes, divertidas y curiosas. Y quién sabe, algún día, tal vez María y Jasinta cumplan su sueño de explorar las estrellas realmente.
A partir de aquel día, cada vez que miraban al cielo estrellado, sonreían, recordando que lo posible está al alcance de quienes se atreven a soñar y a trabajar por sus sueños.
FIN.