Las Aventuras Mágicas de María Isabel y María Gracia en Corralito



Era una tarde soleada cuando las mejores amigas, María Isabel y María Gracia, decidieron salir a explorar el hermoso parque que estaba justo a la vuelta de su casa. Caminando entre árboles frondosos y flores silvestres, de repente, encontraron un pequeño sendero cubierto de hojas doradas.

"¿Te imaginas dónde lleva ese camino?" - preguntó María Isabel con los ojos brillantes de curiosidad.

"No lo sé, pero ¡vamos a averiguarlo!" - respondió entusiasmada María Gracia.

Las dos se adentraron en el sendero y, para su sorpresa, al final encontraron una puerta de madera tallada con hermosos diseños de estrellas y lunas.

"¡Esto se ve muy antiguo!" - dijo María Isabel, examinando la puerta con atención.

"Tal vez sea una puerta mágica. ¡Intentemos abrirla!" - sugirió María Gracia.

Con un leve empujón, la puerta se abrió con un chirrido. A su otro lado, un paisaje deslumbrante se extendía ante sus ojos. Todo brillaba con colores vibrantes, y criaturas fantásticas danzaban alrededor.

"¡Estamos en un lugar mágico!" - exclamó María Isabel.

Un pequeño unicornio se acercó a ellas.

"Hola, visitantes! Soy Arcoíris, el guardián de Corralito. ¿Están aquí para vivir aventuras?" - dijo el unicornio con una sonrisa.

"¡Sí, por favor!" - respondieron las dos al unísono.

Arcoíris las llevó a través de un puente de flores que cambiaban de color con cada paso. Al otro lado, encontraron un lago que reflejaba el cielo con miles de estrellitas.

"Pero, ¿qué es esto?" - preguntó María Gracia, totalmente fascinada.

"Este es el Lago Estelar. Si lanzas una piedra, puedes pedir un deseo. Pero cuidado, los deseos tienen consecuencias." - advirtió Arcoíris.

María Isabel pensó en lo que más quería y lanzó una piedrita al agua.

"Deseo que cada día sea una aventura mágica" - dijo con voz decidida.

De repente, el lago comenzó a brillar intensamente y, en un instante, todo a su alrededor cambió. Las aves comenzaron a hablar y los árboles cantaban. Pero a las dos amigas les costó distinguir lo que era un sueño y lo que era realidad.

"¡Esto es increíble!" - gritó María Gracia, girando sobre sí misma. Pero después de un momento, se dio cuenta de que no podían controlar el caos que se había desatado.

"Tal vez hemos deseado demasiadas aventuras a la vez..." - comentó María Isabel, comenzando a preocuparse.

"Renunciemos a nuestro deseo" - sugirió María Gracia con seriedad.

Ambas adultaron alrededor del lago y, juntas, gritaron:

"Queremos regresar a la normalidad!"

El lago empezó a brillar con fuerza de nuevo, y en un parpadeo todo volvió a quedar en calma. Las aves y los árboles volvieron a su estado natural.

"Gracias, Arcoíris. Aprendimos que las aventuras son geniales, pero lo más importante es encontrarlas en el día a día, sin buscar magia externa" - dijo María Isabel.

"Exactamente. A veces los momentos más sencillos son los que hacen la vida mágica y divertida" - agregó María Gracia.

Con una sonrisa, Arcoíris las condujo de regreso a la puerta. Al cruzar, se dieron cuenta de que la felicidad estaba no solo en los deseos, sino en las pequeñas cosas que vivían juntas cada día.

"¿Crees que algún día podamos regresar?" - preguntó María Gracia mientras cerraban la puerta detrás de ellas.

"¡Seguro! Y cuando lo hagamos, seremos más sabias" - respondió María Isabel, mirando a su amiga con complicidad.

Y así, con nuevos aprendizajes y un corazón lleno de felicidad, regresaron a casa, listas para vivir muchas más aventuras en su mundo cotidiano.

FIN.

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